CDMX.-“El arte textil mexicano posee siglos de historia y creatividad. La enorme variedad de piezas en la indumentaria, la riqueza en el diseño y el conocimiento de los productos naturales de origen vegetal y animal, han originado este vasto universo de prendas, que ahora se exhiben en la exposición “México Textil. Norte” en el Museo de Arte Popular, ubicado en Revillagigedo No. 11 cerca de las estaciones del Metro y Metrobús: Juárez e Hidalgo en el Centro Histórico.
El público podrá disfrutar de 360 prendas de vestir que muestran la riqueza artesanal de diversos estados hasta el 19 de febrero de 2023, donde se podrán observar prendas de algodón, henequén o seda, así como los procesos naturales de teñido con la grana cochinilla, el añil o el caracol púrpura y las distintas maneras de hilado con malacate, telar de cintura o pedal.
Integrada por 360 piezas, en su mayoría huipiles (blusa adornada propia de trajes indígenas), la exhibición busca “presentar el vínculo entre la biodiversidad del país y el arte popular en la industria textil, mostrando técnicas, materiales y procesos que evidencian la relación entre la tierra, la agricultura, la recolección, el teñido y el bordado”, explicó en conferencia de prensa la curadora Manuela López Mateos.
Las zonas y regiones desérticas viven un mundo repleto de fauna y flora que ha sabido adaptarse al medio ambiente y que, debido a las altas temperaturas, a las condiciones extremas y al agresivo y sofocante calor durante el día, las criaturas vivas han sabido sacarle provecho a la frescura de la noche.
Sin embargo, esta aterradora y calcinante realidad, ha dejado a estos vastos territorios sin ciertos especímenes de fauna y flora que tradicionalmente han servido para la manutención de grupos de seres vivos.
Siendo, principalmente, la poca o inclusive nula presencia del vital líquido: el agua -condición sine cua non de la naturaleza para sobrevivir-, y la que ha provocado que ciertas especies no hayan podido encontrar el equilibrio y sus secretos de adaptabilidad para mantenerse en estas regiones inhóspitas y calcinadas por los rayos solares y las altas temperaturas durante el día, haciendo la diurna cotidianidad un obstáculo difícil de vencer.
Derivado de todo esto, sólo algunos grupos étnicos han sido capaces de domar el desierto y sus condiciones extremas. La “ausencia” de ciertas materias primas, hace difícil el sobrevivir sin recursos que en otros lares “abundan”. Esto limita la producción de objetos utilitarios o decorativos; aunque las fuentes de inspiración abundan de forma excepcional, los horarios e iconografías son diferentes.
Una de las grandes diferencias con otras regiones, es el universo cromático. Mientras aquí los pigmentos abundan, como las tierras y los óxidos debido a la riqueza mineral de los subsuelos, en otras zonas los tintes de origen animal y vegetal son dominantes.
En las áreas desérticas, la riqueza mineral provee de una paleta rica pero limitada en colores y tonos, marcando a nivel mundial características cromáticas muy semejantes. Condición que genera una semejanza en muchos oficios, principalmente en la cerámica. A su vez, esta falta de variedad en la materia prima, acerca el diseño textil a un mínimo de expresión que, sumado a las altas temperaturas reinantes, obliga a sus habitantes a un uso mínimo en las prendas de vestir.
Estas manifestaciones llenas de una historia biológica son parte de la extensa tradición de usos y costumbres, del ingenio y del aprovechamiento sustentable que hacen los pueblos y los grupos étnicos, de los recursos naturales a su alcance.
Desde el imperceptible fractal, hasta la adaptabilidad ingeniosa del mundo de las cactáceas, donde el ser humano ha sacado ventaja al aprender y copiar los caprichos de la madre naturaleza, los artesanos aprovechan cada elemento por simple que parezca.