Hace un boquete; aunque no del tamaño que desean los opositores
Si quieres ganar un adepto para tu causa, convéncelo primero de que eres su amigo sincero.
Abraham Lincoln (1808-1865) Político estadounidense.
Por Víctor Sanchez Baños
Marcelo Ebrard anunció ayer la creación de un nuevo partido político (como si no tuviéramos demasiados) que llevaría el nombre del Movimiento Progresista. A partir del 18 de septiembre, el lunes próximo comenzarán a organizarse y abre la puerta a miles de morenistas; muchos de ellos de primer nivel, que tendrían que abandonar las filas del partido que le dio vida Andrés Manuel López Obrador.
El análisis sobre este hecho, va más allá de una nueva corriente política similar a la que Víctor Manuel Camacho Solís hizo en la segunda mitad del sexenio de Carlos Salinas, luego que éste no le entregara la candidatura presidencial y se la diera a Luis Donaldo Colosio.
Camacho creó lo que dio en llamar el Partido Centro Democrático, y Marcelo formó parte de esa organización política, después que fue repudiado por las greyes priistas.
Le duró el gustó 15 meses a Camacho, quien dejó en la orfandad política libras y ya un gran número de seguidores. Marcelo fue el que recibió la noticia de la pérdida de registro del entonces Instituto Federal Electoral, que encabezaba José Woldenberg.
PCD se fundó el 30 de junio de 1999 y se disolvió el 15 de septiembre de 2000 con una pretendida ideología “centrista”.
No tuvo el mismo éxito que el movimiento Andrés Manuel López Obrador. No tenía la base popular necesaria para tener el mínimo de votos durante las elecciones federales.
Pero vayamos al otro aspecto que es fundamental. Qué pasará con los miles de seguidores de Marcelo. Esperaban, celebrar fuera candidato presidencial, tener la esperanza de lograr un puesto en la administración pública. Éste es el principal aliciente que tienen los políticos que siguen a un líder. Buscan asegurar entre 3 y 6 años ingresos económicos y seguir pegados a la ubre presupuestal. Todo lo demás es romanticismo y candidez.
Marcelo abrió una grieta irreparable en las estructuras de Morena. El control de daños lo revisa el equipo de Claudia Sheinbaum y, como es natural, ofrecerá a los seguidores del ex canciller posiciones políticas en Morena. Esto es política natural.
Además, Ebrard, aunque lo nieguen en el partido oficial, hace un boquete; aunque no del tamaño que desean los opositores. Pero, de que hace daño, el carnal hizo daño.
Se negó a aceptar las invitaciones de la alianza opositora, tanto de Xóchitl Gálvez como de Alejandro moreno y Marco Cortés. Este es un guiño para López Obrador. Sin embargo, los principales actores del oficialismo mexicano, no dejan de echar chispas.
La despedida no fue agresiva. Se aprecia, pese a todo, que hay una buena relación entre Ebrard y la Cuarta Transformación. Sabe perfectamente que el hoy ex morenista, que no debe enfrentarse con el presidente, quien tiene todo el poder para destruirlo.
Con todo el panorama de contradicciones, esto es democracia y la decisión de los políticos, pueden llevar a un choque, o alguna partida sin dolor.
@vsanchezbanos