Pablo Cabañas Díaz.
El maestro de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM, Enrique Restituto Ruiz García (1925-2015), recordado por sus colegas con el nombre de Juan María Alponte, y quien también utilizó el seudónimo de Hernando Pacheco, tuvo en el sexenio del presidente Luis Echeverría (1922-2022), una función específica en la Presidencia de la República: preparar discursos, proporcionar información, realizar análisis relevantes tanto para las giras internacionales como para las visitas de jefe de Estado y de gobierno a México. En esos años, estábamos muy lejos de contar con la tecnología para la búsqueda de información por lo que el análisis de la información implicaba un trabajo complejo y muy desgastante. El trabajo de Alponte era profundo y minucioso, pero poco apreciado por Echeverría. En los últimos dos años del sexenio, la megalomanía del jefe del poder Ejecutivo se había convertido en un problema para quienes trabajaban cerca de él.
Al paso de los años, puede comprender las intimidaciones que tuvo que soportar Alponte, cuando trabajó para Echeverría. Le quitó incluso la posibilidad de poder dormir de noche, lo tenía que hacer por partes durante el día, en virtud de que tenía que estar disponible a cualquier hora para atender los deseos del presidente. Hoy sabemos, gracias a la investigación realizada por Ariela Katz Gugenheim publicada en 2019, bajo el titulo de: El pleito de Echeverría con Israel. Los entretelones políticos, institucionales y personales en los que Echeverría, metió a su secretario de Relaciones Exteriores y a su principal asesor en política exterior, cuando México apoyó la Resolución 3379 de la Asamblea General de las Naciones Unidas del 10 de noviembre de 1975 que determinaba que el sionismo era una forma de racismo.
El personaje central de lo que sería un gran error en materia económica y de política exterior, fue el propio Echeverría. Katz retrata a Echeverría como lo que era : un político contradictorio, inseguro como lo comentaba con prudencia en sus últimos años de vida Juan María Alponte. El expresidente generó una situación de conflicto innecesario por su protagonismo al utilizar la política exterior mexicana, para tratar de llegar al cargo de secretario general de las Naciones Unidas.
La ambición de Echeverría, fue central para comprender este conflicto , que llevó al boicot turístico contra nuestro país a fines de 1975 y principios de 1976. Como sucede en la política real fue Emilio Rabasa, (1925-2008), quien terminó pagando los daños políticos de su jefe con su renuncia. Rabasa vivió una etapa profesional muy difícil, caracterizada por la incertidumbre en las decisiones de Echeverría sobre temas fundamentales y por el muy especial estilo de gobernar del mandatario. El mismo Rabasa en sus memorias señala a esta época como “el capítulo más turbulento de mi vida”. En el libro: “Mis memorias como Secretario de Relaciones Exteriores, 1970-1975”, publicado de manera póstuma en 2010, escribió su sentir: “Sean las que fueren las consecuencias, yo tenía que asumir, como lo hice, plena responsabilidad de mis actos y dar las explicaciones que estimare pertinentes”. Qué difíciles momentos pasaron tanto Alponte como Rabasa, soportando las presiones de un hombre que aspiraba a ser el próximo secretario general de las Naciones, que ejercía el poder con un ego desmedido, y que creía que llegaría a posiciones internacionales como ningún otro mexicano lo había hecho.
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