Por Rafael Serrano
“Entre la mafia y el Estado prefiero la mafia. La mafia tiene códigos, la mafia cumple, la mafia no miente, la mafia compite”.
Javier Milei
Presidente de Argentina
La derecha se constela a partir de posiciones conservadoras y reaccionarias. Y desde esta matriz surgen versiones y narrativas políticas: la postura radical-ultra conservadora-fundamentalista y en lo opuesto, la versión moderada-centrista. Actualmente aparecen dos versiones ideológicas que tienen raíces en las ideologías liberales y anarquistas del siglo XIX de filia conservadora y reaccionaria. Es el caso de los libertarios y de los anarco- capitalistas.
Dado que estas posturas si bien tienen diferencias no se presentan homogéneas sino como una sopa ideológica (“melting pot”) que tiene sabores y sazones diversos en ocasiones malogrados. Se puede tener una postura radical/reaccionaria y ser moderado o extremista y populista; ser libertario y ser moderado o radical; de nueva derecha o de derecha conservadora; anarco-capitalista neoliberal o paleolibertario, etcétera. Sin embargo, tienen un imaginario común. Siguen siendo conservadores y reaccionarios. Como decía el historiador Gastón García Cantú: la derecha siempre ha tenido ideas fijas con coreografías y vestuarios diferentes.
Javier Milei, ahora presidente de Argentina, es una encarnación de esta sopa ideológica. Cabe clarificar y mostrar como se configura su pensamiento (ideología) y cómo su habilidad retórica no es una locura sino una racionalidad perversa que usa un histrionismo radical y reaccionario; estridente, narcisista y demagógico. Una dramaturgia que toca y sensibiliza a los ciudadanos que “están hartos de los políticos, de la clase política y sus robos”. Milei como Trump y las derechas latinoamericanas o las españoles tipo VOX o Ayuso-PP, tienen una narrativa: el desastre social se debe al modelo económico keynesiano (“una mierda”) que impulsa una elite tecnócrata (“casta”). El “enemigo” es un Frankestein compuesto por burócratas corruptos y la “zurdería” colectivista: “La casta” que “hay que cercenar” con motosierra dado que ya no es “yerba mala” sino un “tronco maligno”.
“Soy un economista matemático, un liberal en un país de zurdos [izquierdistas], tengo todos los elementos para ser odiado” (…) un “inesperado error de tipo II de la Matrix colectivista”(…) “cuando hacés todo mal y te sale todo bien” (…) “cuando no suena la alarma y debería hacerlo”
Entrevista
Javier Milei en 10 frases: el paleolibertario que quiere tomar Argentina
El vestuario ideológico de Milei
Conservador fundamentalista
Milei dentro de su estridencia verbal es un conservador estricto con un discurso neoliberal dictado por el Consenso de Washington desde los 80s. Se trata de conservar todas las medidas económicas dictadas por el FMI: adelgazamiento del Estado (motosierra), supresión de los subsidios, liberación de los precios, reforma fiscal y monetarismo a lo bestia (dolarización); fin de la economía social y fortalecimiento/conservación del mercado libre como está (oligopólico y monopolista); etcétera. Nada nuevo bajo el sol. Milei es un conservador fundamentalista que defiende a capa espada el orden capitalista.
Los conservadores aman el statu quo: en el siglo XIX, después del 18 de Brumario (1799), proclamaron la restauración del “orden” y en el siglo XX, fueron férreos opositores a las revoluciones sociales; algunas posturas apoyaron las derivas fascistas/nazis y después de la derrota del Eje se declararon anticomunistas y desde hace medio siglo, se adscribieron al “orden” capitalista en su versión salvaje (neoliberalismo). Milei es una “renovación” de las viejas posturas de la derecha con una verborrea tecnocrática/populista salpicada de frases contundentes. Ni moderado ni centrista: es un conservador radical que quiere instalar la utopía de una sociedad de individuos sin Estado, una entidad maligna.
“El Estado es el pedófilo en el jardín de infantes con los nenes encadenados y bañados en vaselina”. Javier Milei
Reaccionario de nueva cepa
La propuesta de Milei de “regular” (inhibir) las protestas de la oposición con protocolos basados en la violencia institucional lo define como un reaccionario. Para Milei la libertad, proclamada a los cuatro vientos, se divide en dos: la “legítima” y la “ilegítima”. La protesta “legítima” es “ordenada y justa” y por tanto, no es un desorden sino el ejercicio de una libertad de expresión pacífica que camina por las aceras sin interrumpir la vialidad ni el “orden”; mientras que la protesta “ilegítima” (de la oposición y de la “zurdería”) es disruptiva; “son piqueteros” que subvierten “el orden” y cortan calles impidiendo a la ciudadanía su libre y tranquilo transitar (sic).
“Se conoce como movimiento piquetero al movimiento de trabajadores desocupados surgido en Argentina a mediados de la década de 1990. El crecimiento de la desocupación y los índices de pobreza, que fueron en aumento durante la presidencia de Carlos Menem, crearon un caldo de cultivo en el país para el surgimiento de múltiples protestas y formas de organización de trabajadores que perdían su empleo y corrían el serio riesgo de quedar excluidos del mercado laboral.”
Desde esta perspectiva Milei y su ultraderechista ministra de Seguridad “meten en cintura” a las libertades de expresión y de reunión: las marchas o las manifestaciones “ilegítimas” (las de la oposición) “desordenan” la paz social y coartan la “libertad de tránsito” de una calle o una carretera: “ya basta de alterar la paz y tranquilidad social”(sic). Para garantizarlas se usará la policía y las fuerzas armadas contra todos los opositores: “…los keynesianos y los colectivistas hijos de puta…” que son considerados “piqueteros”. A ellos se les criminalizará y además tendrán que asumir los costos: ¡pagarán a los que los reprimen! Como sucede en “Liberland”, la tierra prometida de Milei: “el que corta no cobra”; “Los únicos que no van a cobrar (los programas de ayuda) son los que vayan a la marcha y corten la calle” (Sandra Pettovello, ministra de Capital Humano).
Los reaccionarios se oponen a las revoluciones o las reconversiones progresistas porque atentan contra al orden capitalista. Es su ADN. Las juzgan subversivas y reaccionan contra la oposición con medidas autoritarias y represivas. Milei es un reaccionario puro con vestido posmoderno: la libertad individual es superior a la libertad del colectivo. Lo “nuevo” es entender que el individuo es superior a esa entidad “totalitaria” que es la colectividad convertida en Estado.
“…esa aberración llamada justicia social, que es injusta porque implica un trato desigual frente a la ley pero además está precedida de un robo [los impuestos]”. Milei
“Habría que informarle ‘al imbécil que está en Roma’ que “la envidia, que es la base de la justicia social, es un pecado capital”(…) “Los Estados son una invención del Maligno”. Milei en un programa televisivo en 2020
“Paleolibertario” y anarco-capitalista
La postura Javier Milei tiene ropajes conservadores y reaccionarios con “gadgets”, “dispositivos” lingüísticos posmodernos que salpica con palabras de moda (“buzzwords”) altisonantes y groseras que llaman a “sincerarse”. El “ pelucas” se considera libertario con recaídas anarquistas de corte capitalista. Esta dramaturgia (presentación ante los públicos) la combina un repertorio verbal delirante y con estridencias populistas y tecnicismos de empleado de la bolsa de valores: “Combina el pasado rancio y retro: nativista, racista machista, pseudo-secular etnopluralista, islamofóbica y pro-sionista; con poses de avanzada: laico, secular y adscrito retóricamente a las libertades de tercera y cuarta generación. Pero no es un tonto ni está loco. Sabe lo que tiene que hacer para restaurar el modelo neoliberal; y sabe usar la información y los medios de comunicación tradicionales y virtuales. En su estilo bufonesco nos recuerda al “gran comunicador” Ronald Reagan, actor que incrustó el neoliberalismo en el mundo.
Las Utopías libertarias
“(…) las utopías libertarias de derecha (libertarians, en inglés) pueden ir desde el fantasioso proyecto de la República de Liberland, en la tierra de nadie entre Serbia y Croacia; el libertarismo de alta mar que propone crear colonias sin Estado en aguas internacionales; o la reivindicación, en algunos casos, de la casi desaparición del Estado en países como Somalia”.
Milei, con frases incendiarias, nos propone la abolición del Estado y el arribo de una sociedad de “individuos libres”: el libertarismo ensopado con anarquismo (capitalista) que funda una sociedad de individuos libérrimos, propietarios, que será más eficiente y eficaz que la sociedad actual colectivista y estatista. Utopía que se alcanzará en el larguísimo plazo. O sea: un quilombo. Mientras, hay que pasar el trago amargo de la motosierra: la carestía y el desempleo. ¿Una perversión o una profecía capitalista de la Larga Marcha de Mao?
“No tengan miedo, den la batalla contra el zurderío, que se las vamos a ganar , somos superiores productivamente, somos superiores moralmente; esto no es para tibios, ¡viva la libertad carajo¡”. Milei
El libertarismo y el anarco capitalismo de Milei no es novedoso, es tradicional e incluso arcaico. Pertenece a una reliquia ideológica del siglo XIX, el liberalismo manchesteriano que después se mezcló con las posturas de Hayek, padre del neoliberalismo; y que derivó en una fobia sistémica a las políticas keynesianas. Pugnan por una sociedad organizada sin Estado donde se garantice la “soberanía del individuo” a través de la propiedad privada y del mercado libre. Dos son sus principios: uno, la idea de que el individuo es propietario de su propia persona y que tiene derecho a controlar su cuerpo y su vida; por extensión, la propiedad privada es un derecho natural de los individuos; y otro, el principio de “no agresión” que refiere a la contención de los “abusos” del Estado contra la propiedad privada.
“El paleolibertarismo es una estrategia de activismo por el libertarismo desarrollada por los teóricos anarcocapitalistas estadounidenses Murray Rothbard y Lew Rockwell en el contexto político norteamericano del fin de la Guerra Fría, de 1989 a 1995. La intención de estos activistas fue promover ideas libertarias de oposición a la intervención del gobierno utilizando mensajes que creyeron serían atractivos —aunque en la práctica apenas tuvieron acogida— para el votante de clase trabajadora del Partido Republicano de los EEUU de aquella época (un enfoque que suele identificarse como populismo de derecha) y así lograr que su candidato presidencial ganase las elecciones primarias de ese mismo partido.”
Como decía Gastón García Cantú en “Pensamiento de la reacción mexicana” (1965): en 200 años la derecha o las derechas han tenido ideas fijas que han contemporizado según los cambios socio-históricos. Ha prevalecido un imaginario catastrófico donde sus narrativas nos hablan que puede “desaparecer la sociedad, sus costumbres, sus creencias y libertades”. Dice el pelucas: la sociedad esta capturada por una casta burocrática anidada en un Leviathan (Estado) que devora la individualidad, coarta la libertad y despoja de su riqueza a sus ciudadanos (los impuestos). De ahí la frase “estamos al borde del precipicio”; por lo que se precisa detener “la mentira keynesiana”. Se reafirma con la imagen de la motosierra que desaparecerá ministerios, instituciones, subsidios. “Barrer la casa” (gobierno) donde habita “la Casta” y sus parásitos corruptos (burócratas y sindicalistas). Se añade una dosis de populismo de banqueta o de taxista: “… que se vayan todos…”.
El General AnCap
“Soy el general AnCap (anarcocapitalista). Vengo de Liberland, una tierra creada por el principio de la apropiación originaria del hombre…Mi misión es cargar a patadas en el culo a keynesianos y colectivistas hijos de puta” (2020)
Por supuesto, hay una verdad subyacente: el fracaso no solo del peronismo sino de los gobiernos neoliberales de Menem y Macri. La verborrea Milei es una recarga del pasado con el histrionismo también “reloaded” de Sandro de América. Recomiendo volver a ver Los Soprano y Capitán América. Y rezar: … que Dios nos coja confesados.
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