CDMX.- Amarillos, naranjas e incluso con pequeñas manchas rojas, los cempasúchitl son flores aromáticas que adornan nuestros altares el Día de Muertos, dando un colorido y mística particular a esta celebración. Endémico de México, fue justo en la antigua Mesoamérica donde el cempasúchitl, que acompaña a nuestras ofrendas, fue domesticado. Eso significa que durante cientos de años nuestros antepasados eligieron las mejores semillas para obtener plantas más coloridas y olorosas.
Esta práctica se mantiene hasta nuestros días; sin embargo, con la introducción cada vez mayor de flor de cempasúchitl proveniente de países como China, existe el riesgo de mezclar las semillas y que se pierda la variabilidad genética de la semilla nativa, advierte el doctor Leonardo Beltrán Rodríguez, del Laboratorio de Etnobotánica Ecológica y curador de la Colección Etnobotánica del Jardín Botánico de la UNAM.
“Lo mismo que ocurre con el maíz, el frijol y la defensa de los recursos fitogenéticos mexicanos o mesoamericanos, pasa con el cempasúchitl.
Es sumamente importante que no se dé simpleza a estas mezclas, porque de lo contrario se perderá la variabilidad de información que por miles de años se ha dado como producto de la selección humana.
El cultivo tradicional de la planta en México se hace con semillas nativas, resultado de un proceso de domesticación por parte de los agricultores.