- Banxico
Por Gerardo Flores Ledesma/PRISMA EMPRESARIAL
LOS BANQUEROS que operan en México realizaron su convención en Acapulco y refrendaron su alienación con el poder político, como en cada sexenio. A pesar de que en 2018 fuimos testigos del desprecio que expresaban a López Obrador, a manera de soliloquio, por supuesto, en la clausura de su 87 edición afloró su adulación y sólo faltó que le erigieran un monumento a quien despacha en Palacio Nacional por los beneficios recibidos, como los empresarios de 1994 que entregaron a Carlos Salinas un reconocimiento por haber introducido al país casi al primer mundo.
Todos sabemos que a los hombres que manejan el ahorro de los mexicanos les ha ido muy bien. Sus utilidades han sido de doble dígito en el sexenio; tuvieron apoyo gubernamental durante la pandemia, y su tarea o vocación de ejercer crédito quedó anulada a grado tal que dicen tener 1.6 billones de pesos para prestar, pero con los réditos que cobran pocos tienen la osadía de pedirles algo.
El presidente del país aseguró que en su sexenio hay más empleo formal y presumió mejoría en el salario. Ambas afirmaciones son ciertas, pero también es verdad que la informalidad subió de 15 millones hasta 36 millones de trabajadores que no tienen prestaciones sociales, y que el salario mínimo no alcanza para el bienestar que demanda una familia.
La remesas aunque se ubiquen en niveles récord -es necesario decirlo nuevamente- no son sinónimo de crecimiento de la economía, sino la pesadilla que viven muchos millones de compatriotas que se han ido de su país por falta de oportunidades y que engrosan las filas de la informalidad e ilegalidad en Estados Unidos y Canadá, principalmente. Sin esos flujos, el ritmo de la economía estaría en shock y la cifra de pobres sería más abultada.
Respecto al crecimiento de la economía, ya lo hemos dicho, tendremos un PIB mediocre, quizá menor al promedio de otros sexenios, lo que nos deja en una situación de retroceso.
Respecto a la inflación, aunque ya lo saben, hay que recordarles a los banqueros; al líder del CCE, Francisco Cervantes, tan ponderado por AMLO, y a las candidatas y candidato presidenciales que los precios de los productos que van a la mesa de los mexicanos ni han bajado y el proceso de desinflación es discutible. La inflación la miden todos los días las amas de casa no el INEGI. Sólo basta comprobar lo prohibitivo que está el kilo de carne de res, el alza abrumadora en el precio del litro de gasolina que se acerca a los 26 pesos y el kilo de tortilla que estaba en 11 pesos en 2018 y ahora cuesta 22 pesos.
En fin, el glamour de quienes no saben que es la pobreza, ni la carencia, ni la batalla diaria por cubrir la nómina de los empleados se vivió en Mundo Imperial no en Iztapalapa, Ecatepec o Ciudad Neza. ¡Aplausos! Como decía Memo Ríos.
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LOS FUNCIONARIOS de Banco de México insisten en que sus decisiones de política monetaria (tasas de interés, pues) no estarán detrás de la FED y que van a ir por otro carril. No lo creemos, pero ya lo veremos
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