Por Rodolfo González Sarrelangue
Si algo debe quedarle claro el inquilino de Palacio es que con sus corcholatas puede jugar lo que desee, pero con los poderes Legislativo y Judicial debe entender su autonomía y que no se inclinan ante nadie.
Para Ricardo Monreal Ávila, coordinador parlamentario de Morena en el Senado, el jueves 31 de agosto no fue un día de campo, pero sí una prueba para su habilidad política y capacidad de negociación no solo con Morena, sino con la oposición.
Primero tuvo que enfrentar el desaire de secretarios del gabinete presidencial, quienes ya habían confirmado su asistencia y a última hora cancelaron, en un intento por evidenciar debilidad del líder senatorial.
A eso se añadió la inasistencia del dirigente de Morena, Mario Delgado Carrillo, quien esté o no de acuerdo, Monreal Ávila es integrante de su partido y era un evento crucial para la fracción guinda.
Quien sí asistió, y seguramente recibirá alguna llamada de atención, fue Marcelo Ebrard Casaubón, secretario de Relaciones Exteriores, quien seguramente entendió que no era una deferencia para Ricardo Monreal, sino una señal de respeto y solidaridad con el Senado de la República.
Pese a todo, la reunión de los senadores de Morena se llevó a cabo y por 36 votos a favor fue electo Alejandro Armenta, seguido por Higinio Martínez con 28 votos. Sin embargo, era solo la propuesta para dirigir la mesa directiva de la LXV Legislatura hasta 2023, pero faltaba que el pleno de los senadores ratificara su nombramiento o que se presentara otra opción.
Para ser ratificado por el Senado, Alejandro Armenta necesitaba la mitad más uno de los legisladores, pero ni conciliando con quienes votaron por Higinio Martínez se lograba la votación requerida, ya que los senadores son 128 y él necesitaba mínimo 65 votos para su ratificación.
En su momento los representantes de los partidos de oposición manifestaron su desacuerdo con la elección del legislador poblano y aquí se requirió del quehacer político de Ricardo Monreal, quien demostró que no solo se sobrepuso a los intentos de descarrilar la elección, por integrantes de Morena, sino que supo conciliar con la oposición para sacar adelante la propuesta.
Fue hasta casi la medianoche cuando después de dos rondas en las cuales no se lograban los votos necesarios, cuando se logró sacar adelante la elección y Alejandro Armenta llegó con 65 votos a favor y, curiosamente, Ricardo Monreal, favorito de la oposición, reunió 52 votos.
Aunque triunfo político para Monreal y un frenazo a los intentos del inquilino de Palacio por controlar a los poderes Legislativo y Judicial, el panorama se endurece para el político zacatecano, quien deberá enfrentar a los seguidores de las llamadas corcholatas, Adán Augusto López, Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard.
Ricardo Monreal dejó claro que el Senado no es el Ejecutivo, sino un poder autónomo y que en la teoría de división constitucional de poderes es un órgano equilibrador, no comparsa ni apéndice de otro poder.
Para muchos integrantes de Morena subrayó que es parte del mismo movimiento del inquilino de Palacio, se tiene colaboración con él y se honrarán los compromisos que hizo el presidente en campaña.
“Tenemos que actuar con pudor constitucional, eso es lo que creo, aunque se me cuestione, se me critique”
Por lo que respecta a la Cámara de Diputados, la elección de Santiago Creel Miranda abre la posibilidad de mantener el diálogo con la Presidencia, pero igual que con el Senado, con respeto a la libertad este poder.
Respecto al Poder Judicial, queda en manos de su presidente, Arturo Zaldívar Lelo de Larrea mantener su hegemonía, sin prestarse a manipulaciones o chantajes. Una prueba de fuego será la determinación para poner fin a la prisión preventiva oficiosa en México y que se respeten el debido proceso y la presunción de inocencia.
La actitud de Ricardo Monreal Ávila de no ser abyecto, mantenerse como un hombre libre, con criterio propio y de defender la autonomía del Senado, deberá permear en los otros poderes, en los servidores públicos y en los mismos integrantes de Morena, para entender que opinar distinto al inquilino de Palacio no es estar en contra de él y tampoco que éste es infalible y debiera estar abierto a la crítica.