Por Avelino Granados *
Primera de dos partes
Desde “…ahí están sus masacres..”, hasta “no oigo, no oigo”, seguido de estruendosas carcajadas con su chiste de mal gusto que sólo a él hace gracia, son las respuestas y burlas de un Presidente que, al parecer, ya perdió si no la cordura, si la sensibilidad y el respeto por los que sufren la pérdida de un familiar ante el horror provocado por las acciones que desarrollan las bandas delincuenciales.
Desde que inició su mandato, hace ya cinco años, el esquema del combate a la inseguridad que presentó ya como Presidente del país Andrés Manuel López Obrador, sustentado en su lema de “abrazos y no balazos” con el argumento de que no se puede enfrentar a la violencia con violencia, se preveía ya como un fracaso y que a estas fechas se comprueba con los magros resultados ante la espiral de violencia y el empoderamiento de los grupos criminales. Y es que no se trata de ejercer la violencia, sino de aplicar la ley a quien la infringe.
Los casos de la desaparición y posible asesinato de los cinco jóvenes en Lagos de Moreno, Jalisco, y los cuerpos destazados y congelados localizados en Poza Rica, Veracruz, son sólo un mínimo ejemplo de la barbarie que actualmente se vive en México, ante una delincuencia cada vez más sanguinaria que actúa libre al amparo de una falta de acciones de gobernanza y la carencia de un estado de derecho.
Pero el Presidente insiste en no ver la realidad que padece México, o hace como que no la ve aunque esté consciente de ella porque así conviene a sus intereses. Él continúa como inició, en una eterna campaña más preocupado por continuar ostentando el poder que se le acaba, que por la problemática que aqueja a millones de mexicanos.
A últimas fechas ya no oculta su preocupación y nerviosismo por el poder que se le esfuma, como lo reflejan sus movimientos corporales, sus gestos y actitudes. Intenta convencer con su eterna perorata de que está contento y de buenas, aderezado con su dosis de sarcasmo, sus risotadas y sus agresiones verbales contra los que no coinciden con él.
La burlona respuesta que dio ante el griterío de algunos representantes de la prensa profesional que acude a las mañaneras, pidiéndole que hablara sobre la desaparición de los jóvenes jaliscienses, recordó aquel momento similar en su conferencia de 18 de septiembre del 2020, cuando criticó la portada del diario Reforma, que informaba la suma de 45 masacres. Al proyectar la imagen López Obrador señaló la imagen del diario y exclamó entre carcajadas: “Ahí están las masacres”, generando de inmediato el rechazo de los usuarios de redes sociales, quienes increparon al titular del Ejecutivo Federal por reírse de un tema que les parece grave y el cual ha afectado a miles de familias a lo largo del territorio nacional.
Cada que tiene oportunidad señala enfático que “en mi gobierno ya no hay masacres ni desaparecidos”; pues en qué país vive? Ya parece burla, porque, no obstante sus otros datos que refieren que el número de homicidios se ha reducido, la verdad es que de acuerdo con las cifras del INEGI, desde julio pasado, López Obrador encabeza ya la administración más violenta de la historia reciente de México con 156,479 muertes intencionales, considerando que el sexenio de Felpe Calderón ocurrieron 120,463 muertes y en el de Enrique Peña Nieto el acumulado fue de 156,066 asesinatos.
A ello hay que recordar que se avecinan para el próximo año las elecciones generales, en las que además del presidente de la República, se elegirán 128 senadores y 500 diputados federales, en tanto que se renovarán ocho gubernaturas y la jefatura de gobierno de la Ciudad de México. El riesgo de que los comicios se llenen de sangre es cada vez más grande, porque, como ya se ha visto, la delincuencia organizada intentará a toda costa imponer a sus candidatos.
En tanto, el Presidente enfoca su angustia y nerviosismo hacia su permanente propaganda política en sus mañaneras, buscando asegurar su “permanencia” a través de la persona que él designe para ocupar la Presidencia el próximo 2024, con la intención de “mecer la cuna” y continuar con su legado que él llama “transformación”.
*Especialista en temas de seguridad
VCR/AG