MIGUEL ÁNGEL FERRER
El caso García Luna ha resultado un golpe demoledor para el Partido Acción Nacional (PAN). De sus dirigentes principales, uno (Ricardo Anaya) está auto exiliado en Estados Unidos; el otro (Felipe Calderón) puso pies en polvorosa, y se encuentra en España, bajo la protección del fascismo peninsular.
Por lo que toca a sus militantes, históricamente escasos, el caso García Luna no tendrá mayores consecuencias. Pero a cambio sí las tendrá en la masa ciudadana que había hecho del panismo su opción política preferida. Recordemos que en las elecciones generales de 2018 el PAN obtuvo nueve millones de votos contra siete millones del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y los 30 millones de votos en favor de Morena y de López Obrador.
En consecuencia la pelota está en la cancha de esos nueve millones que sufragaron por los azules en 2018. ¿Volverán a votar por el panismo, luego de constatar que el verdadero PAN es una partido inmoral, una organización cuya cúpula es una banda de ladrones?
Y no sólo de rateros, sino que están muy ligados al narcotráfico. ¿El votante panista medio seguirá dándole su confianza a tipos de la calaña de Anaya, Calderón y Fox?
No lo sabemos. Habrá que esperar a los comicios de 2024 para saberlo. Pero, en principio, los simpatizantes del PAN tienen una muy buena opinión de sí mismos, lo que hace difícil que acepten apoyar a una pandilla de malhechores como Anaya, Calderón, Fox y García Luna.
Pero la ideología conservadora del PAN y de los panistas es un fuerte impulso para oponerse a las políticas populares y nacionalistas de Morena y López Obrador.
Y bien se sabe que la ideología conservadora tiene un componente de fanatismo, lo que hace a los panistas oponerse incluso a aquellas políticas públicas de las que son beneficiarios, como la pensión a los adultos mayores. Porque quién no tiene en su familia un adulto mayor: ricos, pobres y clasemedieros, todos estamos en ese costal.
Digamos, entonces, que la disputa por la Presidencia de la República y la mayoría en el Congreso se librará entre el PAN y Morena. Y es claro que, por cuenta del panismo, un componente central de esa lucha será la ideología conservadora, no las obras de gobierno.
Por eso es tan importante tratar de dilucidar qué tanto daño ha hecho el caso García Luna en las posibilidades del panismo para volver a conquistar el corazón del ciudadano más o menos conservador y también más o menos fanatizado.
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