Por Miguel Angel Ferrer
El asunto del supuesto plagio de una tesis de licenciatura siempre estuvo muy oscuro. Se acusó públicamente a una ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) de haber copiado un trabajo previo de otro autor. Pero hasta el momento todo sigue muy enredado.
Sin embargo hay abundantes datos que trasladan este asunto del ámbito académico al campo de la política. Porque ocurre que la citada ministra era candidata abierta a la presidencia de la SCJN, y a quien la derecha le endosaba simpatías y cercanía con la Cuarta Transformación.
El escándalo desatado fue decisivo para que finalmente la citada ministra no pudiera llegar a la presidencia de la Corte, a la cual arribó una mujer de las simpatías del bloque conservador.
Además, desde su origen, el asunto se prestaba a las sospechas, pues el denunciante del supuesto plagio, Guillermo Sheridan, es un miembro destacado del citado bloque conservador, enemigo acérrimo éste de la Cuarta Transformación y en particular del presidente López Obrador.
Y para más sospechas cabe recordar que el patrón de Sheridan es Enrique Krauze, líder del bloque conservador, grupo político al que asimismo pertenece el rector de la Universidad Nacional, Enrique Graue.
Con estos antecedentes ¿procede suponer que Graue es una persona imparcial? Al contrario. Lo que cabe suponer es que el rector Graue es parte principal del nuevo complot antiobradorista.
Pero el asunto es mucho más grave en el caso del rector, porque representa a una institución. Krauze, Sheridan y otros personajes de la misma ralea no representan más que a sí mismos y sólo son gerentes de negocios editoriales multimillonarios hechos al amparo del viejo régimen pripanista.
Obviamente este enredo del supuesto plagio no sólo encuera a Graue como un personaje ultra conservador. El caso también daña a la UNAM, enorme institución que actualmente se debate entre posiciones conservadoras y posiciones liberales. Podría decirse que el rector confundió la parte con el todo. Habló por el todo, la UNAM, y no por la parte, los grupos conservadores.
Eso del supuesto plagio parecía que iba bien, ya que el conservadurismo logró su meta de impedir que la ministra acusada de plagio llegara a presidir la Corte. Pero el costo de esa maquiavélica jugada ha tenido y tendrá un enorme costo político para Graue y para la UNAM. Al final de su rectorado Graue habrá de entregar muy malas cuentas a la Universidad y a los universitarios.
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