MADRID, ESPAÑA.- El momento tenía que llegar, pero eso no lo ha hecho menos impactante. Con Herminia (María Galiana) saliéndose con la suya incluso en la hora de su muerte y un Carlos (Ricardo Gómez) convertido en testigo de la historia de su familia (lo cual justifica su papel de narrador en las temporadas anteriores), Cuéntame cómo pasó ha llegado a su final tras 22 años en antena.
De acuerdo con CINEMANÍA, para reforzar el tono meta, el colofón a la saga de los Alcántara se ha ambientado en 2001, justo el año en el que TVE empezó a emitir la serie. Mientras las imágenes del 11-S conmocionan al mundo, el clan se reúne en Sagrillas para el funeral de la abuela, aprovechando para ejercer una costumbre española donde las haya: pelearse en el velatorio a cuenta de viejos rencores y del reparto de una herencia.
Y, justo cuando todo parece haber acabado, los responsables de la serie se las apañan para colar (con intención o sin ella) el epílogo perfecto para una ficción que ha acompañado a los españoles durante más de dos décadas. No nos referimos a Cómo han pasado los años en la voz de Elena Rivera (ni tampoco al Yo quiero bailar de Sonia y Selena), sino a una pieza mucho más recóndita cuyo tono le va a esta conclusión como anillo al dedo.
De la ilusión al ajuste de cuentas
La canción de marras se titula En cualquier fiesta y apareció en 1984, el segundo álbum del grupo madrileño La Mode. Sus intérpretes fueron el cantante Fernando Márquez ‘El Zurdo’, el teclista Mario Gil y el guitarrista Antonio Zancajo, trabajador este último de TVE (donde desempeñó tareas de realizador) fallecido el dos de noviembre de este mismo año.
¿Qué vuelve especial a esta composición tan melancólica? Pues, a primera vista, una melodía exquisita y una letra que parece imaginar el reencuentro casual con una antigua pareja, haciendo una última concesión a la nostalgia en forma de baile, pero también asumiendo que las cosas nunca volverán a ser como antes.
Sin embargo, un vistazo a las circunstancias de En cualquier fiesta le da al tema implicaciones mucho más interesantes. No solo en lo tocante al final de Cuéntame, sino también a la historia de la cultura en España. Y a la historia de nuestro país, en general.
Porque, conviene precisar, La Mode no fue en su momento uno más de aquellos grupos que proliferaron en el Madrid de principios de los 80. Se trataba de un proyecto con caché cuyos miembros procedían de Paraíso (la banda responsable del clásico Para ti) y, en el caso de Marquez, también de Kaka de Luxe, aquel proyecto en el que coincidieron futuros miembros de Radio Futura y de Alaska y los Pegamoides (incluyendo a una Olvido Gara en edad escolar).
Tras arrancar con el sencillo Enfermera de noche, La Mode debutaron en largo a lo grande en 1982: El eterno femenino, su primer elepé, fue un éxito de crítica y de público. Al menos, del público más moderno, que se deleitó con la portada de Montxo Algora y con un sonido que bebía de Roxy Music tanto como de Ultravox, Kraftwerk, David Bowie y otros nombres que, por entonces, eran el colmo de la sofisticación.
Pero había algo más: con letras que aludían a un Japón ultramoderno (Mi dulce Geisha), a los cotilleos y viboreos de la escena madrileña (Aquella chica) o a citas de alto vuelo cultural (El eterno femenino), aquel disco era también una celebración del pop de los 80 y sus fetiches. Como si artistas que hasta entonces se habían arrastrado por locales de ensayo cutres y conciertos desastrosos atisbaran al fin la posibilidad de dejar huella a lo grande. Y de vivir a lo grande, también.
Pero aquello no podía durar, y la prueba llegó dos años más tarde con el álbum 1984. Además de con un sonido más arisco, el segundo elepé de La Mode contaba con letras cuyo hermetismo y acidez habían subido muchos grados. Márquez reflejaba en ellas su decepción con un panorama que había evolucionado muy lejos de sus expectativas.
Acerca de la domesticación de la cultura española que siguió a la victoria de Felipe González en las generales de 1982 se ha escrito mucho. Y, si bien las últimas canciones del Zurdo para La Mode no se usan a menudo para documentarla, deberían: letras como La cólera (con frases tales que “el compromiso es una excusa para hacerse una carrera”) o Imperios se leen como invectivas contra aquellos que se dejaban llevar en mantillas por el nuevo estado de cosas.
A veces, de hecho, los textos de 1984 dan la impresión de que Fernando Márquez llevaba sus pullazos al terreno de lo personal. Escuchando La rata o Diálogo, por ejemplo, es inevitable pensar que semejantes tiraeras van dirigidas a personas con nombres y apellidos. ¿Serían sus destinatarios personas como Alaska o Carlos Berlanga, que habían pasado de ser amigas del Zurdo a no darle ni la hora? Cualquiera sabe.
La cuestión es que, en un contexto como este, el significado de En cualquier fiesta cambia bastante. Siempre desde lo hipotético, el tema puede interpretarse como una advertencia del cantante a sus compañeros de generación, recordándoles que no siempre iban a estar en la cresta de la (nueva) ola. El tiempo futuro de la letra, y frases como “cuando todo se acabe y nadie nos recuerde” pueden reforzar esta impresión.
El desencanto
Así pues, Cuéntame ha elegido para su despedida una canción representativa de un derrumbe generacional. El cual, volviendo a temas musicales, se reflejó a lo grande en la trayectoria de La Mode y su vocalista.
Debido a problemas de salud, Fernando Márquez abandonó el grupo tras la grabación de ‘1984’. Sus dos compañeros decidieron seguir en activo con un nuevo cantante, Daniel Ballester, con el que grabaron dos trabajos a años luz de sus predecesores en términos de calidad y resultado comercial.
En cuanto a Márquez, su trayectoria nunca volvió a despegar, dejando un rastro de iniciativas abortadas y álbumes que pasaron sin pena ni gloria al frente de bandas como Proyecto Bronwyn. Para colmo, el cantante (que nunca ha ocultado sus ideas de extrema derecha) participó en un spot de Falange Auténtica para las elecciones de 1986. Algo que, afirma, le convirtió en un apestado dentro del mundillo musical.
Poniendo en paralelo el final de Cuéntame con esta historia, y con esta canción, podemos extraer algunas conclusiones. Por ejemplo, que si bien los tres hermanos Alcántara no han caído tan bajo como los Panero retratados por Jaime Chávarri en El desencanto, su trayectoria ha sido, en cierta medida, una cuesta abajo. Aunque consigan superar sus diferencias, nada volverá a ser lo mismo para ellos.
Si bien a lo largo del show les hemos visto ascender socialmente, Toni, Carlitos e Inés (no digamos ya sus padres Antonio y Merche) ya no son esa emblemática familia española, unida como una piña a pesar de sus diferencias, sino un conjunto de individuos con cuentas que ajustar dentro de una sociedad cada vez más individualista. Quién nos iba a decir que ese recital de costumbrismo amable al que vimos nacer hace 22 años iba a tener un final así de amargo… y así de verosímil.
Al igual que el baile descrito por En cualquier fiesta, la verbena final de Cuéntame en Sagrillas parece una tregua, o una despedida, más que una reconciliación. Cada espectador de la serie será responsable de imaginar un futuro posible para los Alcántara, pero tanto ellos como nosotros haríamos bien prepararnos para “cuando nuestra riqueza sea solo la memoria”.
AM.MX/fm
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