Yo creo que Claudia Sheinbaum tiene razón, y no, no se crea que es porque me fío de ella, pero probablemente esta vez se expresó correctamente. La Fórmula 1 es para quien tiene suficiente dinero para pagar una buena fiesta sin mermar su patrimonio y en México esa es una minoría.
En ese grupo lo mismo entran delincuentes, pero también los que se mataron por un doctorado y principalmente, quienes ceden 60 horas, o más, de su semana a “ganar el pan”, o para completar para pagar a los empleados. Eso es México y en muchos casos es el México que presumimos. Es al México que solemos poner más trabas que atención.
¿Hay menos miseria a partir de una campaña morenista que se apoyó en ellos? ¿La redujo en algo un PRI que se enquistó por décadas en el poder, apostando a proyectos que también repartían dinero? ¿El panismo podría presumir algún resultado disruptivo en esa tarea de disminuir la pobreza? Lamentablemente, no, casi nada… ¡nada!
Este fin de semana, uno al año, apuntemos la vista al Autódromo Hermanos Rodríguez. Hay un lado positivo para todos: la gran fiesta que alberga disparó los precios y la ocupación de hoteles que estas noches rentan cuartos de 20 mil pesos, cuentas en restaurantes… propinas, una liquidez que derrama a todos los rubros, de cada alcaldía.
De eso se dio cuenta la jefa de Gobierno, cuando se retractó de usar la palabrita de gusto presidencial para denostar y dividir deliberadamente a los mexicanos entre pobres y ricos.
Es muy probable que al Gran Premio de la Ciudad de México acudirán quienes habitan casas a las que entran más de 20 mil pesos mensuales. Lo que muy pocas personas, de acuerdo con el INEGI. Una minoría.
Este fin de semana es para quien se las arregla para pagar cervezas de 150 pesos y boletos de 5 mil.
Y hoy, ese grupo celebra la presencia en la pista de un mexicano que nos pertenece: Sergio Pérez. Un mexicano que es de todos los que se sientan de aquí.
Las marcas que desfilan montadas en carros que zumban a 300 kilómetros por hora, también trabajan para un sector poblacional que en el mundo es incluso menor en términos relativos.
En la órbita de la Fórmula 1 en México giran marcas que buscan asociarse a la etiqueta élite que representa el Gran Premio. Crear el ambiente y la experiencia del máximo circuito del automovilismo es una tarea que acompañan las marcas y lo que hagan para conectar con los fans es un trabajo individual de activaciones presenciales, digitales e incluso post evento.
Las marcas se suman y se activan muy tácticamente. El escenario que se crea para hacer sentir a los clientes y fans que están en un evento de élite lo da el mismo evento.
Heineken, por ejemplo, es un patrocinio global de la Fórmula 1 y en México detecta a uno de sus cinco mercados más importantes. Saben que llegan al 70% de la población adulta. Es una marca que también se observa en eventos internacionales como la Champions League. En la F1 y en el Gran Premio, Heineken que se define como “la marca de cerveza premium internacional más valiosa del mundo” ha encontrado una oportunidad de interacción con consumidores, que claro, viven la experiencia real de un evento de élite solo si acceden al Autódromo Hermanos Rodríguez.
Qué tal Rolex, es la marca privilegiada por marcar el inicio de la carrera, esa que vende relojes con precios que rondan el medio millón de pesos.
El cierre, la celebración y la victoria, corresponde a Ferrari. No los coches, sino botellas de champaña que individualmente se venden en… 11 mil pesos.
En medio hay marcas financieras como las expuestas en los pendones que ya cuelgan en la icónica grada 2: Inter, Santander, Citibanamex y también Coca-Cola y OXXO.
La Fórmula 1 es un escaparate de lo que la gente aún entiende por éxito y riqueza. Aunque sea por este fin de semana usemos esas palabras en una agenda nacional, en donde por desgracia, la pobreza tiene presencia permanente.
Aletia Molina
@AletiaMolina
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