Por Gerardo Flores Ledesma
NO HAY duda que las amenazas de Donald Trump mueven al temor y la cautela, pero también al enojo. Sin embargo, los dichos de quien ya estuvo en la Casa Blanca no deben ser asumidos como expulsiones de saliva, tampoco tomados a la ligera y mucho menos como simples peroratas de los grillos que dentro y fuera de Palacio Nacional piensan que el republicano no dará el paso para destruir al T-MEC o aplicar aranceles a los productos de México.
Es adecuada la estrategia de responder firmemente a quien asumirá el poder en EU el 20 de enero de 2025. Es certero que se den a conocer cifras sobre los impactos negativos que tendremos México, Canadá y EU si hay aranceles del 10%, del 25%, del 75% o del 200%. Pero también sería prudente que se diseñara una estrategia de acción ante el peor escenario que puede ocurrir y diversificarnos. Es momento de volver lo ojos hacia otras latitudes y socios.
Debemos admitir que el T-MEC ha sido benéfico para todos en los últimos 30 años y que hoy somos el principal socio comercial de EU y de Canadá, porque el comercio con el primero ronda los 800 mil millones de dólares y con el segundo casi los 50 mil millones de dólares.
Con EU tenemos una gran dependencia, pues el 80% de los productos mexicanos se exportan a EU. En el caso de Canadá ni siquiera hay rango de comparación, pues el comercio total suma unos 50 mil millones de dólares.
La guerra comercial ya tocó la puerta de los 3 países. Ya no podemos mantener la narrativa de socios y amigos, porque EU y Canadá están dispuestos a terminar el T-MEC y dejar a México fuera del tratado comercial, bajo el argumento de que los chinos son socios subterráneos con los cuales hacemos prácticas desleales de comercio, triangulamos mercancías a menor precio y estamos en el filo de la navaja y las acusaciones de ser los causantes de los problemas de drogas y migrantes en ambos países.
Ya no hay tiempo de pensar. El diagnóstico ya se tiene. La solución es la que se tiene que diseñar y definir. Si los dos socios de México en el T-MEC ya no quieren continuar, habrá que asumir esa decisión.
México y sus autoridades tienen dos semanas para destrabar el problema y subrayarles a dos países del norte que las consecuencias serán abrumadoras para todos.