Por Gerardo Flores Ledesma
SIN DUDA, Banco de México tiene como fin principal la defensa de la moneda nacional y por ello puede hacer uso de sus facultades para intervenir en el mercado cambiario y tratar de poner orden en la presión que se ha desatado en la paridad peso-dólar, cuyas pérdidas para la moneda mexicana ha sido mayores a lo esperado después de un proceso electoral y cuyos efectos podrían desequilibrar el objetivo de inflación o alza en precios de bienes y servicios que todavía no encuentran sosiego.
Para eso existe la Comisión de Cambios, de la que forma parte el secretario de Hacienda, Rogelio Ramírez de la O. y sea este quien tiene el voto de calidad al momento tomar una decisión sobre política cambiaria.
No obstante, son válidas, pero insuficientes, las advertencias de la gobernadora Victoria Rodríguez para intentar llevar la calma al mercado.
Son importantes, pero insuficientes, tanto el blindaje de 219 mil millones de dólares en reservas internacionales, como el programa de coberturas cambiarias liquidables en moneda nacional por un monto de hasta 30 mil millones de dólares.
Toda esa cauda de recursos podría atajar, pero sólo durante una semana, cualquier embestida especulativa, porque en el mercado cambiario operan diariamente más de los 30 mil millones de dólares.
Meter mano negra en ese mercado no siempre es lo más aconsejable, pero se entienden los argumentos de la gobernadora de Banxico. La volatilidad externa ha crecido más de lo esperado, con picos de hasta doble dígito en la devaluación de nuestro peso, y la paridad se enfila hacia los 19 pesos por dólar.
Hace menos de 3 meses, Gabriel Siller, directora de Análisis Económico de Banco Base, abordó el tema de la presión en el tipo de cambio por razones electorales, pero nunca se habló de 19 pesos por dólar.
Nadie apostaba que la volatilidad postelectoral llegaría a una depreciación tan profunda y preocupante. Incluso, la acertada ejecutiva bancaria, vaticinó que el tipo de cambio alcanzaría los 20 pesos por dólar, pero por una presión ligada al fenómeno Trump no por las amenazas legislativas que se han anunciado tras el resultado de la justa electoral del 2 de junio pasado.
El desquiciamiento llegó cuando el presidente saliente anunció que llevará al Congreso las 18 reformas constitucionales, mismas que han puestos los pelos de punta a los mercados financieros.
López Obrador dijo en su mañanera de hace una semana: “La justicia está por encima de los mercados”, en clara referencia a la reforma en el Poder Judicial a partir de septiembre próximo.
Por esa razón, será difícil que en los próximos días, quizá semanas, encontremos tranquilidad en los mercados financieros, donde cunde el nerviosismo. México ha sufrido al menos dos decenas de devaluaciones en los últimos 40 años por todas las razones imaginables y ningún presidente o secretario de Hacienda en turno las ha podido frenar.
Sería conveniente que el Ejecutivo mantuviera la prudencia cuando reta a los inversionistas, porque no debemos olvidar que los capitales entran en manada y salen en estampida. Cuando eso ocurre no hay blindaje que valga. Si lo dudan, Jaime Serra, hoy timonel de BBVA Bancomer, podrían darnos una lección de cómo se le escurrieron 40 mil millones de dólares en la devaluación de 1994 cuando era el secretario de Hacienda.
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