Pablo Cabañas Díaz.
La creencia en los aluxes permanece en Campeche, Quintana Roo y Yucatán. No obstante, la manera de concebirlos ha ido cambiando a lo largo de los años como resultado de modificaciones en las formas de subsistencia, los estilos de vida, así como por la propia dinámica de la sociedad. Su vigencia se pudo constatar por antropólogos y sociólogos en las explicaciones de los trabajadores de Chichén Itzá –ciudad sagrada de los antiguos mayas y actual referente turístico internacional–, ante al desplome del techo del escenario que estaban construyendo junto a la pirámide Kukulkán, donde Elton John daría un concierto en abril de 2010, los trabajadores ellos atribuyeron el accidente a estos seres. Su presencia, argumentaron, se constata en los frecuentes ruidos extraños, carcajadas, sombras, figuras que se desvanecen, y cosas que cambian de lugar, o fallan sin explicación . Hubo declaraciones similares con motivo del concierto de Plácido Domingo en 2008, y de Sara Brightman en 2009, ambos en el mismo sitio arqueológico.
La existencia en los aluxes está muy difundida en el área maya, pero las concepciones sobre ellos se han ido modificando con el paso del tiempo como consecuencia de los cambios en las formas de subsistencia, la adscripción religiosa, los estilos de vida, y la dinámica de los procesos de socialización; estos últimos siempre implican la reelaboración subjetiva de las transmisiones percibidas e incorporadas por parte de los sujetos. Esos pequeños personajes de la cosmogonía maya, cuya función fundamental es cuidar la milpa y las parcelas de tierra cultivada de los agricultores. El término deriva de la pluralización de su singular alux, siguiendo las reglas gramaticales de la lengua española, o aluxo’ob según la gramática de la lengua maya. En cuanto a su fisonomía, los describen como niños traviesos con la estatura de uno de tres a cuatro años de edad, pero con apariencia de adultos o viejos. Para algunos, llevan barba larga y una corona en la cabeza . Según otros, visten como campesinos mayas; usan alpargatas, sombrero, escopeta, hacha, machete, y los acompaña un perro . Según otra concepción, los aluxes son muñecos de barro o de madera, confeccionados por h-meno’ob, quienes posteriormente les infundieron vida mediante rituales específicos. A cambio de su trabajo como custodios, el dueño debe brindarles anualmente saká y k’óol -sopa caldosa y espesa-, en el marco de un ritual que incluye plegarias. Para ello, contrata los servicios de un h-men, quien además va nombrando a las personas que viven y trabajan en el predio en cuestión para que los aluxes los distingan de los extraños, y así no les hagan daño. Si el propietario de un terreno no cumple con este deber, lo hostigan con “travesuras”; si la falta persiste. Los aluxes son muñecos de barro o de madera, confeccionados por h-meno’ob, quienes posteriormente les infundieron vida mediante rituales específicos. Una vez elaborados, se les coloca en las esquinas de un terreno para que eviten la entrada de personas extrañas a robar los cultivos, ya sea asustándolas, lanzándoles piedras, desorientándolas para que no encuentren la salida, ocasionándoles calentura y dolores de cabeza que sólo puede sanar un experto en este tipo de rituales.
The post OTRAS INQUISICIONES: Los aluxes appeared first on Almomento | Noticias, información nacional e internacional.