Por Rubén Iñiguez
CIUDAD DE MÉXICO.- Sobrevivió decenas, quizá cientos de años, pero hoy, un poco después del mediodía, bajo un cielo gris de un día templado, sin frío ni calor, murió el legendario arbol que había sido envenenado años atrás para permitir un negocio inmobiliario en Alejandro Dumas 15, a unos cuantos pasos de la emblemática calle de Campos Eliseos y a menos de una calle del también emblemático parque Lincoln, en Polanco.
La tragedia que se vive en Acapulco, consecuencia de los cambios climáticos cuyo origen, sin duda alguna, está en el ecocidio permanente que cometen los abusos y transgresiones a la naturaleza. Cientos de hermanos del árbol caído hoy, derribado poco a poco, pero con la rapidez de un huracán grado 5, el árbol legendario sucumbió bajo el estruendo de la poderosa sierra eléctrica y de las manos inocentes de trabajadores de la alcaldía Miguel Hidalgo, quienes simplemente cumplieron las instrucciones superiores.
Desde muy temprana hora brigadas trabajadores con potente grua derribaron el árbol y así el ecocidio quedó consumado, sin rubor y sin vergüenza. Con total impunidad frente a un organismo que estuvo vivo hasta que, en coincidencia con el desarrollo de un pequeño edificio de departamentos que acabó con comercios que en algún momento fueron referentes en la zona. Fue el único árbol, quizá uno de los más antiguos de Polanco, que había sobrevivido a todo, no pudo frente al diseño arquitectónico que colocó, precisamente, la entrada de vehículos en donde el imprudente y legendario árbol estorbaba.
Con toda seguridad la orden fue dada: tirenlo.
Pero para simular o al menos ocultar el ecocidio, primero se le envenenó y luego ya seco, no quedó otra que derribarlo.
Ya la entrada del flamante edificio de Alejandro Dumas 15, no tiene ningún estorbo en su entrada de vehículos.
El ecocidio quedó consumado.