Roberto Vizcaíno
Los ciudadanos lo volvieron a hacer. No sólo llenaron el Zócalo sino sus calles convergentes y decenas de otras plazas en el interior del país y fuera de él, para sumar lo que usted quiera ponerle. Yo calculo poco más de 300 mil personas sólo en la Plaza Mayor. En todos los otros lugares podrían haber sido millones,
Y es que lo mismo que ocurrió en la CDMX pasó en todas las otras ciudades donde se dio esta expresión. A mi me tocó ir a la de Querétaro donde hubo plaza llena y calles desbordantes.
Seguí como muchos las concentraciones de la Ciudad de México y otras del país y el extranjero por redes sociales, y lo que vi fue un animo firme de los ciudadanos en contra de las intenciones del presidente Andrés Manuel López Obrador de alterar, trastocar, las normas, instituciones electorales democráticas, y la calidad orden, claridad y de participación electoral que hemos construido desde 1990 a la fecha.
Y creo que de alguna forma todos quienes salieron ayer a las calles y plazas de todos los lugares donde hubo movilización en defensa del INE y de nuestro sistema político, electoral y democrático, coinciden con mi propia visión del futuro que podría esperarnos con la aplicación del Plan B de AMLO.
Luego de ser testigo y cubrir periodísticamente todo lo logrado electoralmente a lo largo de estos 35 años, desde la creación del Frente Democrático y la campaña presidencial inicial de Cuauhtémoc Cárdenas -a quien acompañé entonces durante meses por todo el país cubriendo su campaña para Excélsior-, la creación del IFE y las reformas electorales subsecuentes lo que veo en el Plan B electoral de AMLO -que no de la 4T- es simple y llanamente la intención de destruir, dinamitar y hacer fracasar el proceso presidencial y todos los demás de 2024.
Quiero pero no logro no creer que el presidente López Obrador lo que busca es crear el escenario de caos para declarar inválidas las presidenciales de 2024. Simplemente no veo más que eso en su insistencia de aplicar sus reformas del Plan B.
Y a pesar de que eso es justo lo que perciben otros millones de mexicanos, al menos quienes salieron ayer a expresarse en contra de ese Plan, eso no fue lo que plantearon los oradores Beatriz Pagès y el exministro José Ramón Cossió.
Ambos llenaron sus intervenciones de lugares comunes y la dieron vueltas y vueltas a sus palabras para no decir las cosas claras. Debieron -según yo-, decirles directamente a los mexicanos: “¡Aguas, este se quiere robar no las elecciones sino el futuro del país declarando la nulidad de las elecciones en 2024!”.
Pero, bueno, seguro que lo alcanzado no fue poco porque en las concentraciones de ayer no hubo incidentes, pintas ni destrucción de negocios, monumentos o inmuebles en ninguna de las 116 ciudades donde las hubo, y que pese a todo, el hecho mismo deja ver que existe un ánimo y percepción de millones de una amenaza latente en contra de la libertad y la vida democrática de los mexicanos.
¿Qué va a hacer Andrés Manuel López Obrador?
Yo creo que sólo corajes. En toda su vida pública no ha demostrado más que ser un necio absoluto, no escuchar a nadie, ni aceptar nunca una advertencia ciudadana.
Ya ayer Mario Delgado, su gerente en Morena, calificaba las concentraciones como una simulación encabezada por corruptos. Un simple y previsible adelanto de lo que va a decir AMLO.
Si a esto le agregamos los duros mensajes internacionales de alarma por lo del Plan B recibidos vía el Congreso de Estados Unidos y los diarios The New Yor Times y The Financial Times, el escenario es más que grave.
El asunto es que si AMLO y sus claques sólo dan estas respuestas están apuntando un futuro de confrontación y quizá hasta violencia.
Esperemos que los hechos siguientes sean de tal contundencia que a AMLO no le quede otra que aceptar y modificar sus intenciones.
¡FUERA DE AQUÌ!
Quien le siguió el juego a AMLO durante el fin de semana y creo una animadversión política hacia sus pretensiones de ir por la presidencia en 2024, fue Ricardo Monreal, quien se sumó a las exigencias de Ignacio Mier, Mario Delgado y Adán Augusto López de que legisladores estadounidenses no interfieran en los asuntos electorales de México.
En pocas palabras todo ellos exigieron a senadores y representantes de EU que manifestaron su preocupación por la aplicación del Plan B electoral de AMLO, que se queden fuera del tema.
Pero más tardaron en hacerlo que los norteamericanos en responderles que lo que pasa electoralmente en México es un asunto de interés y hasta seguridad interior para EU y que ello explica que el T-MEC tenga cláusulas sobre la calidad democrática que debe observar México.
Así que los senadores y representantes (diputados) que han advertido que el Plan B de AMLO es un golpe directo a la democracia mexicana y que expone la viabilidad de elecciones limpias en México, no van a disminuir sino aumentar y que eso se podría traducir en acciones económicas y comerciales para la administración de López Obrador.
En fin, las consecuencias de todo ello sin duda se sentirán y vendrán rápido.
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