Por Pablo Cabañas Díaz
La cinematografía producida en la frontera entre México y Estados Unidos conocida como -cabrito western- se concibe como películas que utilizan las convenciones típicas del western americano para trasladarlo a un ambiente contemporáneo. El punto culminante de este tipo de cine se produjo en los años ochenta con producciones vinculadas en lo que se llamó el “cabrito western”, que sustituía a forajidos, malhechores, colonos, indios y vaqueros por contrabandistas, braceros, traficantes y “espaldas mojadas”: Estos últimos temas recurrentes fueron alimentados por corridos como “Tres veces mojado” (1989), de los míticos Tigres del Norte.
Este género se popularizó durante los años 80. Tuvo sus seguidores entre los mexicanos migrantes en los Estados Unidos. Este tipo de filmografía consistía en una versión mexicana del hombre vaquero estadounidense con historias de contrabando, tráfico de drogas, y mucha acción de héroes pistoleros. Estas películas tienen como antecedente “Sed de mal” (1958) de Orson Welles, una de las mejores obras del llamado “cine de frontera”. Fue un drama psicológico de altísimos vuelos, con interpretaciones magistrales a cargo de Charlton Heston, Janet Leigh y el propio Welles. Además, quedó como el acta fundacional de las realidades que transitan a lo largo de una frontera tan contrastante en lo económico y lo cultural.
A pesar de estar rodadas con pocos recursos económicos, filmes como “Pistoleros famosos”, “Lola la trailera”, o “El traficante”, hicieron las delicias de millones de espectadores, especialmente de mexicanos radicados en los Estados Unidos. La calidad no era su fuerte, pero aun así sentaron las bases del gran estallido que se produjo después, con el estreno de películas como “Cachitos Picantes” (2000), en la que intervienen Woody Allen, David Schiwmmer y Sharon Stone, “Crash” ganadora de tres Óscar en 2004 o “Babel” (2006), premio al mejor director en Cannes, Globo de Oro, candidata a seis Óscar y ganadora a la mejor banda sonora.
También destaca la cinta, “Los tres entierros”, dirigida, producida e interpretada por Tommy Lee Jones. En esos años, la cinematografía gubernamental favoreció al director Arturo Ripstein quien rodó en 1977. “El lugar sin límites”, quizá una de las mejores películas del cine mexicano. El filme, basado en la novela homónima de José Donoso, reflexiona con originalidad sobre la masculinidad y el machismo en la cultura mexicana. Otra de las más destacadas películas de Ripstein de la época es “Cadena perpetua” (1978), que narra la historia del Tarzán, un ex delincuente que buscar rehacer su vida mientras su pasado regresa constantemente para impedírselo.
Sin embargo, Jaime Humberto Hermosillo no contó con financiación estatal para la realización de “Las apariencias engañan” (1977), obra que trata abiertamente sobre la diversidad sexual y que fue prohibida durante cinco años por el gobierno. La película fue filmada en 1978, pero debido a su contenido, fuerte y explícito para la época fue censurada y no pudo estrenarse hasta 1983. Es la primera cinta mexicana donde se aborda abiertamente el tema de la transexualidad.