Por Vladimir Galeana*
Sin lugar a dudas los excesos del Presidente de la República han sido nefastos para la mayor parte de los mexicanos de todas las latitudes de este aún maravilloso país. Y no se trata de desvirtuar las maravillosas ideas que de repente se le ocurren el inquilino de Palacio Nacional, quien hasta ahora no termina de devastar el sureste del país, y enriqueciendo a sus hijos con los recursos maderables de la zona.
La devastación de la selva lacandona ha sido brutal, y por desgracia seguirán tumbando árboles con la obra más repugnante que se haya ensayado en este país. Los recursos maderables de caoba han sido capitalizados por los afamados hijos del Presidente de la Republica, ese trío de jóvenes a los que la inquina pública los ha tildado como “Trivagos”, porque ni son funcionarios y mucho menos inversores.
Por lo pronto el Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza ha emitido un veredicto determinante, considerando que esa obra podría constituir un ecocidio y un etnocidio en el maravilloso estado de Quintana Roo y en todo el sureste mexicano. El tribunal ha determinado que esta megaobra vulnera los derechos de la naturaleza y los derechos bioculturales del del pueblo Maya, quienes históricamente han sido los guardianes de su territorio.
Pero también habrá que señalar que ese territorio incluye cenotes, cuevas, selvas, biodiversidad y cultivos tradicionales. Pero también habrá que señalar que esta decisión se fundamenta en la “Declaración Universal de los Derechos de la Madre Tierra», que hasta hora reconoce el derecho de la tierra a ser respetada, regenerar su biocapacidad y mantener sus ciclos vitales sin alteraciones humanas.
Hasta ahora esta presunta emblemática obra no es otra cosa que un capricho del inquilino de Palacio Nacional, quien hasta ahora ha invertido enormes cantidades de dinero que desde luego han capitalizado sus nobles hijos, quienes son hasta ahora unos de los más grandes negociantes que tiene este aún maravilloso país, y vaya que han ganado mucho dinero con la tala de más de diez millones de árboles de maderas finas.
Por lo pronto el Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza ha solicitado al Gobierno de México que realice una auditoría independiente en colaboración con las comunidades que han sido afectadas con la finalidad de medir el impacto ambiental de la obra. Pero no termina solamente en eso, porque ha instado al gobierno a reparar y restaurar los ecosistemas afectados y suspender la expropiación de las tierras ejidales. ¿Lo cumplirá el inquilino de Palacio Nacional? Está por verse.
Al tiempo.
* @vladimirgaleana es maestro en periodismo, doctor en Ciencias de la Comunicación. Lic. en Derecho por la UNAM.
VCR/Yaesnoticia.com
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