Por Roberto Fuentes Vivar
Recuerdo cuando hace muchos años estaba prohibido hablar o criticar a la Virgen de Guadalupe y su imagen.
Hubo quienes burlaron la censura como Nacho Betancourt, ganó el premio nacional de cuento en 1976 por “De cómo Guadalupe bajó a La Montaña y todo lo demás”. Otros vieron prohibidas sus expresiones artísticas como sucedió en 1988 cuando se canceló una exposición en el Museo de Arte Moderno por una imagen de la Virgen morena, porque nos gobernaba el persignado Miguel de la Madrid Hurtado.
Incluso creo que a muchos caricaturistas les prohibieron publicar cartones con la Virgen, no solo en diarios sino en exposiciones. También recuerdo a un amigo artista plástico que pintaba a la Guadalupana en la vagina de una mujer, por el parecido de ambas imágenes.
Pero lo que realmente me indignó fue que la imagen de la Guadalupana fuera vendida a los chinos para su comercialización.
El episodio de entregar al ciudadano chino Wu You Link los derechos de comercialización de la imagen de la Virgen de Guadalupe fue uno de los episodios más bochornosos del periodo neoliberal mexicano.
El empresario de origen oriental obtuvo la marca desde el 27 de junio de 2002, otorgada por el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), cuando era dirigido por Jorge Amigo Castañeda, quien había sido negociador del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, en los momentos que su jefe, Jaime Serra Puche, decretaba en Vancouver, Canadá, que México debía de dejar de sembrar maíz para comprarlo en el exterior porque resultaba más barato.
Amigo Castañeda fue el primer director general del IMPI, desde que se creó el 10 de diciembre de 1993, mediante un decreto presidencial publicado en el Diario Oficial de la Federación, hasta el 11 de abril de 2011.
Cuando se supo que los derechos de comercialización de la imagen de la Virgen de Guadalupe habían sido cedidos a un ciudadano chino, el escándalo fue enorme, no sólo por el contenido religioso, sino también histórico, por ser uno de los íconos que acompañó a Miguel Hidalgo y a José María Morelos en la Lucha por la Independencia iniciada en 1910.
La necesidad de retomar los derechos de la Imagen de la Virgen de Guadalupe fue de tal magnitud que llegó a discutirse en el Poder Legislativo modificar las leyes de propiedad industrial para agregar un artículo (XVIII) que señalara: “No serán registradas como marca:.. El registro de imágenes, figuras o formas tridimensionales animadas o inanimadas o cambiantes que se relacionen de manera directa con alguna asociación religiosa o de culto público que cuenten con la posesión de la original y se les atribuya presumiblemente su propiedad, aun cuando no esté registrada ante la autoridad correspondiente, salvo las que reúnan contenido artístico y sean obras de creación atribuible a persona determinada”.
La iniciativa para esta modificación fue presentada por el Congreso de Jalisco que argumentó: “El Instituto Mexicano de la Propiedad Intelectual (IMPI), mediante su director, Jorge Amigo Castañeda, declaró con relación al tema: El ciudadano chino Wu You Lin obtuvo la marca desde el 27 de junio de 2002, pues no existe argumento de tipo legal para no otorgársela. You Lin cubrió los derechos por dos mil 400 pesos para comercializarla y tiene la imagen registrada durante 10 años, con opción para renovarla. Hoy, no tengo sustento jurídico para negar el registro de la virgen de Guadalupe… No tengo cómo negarlo… Si el IMPI lo niega, el chino se ampara y le gana, porque no tengo sustento jurídico… Salvo la mala utilización de la imagen que signifique ofensas morales podrían actuar las autoridades mexicanas, no de otra manera”.
El propio Jorge Amigo había dicho que de acuerdo con el artículo 90 de la Ley de Protección Industrial, el listado de aquellos artículos, imágenes o nombres que no pueden ser registrados, no incluye las imágenes religiosas. Por eso, el caso fue llevado al Poder Legislativo, pero el caso no prosperó.
Es decir que desde 2022 a 2012 la imagen de la Virgen perteneció legalmente a un ciudadano chino.
Paralelamente María Teresa Herrera Fedyk registró los derechos de autor de la Virgen de Guadalupe y poco antes lo había hecho Othón Corono, ambos en 2003, pasando la imagen por “varios dueños” hasta que la posesión expiró en 2012. Antes de Herrera, Othón Corona también había sido dueño de los derechos de comercialización. La situación ilustró las complejidades y desafíos de proteger los emblemas culturales y religiosos frente a las normativas de propiedad intelectual.
En ese momento, las comisiones de Vigilancia y de Comercio de la Cámara de Diputados presentaron un punto de acuerdo en el que exigen la remoción de Jorge Amigo Castañeda como presidente del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) y realizar una auditoría al organismo «por las evidentes irregularidades que se han cometido en contra de inventores mexicanos para beneficiar a grandes empresas nacionales y extranjeras»,
Incluso, ahí, la presidenta de la Asociación Nacional de Inventores Industriales e Innovadores, Esthela Márquez Mejía, denunció que Jorge Amigo Castañeda actuaba en contra de los intereses nacionales y a favor de las empresas extranjeras, mediante una colusión con despachos de abogados y hasta habló de amenazas a muerte a investigadores mexicanos.
Ni la remoción del director del IMPI ni las modificaciones la Ley de Propiedad Industrial prosperaron. Por el contrario, Amigo Castañeda fue propuesto por el gobierno de Felipe Calderón en 2008 como candidato a dirigir la Organización Mundial de la Propiedad Industrial, pero no lo logró. Amigo Castañeda fue sustituido en 2011 por José Rodrigo Roque Díaz, uno de los 31 científicos que fueron acusados por la Fiscalía General de la República en el sexenio pasado por delincuencia organizada y haber hecho mala utilización de 561 millones de pesos.
El 18 de mayo de 2018, se realizaron diversas modificaciones a la Ley de Propiedad Industrial, promovidas por el entonces presidente Enrique Peña Nieto. En ellas no se incluyó el artículo propuesto 15 años antes.
Y la imagen de la Virgen de Guadalupe pasó a ser supuestamente patrimonio público, aunque no existe documento alguno que así lo indique, ni que impida su comercialización a favor de particulares.
Dice el filósofo del metro: No hay mayor burla que la comercialización excesiva.