*Lo ocurrido en Lomas Taurinas en marzo de 1994 fue una ejecución política, y la sociedad, junto con quienes determinaron la necesidad del asesinato, necesitaban de una respuesta también política, pues de otra manera los mexicanos estaríamos dispuestos a ampliar el espacio de la rotonda de mujeres y hombres ilustres, porque el talante de nuestro carácter es proclive a la violencia
Gregorio Ortega Molina
No debemos de perder de vista un hecho cierto y verificable, incluso en las democracias más puras. La procuración y administración de justicia son instrumentos políticos, como lo es la violencia de la que puede hacer uso el Estado, para poner orden. Los abrazos llevaron al gobierno de la 4T a perder buena parte del territorio nacional y a abdicar de atribuciones y responsabilidades. El mandato constitucional dista mucho de cumplirse.
Toda ejecución de un funcionario público, de un candidato a un puesto de elección, de un presidente de la República, de un líder social, es un crimen político y requiere de una respuesta en ese tenor. La Comisión Warren es el caso paradigmático de la actualidad. Las que fueron respuestas a las exigencias de las revoluciones, también caen en esa clasificación. Pienso en la guillotina que cercena a Luis XVI, o en las balas que ultimaron a toda la familia zarista.
Seamos sensatos, no es barbarie, son exigencias políticas del momento. Lo pienso ahora que amagan con dejar libre a Mario Aburto en marzo de 2024, con las campañas políticas en su apogeo, y supongo que puede ser considerado un aviso ominoso, como anuncio de la temporada de caza para que todo siga igual.
A quienes maquinan esa estupidez -bien podían liberarlo después de pasadas las elecciones- sugiero la lectura o relectura de Jorge Luis Borges, concretamente de su Historia universal de la infamia, donde encontrarán los vestigios de la palabra escrita y las consecuencias de los hechos registrados, cuando quienes toman las decisiones lo hacen a la trompa talega.
Lo ocurrido en Lomas Taurinas en marzo de 1994 fue una ejecución política, y la sociedad, junto con quienes determinaron la necesidad del asesinato, necesitaban de una respuesta también política, pues de otra manera los mexicanos estaríamos dispuestos a ampliar el espacio de la rotonda de mujeres y hombres ilustres, porque el talante de nuestro carácter es proclive a la violencia.
Por lo pronto, Andrés Manuel López Obrador logra su objetivo: que se hable de esa mafia del poder, de los barones del dinero, como instigadores de la violencia política, cuyo dominio es actualmente de su exclusiva propiedad, pues entre decisiones equivocadas y arbitrariedades decididas, lo que menos quiere es que se destaquen sus errores, y sus horrores.
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Sobre el texto de Grupo México, me llega una aportación cultural de alguien que conoció y le narraron lo siguiente:
Me contaron los trabajadores y los gerentes de Grupo México de la fundición de cobre, que está dentro del complejo de la mina, que recordaban la sencillez del papá del actual, por cierto, al que no conocían, sentado al pie de la gigantesca chimenea que hay en el complejo. Es la estructura más alta del norte del país con 280 metros. El papá sentado en camisa viendo la operación y platicando con los trabajadores. Desde la parte superior de la estructura en las noches se alcanzan a ver las luces de las ciudades de Arizona.
La sencillez contra la mamonería. Y mira que para los trabajadores era impactante verlo bajar de un avión 737 que era su jet privado y aterrizaba junto a la mina. Dentro del complejo estaba una pista gigantesca para ese fin.
Solamente he conocido dos pistas dentro de las plantas de esas dimensiones. La de Larrea, en Nacozari, y la de Peralta en IUSA, allí aterrizaba y despegaba el 727 de Alejo, y después de Carlos.
Y como colofón de la historia, no sé si siga la pista en Nacozari. Pero la de los Peralta en IUSA la tuvieron que cerrar por ahí de los años 90, quizás finales, porque llegaron a bajar aviones de narcos. Así que primero la llenaron de botes y le fueron destruyendo.
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