Por Miguel Angel Ferrer
Una nueva rebelión estudiantil está en marcha. Los pioneros están siendo los muchachos de la Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (ENCB) del Instituto Politécnico Nacional (IPN), seguidos de la comunidad de la UPIICSA (Unidad Profesional Interdisciplinaria de Ingeniería y Ciencias Sociales y Administrativas), también del Poli.
Y ahora mismo se encuentra en curso una insurrección estudiantil en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) que ya muestra visos de amplia y rápida extensión a otras escuelas, facultades y centros de estudios.
Se trata de incipientes movimientos de claro corte anti neoliberal, es decir, anti privatizador, anti elitista. No son movilizaciones contra ésta o aquella autoridad politécnica o universitaria. La nueva lucha está dirigida contra el cobro de cuotas por la prestación de servicios varios, es decir, contra una privatización hormiga presente en la UNAM y el IPN desde hace más de treinta años, que se extendió y profundizó en el periodo de dominio neoliberal.
Esta movilización anti neoliberal surge con cierto retraso. Ha llegado cuatro años después de la victoria electoral de López Obrador. El relativo retraso ha obedecido sin duda a la aparición y prolongada presencia de la pandemia de covid 19.
Obviamente, las medidas para contener la pandemia, como el confinamiento social y el consecuente cierre de las escuelas, generó un desfase entre el triunfo de López Obrador y el despertar de la conciencia de las juventudes universitarias y politécnicas.
Pero ésta ya ha aparecido y se encuentra en desarrollo, aunque las autoridades de la UNAM no se hayan dado cuenta y sigan actuando apegadas a sus convicciones y viejas prácticas autoritarias y crematísticas.
Todavía no está suficientemente claro el asunto. Pero ya puede adelantarse que la Cuarta Transformación, la 4T, ha llegado ya al IPN y a la UNAM en sus escuelas más emblemáticas, más democráticas, más revolucionarias, más populares.
Se extraña, ciertamente, a las escuelas y facultades de Economía y Medicina. Pero la privatización hormiga de la educación afecta y perjudica a todos los estudiantes. Y que todos ellos, hasta los que tienen menos conciencia de clase, como los de Contaduría y Derecho, serán influidos por este renacimiento de la tradición de lucha popular en las dos mayores instituciones de educación superior de México. Indudablemente soplan aires anti privatizadores en la UNAM y el IPN.
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