Por Gregorio Ortega
*Nadie respeta nada. Ahí está el video de una conmemoración del supuesto gesto heroico del subteniente Juan de la Barrera y los cadetes Agustín Melgar, Francisco Márquez, Fernando Montes de Oca, Vicente Suárez y Juan Escutia. En el “altar de la patria” se rompió el orden constitucional al momento en que la señora Beatriz Gutiérrez Müller (que no intervino y guardó silencio) ordena o da instrucciones a una cadete para que saque de la comitiva al, en ese momento, presidente de la Cámara de Diputados, Santiago Creel, quien ni chistó, tuvo temor de dar el valor real de su encargo político en importante ceremonia cívica
El legado de los mitos en la historia de las naciones es invaluable. El helenismo no hubiera florecido sin el sustrato de los dioses olímpicos, de la Odisea y la Ilíada, lo mismo que sin la carrera de Maratón y Sócrates con la copa de cicuta en las manos.
El sentido de pertenencia, la identidad nacional, el concepto de patria no se explican sin los mitos, pero a los neo historiadores les dio por desestructurarlos, desaparecerlos, quitarles el sentido educativo, con la idea de que así apoyarían la globalización, empequeñecerían esa soberanía tan estorbosa, para allanar el camino al libre comercio, a las sociedades transnacionales, al mundo cibernético, que no tiene fronteras, aunque con este rápido acceso a la modernidad fuesen sobrepasados por el alud migratorio en el mundo. También es globalizar.
Desmitificar fue la consigna, sin detenerse a pensar en la contribución de esos mitos en el proyecto de nación, hoy inexistente. Que Juan José Martínez de los Reyes Amaro no se colocara una loza en la espalda, para protegerse de los disparos y así quemar la puerta de acceso a la Alhóndiga de Granaditas, carece de importancia, porque lo que supuestamente hizo fue abrir las puertas a la libertad.
Es momento de preguntarnos, ante lo incierto del futuro inmediato, si hoy un héroes anónimo se envolvería en la bandera y se lanzaría desde la azotea de Palacio Nacional, para defender ese proyecto de nación que dejó de existir hace muchos años.
Nadie respeta nada. Ahí está el video de una conmemoración del supuesto gesto heroico del subteniente Juan de la Barrera y los cadetes Agustín Melgar, Francisco Márquez, Fernando Montes de Oca, Vicente Suárez y Juan Escutia. En el “altar de la patria” se rompió el orden constitucional al momento en que la señora Beatriz Gutiérrez Müller (que no intervino y guardó silencio) ordena o da instrucciones a una cadete para que saque de la comitiva al, en ese momento, presidente de la Cámara de Diputados, Santiago Creel, quien ni chistó, tuvo temor de dar el valor real de su encargo político en importante ceremonia cívica.
A nadie debe importar si los niños héroes procedieron como dice el mito, lo que interesa es lo que ese gesto mítico motiva, despierta, fomenta en los mexicanos, deseoses de identidad, con el firme propósito de pertenecer a una patria.
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