CIUDAD DE MÉXICO.- En el marco de la Exposición Miradas ideales. La construcción del paisaje mexicano, SURA Asset Management México conmemora la pintura de paisaje del extraordinario artista plástico, filósofo, escritor, geólogo, vulcanólogo, crítico de arte y activista político Gerardo Murillo mejor conocido como “Dr. Atl”, que se presenta en el Museo San Carlos.
El paisaje como género pictórico adquirió relevancia en México en el siglo XIX gracias a la labor de artistas como Eugenio Landesio y José María Velasco, a través de la cátedra en la Academia de San Carlos y la posterior creación de la Escuela Mexicana de Paisaje. La pintura de paisaje se ha revisado y estudiado desde distintas disciplinas científicas y artísticas, y por lo mismo, representa muchos significados y valores. Además, permite conocer los procesos evolutivos de un territorio, los cambios en términos sociales y geológicos y también los elementos que permanecen y que hacen del espacio natural reconocible a través del tiempo.
El paisaje una mirada a los cambios geológicos y sociales de México en el siglo XIX y XX.
La pintura de paisaje de la colección SURA México está integrada por una serie de obras que datan del siglo XIX y XX, que representan un momento clave en la historia de la pintura en México. Uno de los artistas más destacados dentro de la colección es Gerardo Murillo, Dr. Atl, alumno destacado de José María Velasco y reconocido no solo por su trabajo en el campo de la pintura, sino también por sus aportaciones en disciplinas como la geología y la vulcanología.
El amplio interés en la vulcanología del Dr. Atl, lo llevó a ser testigo del nacimiento del volcán Paricutín, en el estado de Michoacán en 1947; este evento marcaría profundamente su producción artística, pues realizó un gran número de pinturas y dibujos que plasmaron este emblemático volcán y su nacimiento. Además, el artista inmortalizó este momento único en el texto Cómo nace y crece un volcán. El Paricutín. (1950). Las obras Paricutín y Zapichu en erupción y El volcán Paricutín, son dos lienzos que representan este importante momento geológico.
La relación de Dr. Atl con el paisaje trascendió lo artístico, su amor por la naturaleza lo hizo adentrarse en ella a través de largas caminatas en donde pudo contemplar de cerca los procesos naturales y geológicos de espacios como el Valle de México y los volcanes Iztaccíhuatl y Popocatépetl para representarlos en obras que cambiarían completamente la pintura de paisaje en México.
Sin embargo, la obra paisajística de Gerardo Murillo no se enfocó únicamente en los volcanes y en la representación de grandes extensiones de territorio, algunas de sus obras tempranas se enfocaron en representar la naturaleza de una manera más tradicional, con una paleta menos brillante y llamativa y con una pincelada más difusa y menos definida, que incluso evoca a la pintura impresionista. Tal es el caso de Paisaje boscoso (otoño) y Paisaje de ladera, dos obras de la colección SURA, que además no representan ningún espacio natural reconocible a primera vista, a diferencia de la mayoría de sus creaciones.
Debido a la amputación de una pierna, el Dr. Atl no pudo continuar recorriendo estos espacios naturales a pie, por lo que decidió observarlos desde el aire sobrevolándolos desde un helicóptero. De esta manera pudo observar desde lo alto volcanes como el Popocatépetl e Iztaccíhuatl, en México y el Etna y Strómboli, en Italia, y crear así una nueva manera de representarlos a través de lo que denominó “Aeropaisaje”.
Las obras realizadas a través de este tipo de observación fueron sus últimas series pictóricas; sin embargo, marcaron un antes y un después en la forma de representar paisajes, ya que logró plasmar incluso la curvatura de la tierra logrando una perspectiva completamente nueva en este género pictórico. Es precisamente la obra Volcanes y horizontes (1935) perteneciente a la Colección SURA México, donde esta perspectiva aérea se aprecia con mucha claridad y además captura una luminosidad casi real de un cielo despejado visto desde lo alto.
Los Atl Colors
Otra de las creaciones que hicieron única la producción artística del Dr. Atl, fueron sus Atl colors, que eran una especie de encáustica a base de ceras, pigmentos y resinas secas que utilizaba para dar mayor vivacidad a sus obras. Aplicar estos pigmentos logró tal efecto en sus pinturas que utilizarlos se volvió imprescindible para lograr las atmósferas y los escenarios monumentales tan característicos de sus obras.
La pincelada vigorosa utilizada en las obras que representan el Paricutín en erupción son sin duda la herramienta a través de la cual logra transmitir la potencia de una erupción volcánica y más aún, el nacimiento de un volcán. Por otro lado, en obras como Rayos de Sol o Volcanes y Horizontes, los atl colors logran una pigmentación tal, que son capaces de transmitir una luminosidad y fuerza cromática que dotan a las obras de aún más monumentalidad y vivacidad.
Sin duda, la obra de Gerardo Murillo “Dr. Atl” significa para la plástica mexicana un cambio total de paradigma en cuanto a lo que era hasta entonces realizar pintura de paisaje. Fue con él que se transitó hacia la modernidad y hacia otro tipo de representación paisajística que, al igual que Velasco, significaría un signo de identidad muy poderoso al hablar del paisaje mexicano.
Todas las obras de Dr. Atl pertenecientes a la Colección SURA México se encuentran actualmente en exhibición en el Museo Nacional de San Carlos de la Ciudad de México en la muestra Miradas Ideales. La construcción del paisaje mexicano. Un diálogo entre la colección SURA México y el acervo del Museo Nacional de San Carlos. La exposición se podrá visitar hasta el 4 de marzo de este 2023.
Dr. Atl fue el sobrenombre de Gerardo Murillo, quien nació en Guadalajara, Jalisco, en 1875, uno de los más grandes pintores de los paisajes mexicanos más reconocidos. Fue un apasionado de la exploración, la geología, la navegación, la vulcanología, la filosofía, la historia, la crítica de arte y la política. Su afición por los volcanes mexicanos lo llevó a ascender frecuentemente el Popocatépetl, el Iztaccíhuatl, así como presenciar el nacimiento del Paricutín del el 20 de febrero de 1943 y por el que escribió el libro Cómo nace y crece un volcán: el Paricutín, 1943.
VCR