CIUDAD DE MÉXICO.- Cuando me iniciaba en la política, los espacios institucionales de participación en la capital eran restringidos a la administración de instituciones gestionadas por un poder central, concentrado en el Ejecutivo, quien designaba al titular de la Regencia y, consecuentemente, a los entonces denominados delegados políticos.
Tuve la oportunidad, desde la entonces Asamblea de Representantes, de empujar la creación de instituciones cada vez más democráticas en la ciudad: Comisión de Derechos Humanos del DF, Instituto de Transparencia, Instituto de Vivienda de la Ciudad y un largo etcétera. Desde entonces mi participación siempre ha sido para democratizar nuestra sociedad.
La reforma política alcanzó a la capital nacional, tuvimos un Congreso Constituyente y nos transformamos de una ciudad con esperanza a una de las más avanzadas en materia de derechos.
Hemos sufrido tragedias derivadas de catástrofes naturales, así como de las acciones de los hombres.
Siempre he sido un político liberal que anhela un país próspero, igualitario, soberano, democrático e incluyente, en el que los derechos humanos se respeten con tanta naturalidad que las comisiones que los defienden se queden sin materia; en el que las políticas públicas en su conjunto tengan perspectiva de género y la desigualdad social no tenga la dimensión insultante que alcanza hoy; un país en el que se preserve el medio ambiente y se erradique la violencia en todas sus manifestaciones.
He intentado, en cada oportunidad, contribuir, en la medida y alcance de mis posibilidades, desde los distintos encargos que he asumido. Así lo hice en materia de vivienda, impulsando una política social con calidad, certeza, seguridad y, sobre todo, honestidad. Así lo hice en materia de salud, de asistencia, de movilidad, de erradicación del maltrato animal… tanto en mis experiencias administrativas como legislativas.
Así, hemos llegado a este momento en el que el país vuelve a vivir una coyuntura en la que es posible modificar el futuro o, si no actuamos, prolongar las inercias.
Después de reflexionarlo detenidamente, profundamente; tras conversarlo con mi esposa y mis hijos, con mis amigos, con actores políticos y sociales relevantes; con gente a la que valoro y admiro, aunque no necesariamente tengamos las mismas opiniones, he tomado la decisión personal de sumarme plenamente al proyecto de Claudia Sheinbaum, de unirme a un esfuerzo colectivo, de muchas y muchos que queremos que ella sea la próxima presidenta de México.
Queremos que Claudia Sheinbaum encabece la siguiente etapa de los cambios que vive nuestro país. Estoy muy motivado para formar parte de este proceso colectivo, amplio e incluyente y he venido a explicar mis razones:
1. Cuando la vi a los ojos por primera vez, me encontré la sensibilidad, la firmeza y la coincidencia en una sola preocupación: la gente, las personas, el pueblo.
Lo explico: el accidente de la línea 12 del Sistema de Transporte Colectivo Metro ha sido una de las experiencias más graves y traumáticas en la Ciudad de México, después de los sismos de los 19 de septiembre de 1985 y 2017.
Actores políticos que tuvieron funciones públicas y de decisión, en distintos momentos de la línea del tiempo, intentaron eludir y transferir responsabilidades. Intentaron a toda costa patear balones fuera de la cancha, zafarse, escaquearse de asumir su responsabilidad política (el “yo no fui, fue Teté”).
En mi encuentro con la Jefa de Gobierno para hablar de este terrible accidente me encontré, quiero decirlo con claridad, con una mujer, con una gobernante sensible que, a todas luces, priorizó la atención a las víctimas, la reparación del daño, la indagación sobre las causales técnicas del accidente para restaurar el funcionamiento de esa infraestructura, alguien con capacidad de escuchar y que no sólo no intentó esquivar el golpe, sino que puso de inmediato el foco en la gente.
En un momento crítico y trágico de la historia de la ciudad, donde varios actores intentaron aprovechar la crisis con fines políticos buscando culpables a convenciencia. Digámoslo claro, la Línea 12, en la mitad del tramo elevado, tuvo graves problemas de diseño, de construcción y de supervisión. El mantenimiento poco puede tener que ver en una obra que debió haber sido diseñada para durar cien años, y que se colapsó en 7 años de uso.
La primera vez que hablé sin intermediarios con Claudia Sheinbaum sobre este tema, encontré a alguien que sabe escuchar, tomar su propia perspectiva de análisis y convertirla en decisiones estratégicas de beneficio colectivo.
He tratado con muchos políticos y gobernantes y a una parte importante de ellos se les olvida precisamente eso: el interés colectivo sobre las ambiciones personales, el bien común, el fin superior de la política. No es su caso.
2. Las coincidencias legislativas y de visión con la Jefa de
Gobierno.
Desde el Congreso de la Ciudad de México se interactúa cotidianamente con el Gobierno, desde el ejercicio de las atribuciones de control legislativo hasta las comparecencias de sus funcionarios, pasando por nombramientos que deben ser sancionados por la soberanía cameral y, por supuesto, en el análisis, formulación y discusión de leyes.
Permítanme decirlo, reconocerlo en público, en más de una ocasión obtuve más sensibilidad ante mis propuestas, planteamientos y críticas por parte de la Jefa de Gobierno que de las fuerzas aliadas.
Cuando he planteado, por ejemplo, la necesidad de prohibir el maltrato a los animales y logrado que el Congreso abra alguna discusión, han brincado algunos dirigentes de distintos partidos con intereses taurinos, sin recibir su respaldo o, incluso, posibilidades de debatir.
En el gobierno de Sheinbaum, en cambio, no han dudado, con distancia, frialdad y hasta desconfianza en un principio y con naturalidad y regularidad después, en abrir la posibilidad de discutir y aceptar, o en su caso rechazar, ideas, iniciativas, diagnósticos, propuestas.
Probablemente alguna vez he provocado dolores de cabeza al grupo parlamentario oficial, pero también hemos encontrado disposición de diálogo con la venia de la Jefa de Gobierno.
Es más fácil obtener un sí o un no, o un cómo sí, con claridad, de Claudia Sheinbaum que con aquellos que se dicen aliados pero privilegian sus intereses.
Resulta pues, que fui descubriendo en las coincidencias que hay una visión progresista, de una izquierda coherente con la viabilidad de las políticas públicas, pro derechos, con racionalidad.
3. El momento histórico del país.
La palabra historia es muy grande. Pronunciarla significa una gran responsabilidad. Por eso cuando analizamos el momento histórico del país estamos pensando en que hay una guerra prolongada entre Rusia y Ucrania que ha afectado al resto del mundo, al menos en los costos de la energía, en la escasez de ciertos granos, en la inestabilidad de precios agrícolas que han generado las movilizaciones en el norte de México, por ejemplo.
Estamos pensando en que hay una redefinición de la geoplítica mundial en la que Norcorea continúa con sus ensayos de misiles; Alemania entra por primera vez, en solitario, a una recesión económica técnica; Estados Unidos mantiene una agenda de tensiones con México con una política migratoria deficiente, exacerbada por una precampaña electoral en la que compiten actores de derecha peores unos que los anteriores.
Al hablar del momento histórico de México, estamos pensando en que el cambio climático avanza, los volcanes del mundo despiertan, no sólo Don Goyo, recuerden que apenas en 2021, el volcán de Tajogaite en la Dorsal de Cumbre Vieja, en La Palma de Gran Canaria, estuvo en erupción tres meses consecutivos.
Mientras eso ocurre en el exterior y con variables no controladas que se suceden unas a otras, en nuestro país la agenda de la transformación nacional, del combate a la pobreza, a la corrupción y a los privilegios sigue vigente.
Asistimos al desdibujamiento de una oposición incapaz de entender nuestra responsabilidad compartida al haber permitido tal acumulación de rezagos, contradicciones e injusticias.
Una oposición incapaz de pedirle a los mexicanos perdón por haber contribuido a las desigualdades o por no haber impedido abusos y seguirse aferrando a sus privilegios.
Cuando la sociedad clama a los partidos que se abran a los reclamos, los dirigentes opositores se cierran, ponen candados para que participe la ciudadanía, se aferran, se pelean entre sí y no pueden formular propuestas alternativas.
Hoy, por ejemplo, en la mal llamada “Alianza”, a los militantes de izquierda y progresistas, liberales y librepensadores, sólo se nos presentan opciones de candidatos de derecha, sin tener una posibilidad realista de que el PRD pueda presentar sus propios candidatos o incidir en el proceso… Vaya, ni proponer perfiles, limitándonos a ser meros testigos y porros (por aquello de las porras).
La realidad se impone en la supuesta Alianza. La realidad avasalló. Solamente dos personajes son considerados con verdaderas posibilidades: un hombre cuyo mayor logro es haber promocionado los casinos y casi desaparecer a la Lotería Nacional; y una mujer, émula del partido VOX español, que ha dicho abiertamente representar la agenda y los intereses más conservadores de la derecha, triste realidad para una alianza con la izquierda.
Es en un momento como éste, cuando los partidos aún no postulan a quien deba competir por la presidencia de México, cuando la práctica y la cultura política apenas comienzan a cambiar, que decidí pensar y repensar las opciones que tenemos las y los mexicanos.
4, ¿Por qué Claudia y no otros?
Es en esta coyuntura, donde lo que hagamos o dejemos de hacer puede modificar el futuro, encuentro que Claudia Sheinbaum tiene más capacidades visibles que sus contendientes fuera y dentro de su partido.
Desde que comenzó el siglo, Claudia Sheinbaum forma parte de un equipo político al que le ha demostrado lealtad y eficacia.
Hay muchos leales con los que no se puede ir a buen puerto,
Sheinbaum ha demostrado que consigue resultados.
Ahora, en la misión de encabezar la candidatura presidencial, le corresponderá llevar a una fase superior la denominada cuarta transformación. No se trata de cuidar un legado de una administración que concluye, porque lo que no ha conluido es el cambio necesario. De lo que realmente se trata es afianzar la perspectiva del lado de los pobres, de consolidar lo emprendido con éxito, de reconducir las desviaciones inevitables y de hacer patria.
Claudia Sheinbaum tiene el perfil necesario para el tiempo y el lugar, reúne trayectoria, capacidades, actitud, respaldo ciudadano y equipo de trabajo.
Entre otras razones, por esto me decidí a manifestar mi decisión de sumarme al proyecto nacional de Claudia Sheinbaum y al hacerlo, expresar con claridad. Lo estoy haciendo desde hoy porque no seré de aquellos que acercan su sardina al fuego nuevo una vez encendido este, sino, desde antes de consolidar el proyecto, sumarme decididamente:
1. No busco ninguna candidatura para 2024. La decisión no es resultado de ninguna negociación en lo oscurito o tras bambalinas.
2. No renunciaré a mi grupo parlamentario ni buscaré afiliarme a Morena. Aunque entenderé si mi decisión tuviera consecuencias. Mis compañeras y compañeros de partido en la Ciudad de México y en el Congreso local luchan incansablemente por responder a nuestros representados. No tengo sino gratitud y solidaridad con los liderazgos locales del PRD. Pretendo continuar en el Congreso hasta el fin de la legislatura votando, como hasta ahora, con convicción y conciencia.
3. ¿Qué voy a hacer? Ya lo he iniciado. He integrado un equipo técnico de reacción rápida para analizar la coyuntura y formular recomendaciones; he iniciado un recorrido con las redes liberales que nos son afines, para sumar apoyos a lo largo y ancho del país; y he comenzado a integrar un equipo de planeación estratégica que identificará nudos de resistencia y espacios de oportunidad, para impulsar las políticas públicas necesarias en la siguiente fase superior de una verdadera Transformación, que será el gobierno federal de 2024 a 2030, con Claudia Sheinbaum como presidenta, como la primera mujer presidenta de México.
AM.MX/fm
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junio 1, 2023
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Siempre he sido un político liberal que anhela un país próspero, igualitario, soberano, democrático e incluyente: Jorge Gaviño Ambriz
Por Vocero
CIUDAD DE MÉXICO.- Cuando me iniciaba en la política, los espacios institucionales de participación en la capital eran restringidos a la administración de instituciones gestionadas por un poder central, concentrado en el Ejecutivo, quien designaba al titular de la Regencia y, consecuentemente, a los entonces denominados delegados políticos. Tuve la oportunidad, desde la entonces Asamblea... Más [+]...