- Contaminación de ríos subterráneos, tala de árboles milenarios y exterminio de animales, sólo el comienzo
- Analizan cantidad de plomo y arsénico del agua que corre por los cenotes destruidos por los pilotes para el paso del tren
MERIDA.- Un tapir fue captado tratando de cruzar al otro lado del Tren Maya, sin lograrlo y las imágenes de jaguares muertos en los alrededores son comunes, debido a que la obra se realizó sin los estudios de impacto ambiental y sin que se construyeran los pasos de fauna que originalmente mostraron en un dibujo.
El trazó partió él hábitat de fauna milenaria y representativa de la selva de la Península, donde además de talar árboles de madera fina contaminaron los mantos de agua subterráneos con pilotes de materiales no amigables con la naturaleza, el costo será devastador en materia ecológica y no se diga en lo económico, pues el trenecito no es redituable en lo turístico por eso también pretenden que sea de carga, una puntada más.
El Tren Maya ha sido inaugurado en más de tres ocasiones sin que los trabajos estén concluidos y sin que hayan construido los pasos de fauna. Ahora al gobierno mexicano impulsor de este proyecto, se le hizo más fácil decretar fauna nociva a los jaguares, los tapires y otros animales, cuya extinción será la mejor solución para las autoridades que no valoran el ecosistema natural.
En una obra que no es nada amigable con la naturaleza, si acaso solo se han transportado 20% de los 3 millones de pasajeros previstos al año, cifra imaginaria del ex mandatario López Obrador, quien no cumplió con entregar las manifestaciones de impacto ambiental ni la información de las empresas que participaron en la obra.
Las obras incluyeron la construcción de campamentos militares, la apertura, legal o no, de bancos de extracción de material; la edificación de hoteles militares dentro de Áreas Naturales Protegidas (ANP), además de obras complementarias, el hincado de pilotes y el desarrollo de puentes atirantados que ni siquiera se evaluaron, pues fueron soluciones al paso, cuya consecuencia es la destrucción del ecosistema y la contaminación de los mantos de agua subterráneos, de donde sobreviven animales, especies de flora y la población del sureste mexicano.
De acuerdo con el Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible, tan solo Campeche y Yucatán perdieron un promedio de 5 mil hectáreas de selva entre 2019 y 2023 por las obras de los tramos 5,6 y 7.
Para efectos del tren, se talaron más de 7 millones de árboles, entre los que se encontraban especies milenarias y de manera fina, con los que se hizo negocio y losmenos preciados se trituraron.
A su vez, Moce Yax Cuxtal, una de las organizaciones que conforman el movimiento Sélvame del Tren, contabilizó más de 10 millones de árboles talados.
Además el daño alcanzó también a por lo menos 120 cavernas y cenotes como Garra de Jaguar, Manitas, Ixtun, Openheimmer, Dama Blanca, Dios Bendiga esta cueva y Ocho Balas, de acuerdo con lo documentado por Sélvame del Tren.
El Juzgado Primero de Distrito, radicado en Mérida, Yucatán, que concentró todos los amparos y asuntos relacionados con el Tren Maya, dictó al menos tres suspensiones definitivas en 2024, sobre las demandas promovidas.
Los incidentes judiciales ordenaban, tácitamente, frenar las obras en el Tramo 5 Sur, de Playa del Carmen a Tulum, con base en informes de la propia Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), que confirmaba todas las violaciones ambientales denunciadas. Pero de todas formas, los trabajos siguieron.
La obra se hizo sin las autorizaciones de impacto ambiental y el cambio de uso de suelo forestal obligado por la Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente (LGEEPA) en tramos como el 5, de Cancún a Tulum, en febrero del 2022.
El marco legal vigente se violentó bajo pretexto de un acuerdo presidencial expedido por López Obrador en noviembre de 2021, que permitía el inicio de obras con permisos inmediatos.
En mayo del 2023, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) determinó que ese acuerdo era inconstitucional, pero las obras se encontraban muy avanzadas y quedaron exentas de la invalidación. Incluso las órdenes de suspensión de algunos tramos, por parte del Poder Judicial, fueron desacatados, pues las obras continuaron por órdenes presidenciales.
La devastación no puede ser mayor como la que se vio en el tramo 5, de Cancún a Tulum, donde se colocaron en las oquedades de los cenotes de agua cristalina más de 15 mil pilotes, no reportados ni autorizados en materia de impacto ambiental, por parte de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), que atravesaron el suelo hasta alcanzar y contaminar los ríos subterráneos, con la consiguiente contaminación de agua en forma constante, de donde se dota de agua al sureste mexicano y se alimentan los animales.
Los pilotes no cuentan con ningún recubrimiento que mitigue la acción del agua sobre los materiales de las estructuras, lo cual ha sido documentado por buzos que se han internado en las profundidades de ríos subterráneos y han grabado el desmoronamiento de los materiales y la contaminación que causan al agua.
Incluso la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) recién lanzó la contratación de un servicio de monitoreo integral de cuerpos en las aguas que hay en todos los tramos de la obra ferroviaria para explorar contaminantes como arsénico y plomo, entre otros contaminantes. Sin embargo, como ha sido la constante desde que empezaron los trabajos, bajo la ocurrencia de López Obrador-.,
El informe ordenado por Sedena no será público y no habrá órgano independiente, como lo era el INAI, que obligue a dar a conocer los resultados del análisis del agua por las obras del trenecito que dijo AMLO costaría 150 mil millones de pesos, y al final se disparó a 500 mil millones de pesos de fondo público de los mexicanos y contando, pues la obra no termina y no es autofinanciable, por lo que en el presupuesto federal 2025 tiene destinado un fondo para su operación.
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