CIUDAD DE MÉXICO.- Su voz dio vida a verdaderos himnos del rock español en los años ochenta, incursionando de manera fantástica en el bolero, dándole un giro a este legendario estilo de música. Mujer valiente que enfrentó con gran amor ante la vida momentos complicados en el ámbito personal, tiene con México una relación de más de cuatro décadas que la ha colocado entre las consentidas de un público que la recuerda con éxitos como “Rufino”, “A cada paso” y la eterna “Piensa en mí“. Luz Casal está de vuelta para presentarse este 22 de octubre en el Pepsi Center (boletos aquí): un reencuentro con una de las mejores intérpretes de la música pop española.
En entrevista con Jacobo Vázquez para Marvin Magazine señaló que busca siempre lo que hizo bien, no hay que perder esa esencia y hallar la fórmula para hacer las cosas mejor.
Parafraseando tu canción “Entre mis recuerdos”, ¿qué encuentras en medio de estos después de 40 años de carrera?
Menos mal que no suelo hacer ese ejercicio muy a menudo. En lo profesional, busco siempre lo que hice bien, no hay que perder esa esencia y hallar la fórmula para hacer las cosas mejor. Estoy muy agradecida por los premios y homenajes que he recibido a través de mi carrera, pero sobre todo por el aplauso. En cuanto a lo personal, va tan unido a lo otro que siempre he dicho que soy una mujer que está en constante búsqueda, de saber quién es y por qué hace las cosas, cuáles son sus objetivos, sus defectos. Procuro entender cómo mejorar aquello que me disgusta. El tipo de cosas que hace que mi vida no sea nada aburrida.
Tienes una relación muy fuerte con el rock, ¿qué significa para ti y cómo lo definirías?
Desde el inicio siempre fue el vehículo, a nivel de sonoridad y de actitud, con el cual mostrar aquellas cosas que no me gustaban. Una definición rápida del rock sería “una actitud inconformista”. Sigo siendo esa persona que piensa que hay muchas cosas que todavía se pueden mejorar. En ese sentido soy rockera y macarra.
Te recuerdo en un concierto de Amnistía Internacional en Chile. ¿Sigue siendo el rock una música contestataria, política y social?
Actualmente la música popular de la gente más joven no es el rock, hay otros estilos con los que cuentan su vida, sus rabias, sus inconformismos, se comunican de otra manera. En ese sentido, hay múltiples formas y fórmulas. Nunca he juzgado otros tipos de música, diferentes de lo que yo hago o de lo que a mí me gusta. Lo que se hizo en Chile en el 91 significó darle un espacio a gente que tenía mucho dolor y por otro lado celebrar la llegada de la luz de la libertad, algo nuevo para muchos chilenos. Esto gracias a la reunión de diferentes artistas, entre ellos Peter Gabriel y Sinéad O’Connor. Por muchos años ese fue uno de los momentos más entrañables de mi carrera. Estuve cerca del amor y del dolor de gente que padeció represión a niveles inauditos, como el caso de una mujer que fue quemada al tratar de huir del país. Ese concierto en el que yo era prácticamente una desconocida en Chile, fincó una relación muy fuerte.
En México tienes un hit que se ha vuelto de culto, “Rufino”.
Debo decir que tuve la fortuna de colaborar con Carmen Santonja, quien formó parte de Vainica Doble, dueto de culto por cierto (con ella compuse “A cada paso” y “Lo eres todo“). Un día le mostré “Rufino“, le dije que la música me encantaba, aunque sentía que la letra no; me contestó que la iba a escuchar, a ver si se le ocurría algo. Ella había conocido a alguien que andaba en plan de ligue, buscando llamar la atención, y de ahí surgió la historia de “Rufino”, un tema que refleja el espíritu de principios de los ochenta en Madrid, con gente desubicada queriendo formar parte de La Movida. Todo aquello era una maravillosa locura, y había hombres como Rufino, un personaje entrañable descrito desde la ironía y si me apuras desde el sarcasmo. Es una canción que sigo cantando, no me preguntes por qué.
Más adelante en tu carrera aparece “Piensa en mí”. Ésta te unió muy fuerte con el público mexicano, ¿qué significa el bolero para ti?
Algo natural. Lo escucho de pequeña, mi madre se ponía a cantar en casa y yo la secundaba. Yo cantaba “Bésame mucho” con los Beatles y tiempo después me enteré de que estaba escrita por una mujer. Para mí el bolero es una expresión que canto de manera espontánea. Desde el momento en que Pedro Almodovar me invitó a cantar dos temas para Tacones lejanos tuve la certeza de que iba a grabar un álbum con boleros. Nunca supe cuándo, hasta una mañana en que estaba débil porque me enfermé y pensé que era el momento para hacerlo. Mientras llevaba el tratamiento para curarme, empecé a buscar canciones y autores que me llevaron de México a Chile pasando por Brasil y España. Me volví una arqueóloga del bolero, lo que me llevó a grabar el álbum La pasión, una experiencia chulísima, un viaje al pasado.
Cantas “Te dejé marchar”, de David Summers, una canción que llevas a un nivel impresionante.
La historia de esta colaboración surge porque los Hombres G y yo compartíamos la misma oficina de management, y ahí un día David me dijo que tenía una canción que podía funcionar muy bien con mi voz. Las canciones, cuando son buenas, sólo necesitan que quien las cante transmita toda esa emoción contenida en música y letra. “Te dejé marchar” se ha convertido en un tema imprescindible en mis conciertos, de los últimos que interpreto en mis shows porque es de una intensidad que me deja exhausta, lo doy todo.
Vienes a México en octubre?
Sí, estoy muy emocionada porque hay un compás de espera importante desde mi última visita. Me da un alegría inmensa saber que hay interés por escucharme, sólo puedo decir que estamos preparando un show que va a dejar satisfechos a todos los vayan al Pepsi Center este 22 de octubre. Como lo dije antes, cada vez que subo a un escenario es para darlo todo, para quedar exhausta después de interpretar esas canciones que sé que ya son parte de la vida de muchas personas.