Por Rodolfo González Sarrelangue
Más que una alianza opositora, el enemigo de Morena está en sus propias filas, a raíz de la adelantada carrera por la sucesión del 2024, orquestada por el inquilino de Palacio y eterno candidato.
El dislate más reciente es la actitud de la gobernadora de Campeche, Layda Elena Sansores San Román, quien a sus 77 años todavía practica el juego de la descalificación y filtraciones informativas, con tal de quedar bien con el Poder Ejecutivo Federal.
La filtración de audios del líder priísta Alejandro Moreno, en mayo y junio pasados, puso en jaque la coalición de la Alianza por México, entre el PRI, PAN y PRD, así como el liderazgo de éste como presidente del tricolor. Obviamente, cuando se tiene una gran cauda de actos de dudosa rectitud, es fácil doblar al rival.
Sin embargo, en el caso del presidente de la Junta de Coordinación Política (JUCOPO) del Senado y líder de la fracción de Morena, Ricardo Monreal Ávila, no es tan fácil pues aunque actualmente tiene 62 años, su formación académica, política y experiencia le garantizan el éxito en una confrontación con quien ya, ni tan veladamente, actúa en pro de una de las corcholatas presidenciales, como es la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, quien ya se siente presidente (no presidenta) de la República y ve en Monreal un enemigo poderoso.
Todo dependerá de este Martes del Jaguar, espacio donde pretendía filtrar grabaciones del líder senatorial, pero ya debe de haber recibido la “recomendación” del inquilino de Palacio, quien manifestó su afecto por Layda, pero consideró innecesarias estas acciones en contra de cualquiera, aunque en este caso afectan a alguien que, reconoció, aún respeta y, a su modo, aprecia.
Ricardo Monreal, quien camina con muletas del colmillo político, tiene la percepción de que estos ataques podrían estar orquestados por la corcholata favorita del Ejecutivo y condenó el uso de prácticas ilegales que no deben de ser el éxito electoral.
Al respecto, el dirigente político ya encargó lo que denominó un estudio forense, para identificar las cuentas en redes sociales que han dirigido ataques a su persona a lo largo de casi año y medio y que, curiosamente, van acompañados de halagos a Claudia Sheinbaum.
Aunque aún no tiene elementos para denunciar a Layda Sansores por posible espionaje, reiteró que su actuación obedecerá a la ley y al mandato constitucional.
En lo que se ha convertido en una forma de gobierno al estilo del show de Ed Sullivan, transmitido de 1948 a 1971, donde quienes gobiernan, comenzando por el inquilino de Palacio, montan un show distractor para evadir responsabilidades por sus no logros, Layda aunque no lo hace a diario, ya la vimos bailar -muy mal por cierto-, denostar a opositores a la 4T, pero no había invadido el terreno del fuego amigo.
Ensoberbecida quizás por el apoyo presidencial y la solidaridad con quien ella cree que será la nueva inquilina de Palacio, Layda Sansores se animó a anunciar ataques contra Ricardo Monreal, pero no midió la calidad de un rival político de más peso que ella, doctor en Derecho, profesor universitario y un actualizado conocedor de la Constitución y con más fortaleza que Alito Moreno.
¿Será por eso que ante la “recomendación palaciega” decidió recular la gobernadora de Campeche? Al respecto Ricardo Monreal, quien seguramente irá por la silla presidencial, aunque sin Morena, ya advirtió que no se deja de nadie, no se va a rajar y siempre dejará el cuero en la cerca.
En realidad es muy grave el adelanto de la carrera por la sucesión, pues cada día que pasa es menor el tiempo que tienen las corcholatas favoritas para incrementar su presencia nacional y adelantar uno al otro. Ahí está Marcelo Ebrard y sus selfies en pleno acto luctuoso por la reina Isabel II o sus tik toks; está también la actitud porril del secretario de Gobernación presionando a mandatarios estatales morenistas y descalificando a gobiernos opositores o a la corcholata favorita placeándose por el país, asesorada por mercadólogo extranjero, sin éxito.
La ambición por sentarse en la silla presidencial puede llevar a Morena y la 4T a desmembrarse, poner en riesgo la continuidad de su mandato y, si le cae el veinte a la oposición, elige un candidato de unidad, así como los arrepentidos de haber votado por el inquilino de Palacio, los abstencionistas y el grueso de electores antimorena se deciden, podríamos ver el resurgimiento de nuestro país, con planeación, sin improvisación y en unidad nacional. En este panorama, Ricardo Monreal puede integrarse a la jugada.
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