Por Avelino Granados*
A la presión que la opinión pública ejerce en el titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), Omar Hamid García Harfuch, como la persona que detendrá la espiral de violencia que azota a el territorio nacional, se le suman importantes barreras que, al parecer, le dificultarán, si no es que le impedirán, cumplir acertadamente con las expectativas para pacificar el país. Dicho de manera coloquial, no la tiene fácil.
Aún con el apoyo de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo y contar la experiencia policiaca más que indispensable para asumir este enorme reto, el jefe Omar (como lo nombramos quienes tuvimos la fortuna de trabajar bajo su mando), deberá superar esas barreras operativas y políticas que se le han puesto en su camino.
Se habla de que es el “súper secretario” o que está al frente de una “súper secretaría”. Sin embargo, la realidad parece que no es así. Para enfrentar a una delincuencia organizada cada vez más empoderada, gracias a la anuencia del gobierno anterior, resulta más que indispensable contar con un cuerpo policíaco con la capacitación que ello obliga. Y precisamente de eso es lo que adolece la SSPC.
Aunque a esa dependencia ya se le concedieron las facultades necesarias para operar, investigar y detener delincuentes, no es así de sencillo. Falta lo más importante: un cuerpo operativo; es decir, policías capacitados para tal encomienda, con el perfil de investigador, entre otras características. Y para ello será indispensable contar con un alto número de plazas para dar cabida al personal que lo conformará. Esto representa una de las principales barreras a derribar, porque significa hablar de dinero y de eso la Secretaría de Hacienda tendrá la última palabra, considerando que a la “super secretaría” se le redujo el 30 por ciento del presupuesto para el ejercicio 2025.
No obstante el ruido mediático que hasta ahora se ha hecho sobre el tema, la verdad es que por el momento, OGH solo cuente con el apoyo del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) (ex Cisen) y la Coordinación Nacional Antisecuestro (Conase) que quedaron directamente bajo su mando; en conjunto sumarían un aproximado de 4 mil elementos; 3 mil 500 del primero y unos 100 del segundo. Insignificante cantidad si comparamos con un estado de fuerza de casi 40 mil que en su momento integraban a la desaparecida Policía Federal. Y así no es posible enfrentar a una cada vez más sofisticada delincuencia organizada.
Por lo pronto, la nueva estructura de la SSPC incluyó la creación de la Subsecretaría de Inteligencia e Investigación Policial, su brazo operativo, al frente de la cual está el experimentado comandante Héctor Elizalde Mora, compañero de OGH desde la otrora Policía Federal. Sólo falta dotarlo de personal.
Claro, se dirá que para eso están los 100 mil efectivos de la Guardia Nacional (GN). Y aquí está la segunda gran barrera: coordinar a esa fuerza considerando que por ley ya dependen directamente de la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), no parece ser tarea fácil. Aunque en apariencia los de verde olivo están dispuestos a colaborar, no están muy convencidos de aceptar el mando de un civil a cargo de OGH. Lo mismo sucede con la Secretaría de Marina Armada de México (Smar)
En lo informativo se exalta que “ahora sí hay coordinación” en el combate a la delincuencia, como lo demostró el “Operativo Enjambre”, durante el cual detuvieron a algunos jefes policíacos municipales y presidentes municipales. Pura morralla, se diría en el argot. Y es que por lo pronto así se iniciará, con mucho ruido mediático y para eso la difusión la concentra la SSPC, donde se destacan los resultados en el combate a la delincuencia, aunque el trabajo haya derivado de acciones desarrolladas por otras dependencias de seguridad.
Y en lo político, está la barrera más grande. Los duros de Morena no acaban de aceptar, y parece que nunca aceptarán, a un García Harfuch como agregado al partido, tanto por sus antecedentes en la extinta Policía Federal, como por la marca registrada ante el rechazo a ese personaje por parte Andrés Manuel López Obrador.
Todo eso, sumado a las amenazas de muerte que la delincuencia organizada sigue enviando a la persona de OGH, sumadas a los mensajes que “la maña” le ha enviado al asesinar a dos de sus más allegados, uno en el Estado de México, el comandante Milton Morales Figueroa; y otro en Sinaloa, el agente Halexy Guadalupe Velderrain.
Así las cosas, están los intentos por pacificar el estado de Sinaloa para demostrar que la nueva estrategia a cargo del jefe Omar sí funciona. Y para eso, despacha desde ese lugar y mantiene reuniones privadas con el gobernador de esa entidad, Rubén Rocha Moya, de donde algo de bueno debe surgir, puesto que tiene como interlocutor al mejor informante de cómo opera la maña en ese estado, puesto que al parecer, siempre ha trabajado para ella, y eso, ya es ganancia. Por todo, reitero, el jefe Omar no la tiene fácil.
*Periodista especializado en temas de seguridad