Muy estimado lector/a, te comento que hace ya algunas décadas, asistí a una función de cine en la que proyectaban la película: “Pelotón”, una cinta que aborda el tema de la guerra de Viet Nam. Hubo una escena que recuerdo emotivamente: Un oficial del ejército (Willem Defoe) traicionado por uno de sus “pares” (Tom Berenger) es abandonado y dado por muerto según su victimario. Pero para sorpresa de todos los militares que ya huían en sus helicópteros Bell UH-1, el militar abandonado aparece, corre y cae una y otra vez (en cámara lenta), alcanzado por ráfagas de balas enemigas mientras como fondo musical se interpreta una de las más tristes obras musicales del planeta; el Adagio para cuerdas Opus 11 de Samuel Barber.
La música me arrancó gruesas lagrimitas, lo que no logró la exagerada escena.
Muchos años después, el “DJ” Tiesto convirtió su versión de dicho Adagio en uno de sus grandes éxitos. Y (como diría el Maestro Maussan) nadie dijo nada sobre la utilización de la obra de otro que queda impresa en la memoria de la generación del “Rave”, como obra de Tiesto.
No es plagio, es un “Remix”.
La práctica del plagio intelectual, esto es, el “secuestro de las ideas de otro” se ha convertido en una lamentable y muy frecuente práctica en todos los niveles académicos.
Cito al Doctor Eduardo Rosselot Jaramillo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile; quien nos ofrece una definición nítida de lo que se considera como plagio intelectual: “Se entiende como plagio la apropiación, presentación y utilización de material intelectual ajeno, sin el debido reconocimiento de su fuente original. Constituye, por lo tanto, un acto fraudulento, en el cual existe presunción de intencionalidad, en el sentido de hacer parecer un determinado conocimiento, labor o trabajo, como producto propio; y de desconocer la participación de otros en su generación, aplicación o en su perfeccionamiento”
https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0034-98872008000500016
En tiempos recientes, hemos atestiguado escandalosos casos de plagio, eso sí, descubiertos por académicos e investigadores (como diría Doña Cuca) “de a deveras”.
El Académico Guillermo Sheridan se ha convertido en el Comisario Maigret, (personaje del escritor Georges Simenon). Como él lo ha manifestado: analizando al estilo de la vieja escuela, ha exhibido públicamente a tenebrosas personalidades y sus travesuras intelectuales.
Comparto las ligas de algunos de sus más relevantes trabajos forenses:
El escritor Fabrizio: el plagio como reencarnación
https://www.eluniversal.com.mx/opinion/guillermo-sheridan/gertz-y-los-plagios-que-hacer
Una ministra pasante: Yasmín Esquivel, candidata a presidir la SCJN, plagió su tesis de licenciatura
Concluyo estas líneas con la siguiente reflexión: Para la elaboración de trabajos académicos, existe la metodología que le da coherencia a la producción intelectual, citar fuentes es una de las herramientas más importantes para diferenciar nuestro pensamiento del de los demás. No hacerlo, es una falta de respeto grave a nosotros mismos.
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