Pablo Cabañas Díaz
Pocas estrellas de cine tuvieron tanto éxito en los años cuarenta del siglo XX, como Ingrid Bergman. (1915-1982). En Casablanca (1943), su imagen fue el retrato de un rostro inocente y de una gran belleza que eclipsó al mismísimo Humphrey Bogart . En su autobiografía, “Ingrid Bergman: mi historia”, que se publicó en 1980, narra como en poco tiempo era una de las actrices más veneradas del cine. Saltaba de un set de rodaje a otro y de ahí a galas y certámenes. Poco a poco, su vida se separa de su entorno familiar que apenas llegó a compartir con su esposo un neurocirujano llamado Petter Lindström, y su primera hija, Pía.
En 1943 recibió la primera de sus siete nominaciones al Oscar, un premio que habría de recibir en (1944) por Luz que agoniza y que volvería a ganar en otras dos ocasiones con Anastasia (1957) y Asesinato en el Orient Express (1975). En 1945, a finales de la Segunda Guerra Mundial, la actriz fue enviada a Europa para dar apoyo a las tropas estadounidenses. Un viaje del que regresaría con una historia de amor con el famoso fotógrafo Robert Capa. Su idilio duró seis meses, aunque la historia no se conoció hasta varias décadas después, cuando ella publicó su autobiografía. Por aquellos años también se le atribuye una relación sentimental con el director Victor Fleming, que precisamente la dirigiría años después en una de las versiones más célebres del cine sobre Juana de Arco.
Pero el gran vuelco de su vida llegaría en una sala de cine, viendo Roma, ciudad abierta. La película de Roberto Rossellini supuso una revelación para la actriz. Para asegurarse de que no había sido un espejismo decidió ver otra película de este director italiano, Paisà, y el impacto fue el mismo. Es entonces cuando escribe su famosa carta a Rossellini. “Si necesita a una actriz sueca que habla muy bien inglés, que no ha olvidado el alemán, que no es muy entendible en francés y que en italiano sólo sabe decir ‘ti amo’, estoy lista para ir y hacer una película con usted”.
Un año después llega Stromboli (1950), en cuyo rodaje se enamoraron. La historia es vista como el escándalo del momento. Bergman no solo se enamora de Rossellini también casado y empieza una nueva vida junto a él en Italia, y abandona a Peter y a su hija Pia y deja una carrera en Hollywood para protagonizar cine europeo de bajo presupuesto la batuta del padre del neorrealismo. Su esposo la acusó de abandono de hogar y libró una batalla por la custodia de Pía, quien no pudo reunirse con su madre hasta el año de 1957.
La actriz recibía miles de cartas recriminándole su actitud, El Vaticano tachaba este romance de indecente, los estudios de Hollywood no la contratan más . Ingrid Bergman y Roberto Rossellini tuvieron tres hijos: Roberto, Isabella e Ingrid. El nacimiento en 1950 de su hijo Roberto. Al no estar legalmente divorciada de Petter Lindström, este podría reclamar al bebé como suyo. Por eso, decidieron que se registraría al pequeño a nombre del director italiano y de “una madre cuya identidad se revelaría posteriormente”. Finalmente, el divorcio de ambos matrimonios se tramitó en México, donde también se casaron por poderes, Bergman y Rosellini en 1950. Un productor amigo de la pareja y un abogado representaron el papel de contrayentes, mientras los auténticos Ingrid y Roberto se encontraban en su casa de Roma. Tras tres hijos en común y siete años de matrimonio, la pareja decidió separarse. Una mezcla de problemas financieros, los celos profesionales de Rosellini por el éxito de su mujer y la separación de su hija Pía en Estados Unidos fueron algunos de los detonantes. En su autobiografía menciona que su relación con Rosellini , no tuvo un final feliz no lo encontraron juntos, pero por el que se atrevieron a desafiar a toda la sociedad. Mi dicha a su lado fue tan intensa como los disgustos. Pero las penas componen también nuestra existencia.
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