Adrián García Aguirre / CDMX
*La cumbia de para de sonar.
*Música en vivo o con bocinas.
Pasando un par de puestos de tenis, montañas de ropa interior al 3×1, blusas de encaje de $15 pesos, camisas y cinturones de marca que le hacen honor a la moda del tepichulo me encuentro el mercado de comida —otro, pues, porque todo el barrio es un mercado de comida—. Esquivo a las motocicletas que constantemente se atraviesan en los estrechos pasillos, camino pegada hombro a hombro con extraños en este mar de gente.
Nos dejamos llevar mientras se escucha la cumbia que no para de sonar. En cada esquina hay un grupo de música tocando en vivo o un set de bocinas —robadas, quizá— con capacidad para hacer retumbar el piso mientras suena uno de los millones de discos pirata que están a la venta.
Tepito tiene su propio ritmo y, si la timidez no es lo tuyo, puedes unirte a los grupos que están bailando por aquí y por allá.
A simple vista parece un mercado más de la ciudad, pero lo barato y lo abundante lo distingue de cualquier otro. La gente entra porque acá hay más variedad de guisados, aunque los puestos de afuera son aún más baratos.
El olor de la carne a la parrilla me domina. Los ‘quesocarne’ —tacos de queso con carne en tortilla de harina— cuestan $15 pesos cada uno y son gordos, servidos con nopales, cebollitas y salsa.
En frente del puesto de quesocarnes hay uno de mariscos, decorado con tiburones y peces espada. “La gente se va por la víscera”, me cuenta el dueño. “Mis productos son buenos, frescos y baratos pero la gente se va por lo salvaje”.
Caminando me encuentra una joven que me ofrece agua de limón con chía que anda vendiendo en una cubeta grande donde nada una tuna, “para darle un poco de sabor al agua”. Está fría y no muy dulce, aunque su tonalidad verde fosforescente delata al colorante que contiene. “Es que si no es verde, la gente no cree que sea de limón”.
Esquivamos el flujo de gente y para detenernos por un pollo rostizado. En México son populares, se consiguen por pocos billetes en puestos, fondas o restaurantes familiares. Aquí la gente se sienta a comer sin prisa, con las manos, arrancando la carne del hueso con un cacho de tortilla e intercalando bocado con papas a la francesa o sopa de codito, esa que se hace tibia con crema y trocitos de jamón, queso o piña.
¡Ah! Faltan las carnitas, muy queridas también en el barrio. Me detengo por un taco en el puesto del señor Emmanuel. “¿De qué me recomienda?”, pregunto. “De hígado”. “Deme uno de hígado y otro de maciza, por favor”.
La maciza no es sólo carne magra, como en otros puestos de carnitas. Aquí viene con cartílago y cueritos, que mucha gente ama. Yo, por el contrario, me canso de masticar esa consistencia gelatinosa pero dura. Mejor voy por otra cerveza.
Las micheladas, las gomichelas y las cubanas son otro de los tesoros tepiteños. La gomichela es una creación maravillosa: cerveza + chamoy + jugo de naranja + gomitas de tamarindo. No es exclusiva de este lugar, pero estoy segura de que la de aquí es la mejor porque la “puedes” tomar en la vía pública. Aquí la ley es distinta. Aquí los policías son rateros con placas y las normas están hechas por los lugareños.
En Tepito no tienes que esforzarte por conseguir algo bueno que comer. Llegará a ti. Hamburguesas, tamales fritos, tacos, pozoles, migas, mariscos, pizzas. Hay lo que quieras. ¡Lo que quieras!
No hubo postre. Terminé mi banquete comiendo huevos de caguama parada entre un puesto de películas porno y otro de imágenes religiosas en 3D. Por supuesto, la venta de huevos de tortuga es ilegal, pero estamos en el reino del mercado negro. Aunque se rumora que a veces venden “gato por libre” y lo que te dan como huevo de caguama es uno de gallina truqueado —se humedece, se espera a que el cascarón se ablande y listo—. La porción es de 5 huevitos crudos servidos en un pequeño vaso de plástico por $25 pesos. No es el mejor sabor del mundo, pero dicen los locales que es la mejor curacrudas.
“Así comételo. Pero ponle limoncito, sal y unas gotitas de salsa valentina”, me dice el señor que vende su mercancía en un carrito del súper. “Pero no me tomes fotos, eh, ya ha tenido conflictos con la ley”.
La ley, pienso, está hecha para ser burlada.
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diciembre 22, 2022
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El mercado de Tepito y sus aledaños (II)
Por Vocero
Adrián García Aguirre / CDMX *La cumbia de para de sonar. *Música en vivo o con bocinas. Pasando un par de puestos de tenis, montañas de ropa interior al 3×1, blusas de encaje de $15 pesos, camisas y cinturones de marca que le hacen honor a la moda del tepichulo me encuentro el mercado de... Más [+]...