Por Pablo Cabañas Díaz
Sobre María Sabina (1894 -1985), la célebre “mujer de medicina”, de origen mazateco se han escrito bastantes artículos, libros biográficos, apuntes, recuerdos personales y hasta novelas. Mucha tinta ha corrido para apuntar y describir lo más sobresaliente de la vida de dicha mujer oaxaqueña la cual ha sido reseñada y abordada por escritores, científicos, periodistas y novelistas. Entre ellos destacó el escritor y periodista, Fernando Benítez, quien la dio a conocer en la década de los años setenta en México.
También sobre ella habló Robert Gordon Wasson que escribió varios textos sobre los hongos mágicos, en donde aparece María Sabina como personaje principal. Esta mujer fue descrita por el escritor Álvaro Estrada, que escribió una biografía muy publicitada. De igual manera, la antropóloga estadounidense Joan Halifax quien en 1995, publicó un libro sobre chamanes del mundo, en donde se describe a María Sabina como chamana importante.
Destaca el documental etnográfico de Nicolás Echevarría titulado María Sabina: “Mujer Espíritu” realizado en 1979. María Sabina era buscada por personajes de la política y la farándula nacional e internacional, con el afán de conocer sus técnicas de curación y sobre todo para que les guiara en las veladas de hongos mágicos. Entre los visitantes famosos, que la fueron a buscar a las montañas de Huautla de Jiménez, Oaxaca se cuenta al médico y psiquiatra Salvador Roquet, al escritor e historiador de origen italiano Gutierre Tibón, y Margarita López Portillo hermana del ex presidente de México, José López Portillo, el etnomusicólogo de origen australiano Henry Munn. Muchos mitos se crearon sobre María Sabina y su vida. En su búsqueda invadieron Huautla, para el “viaje de hongo”, que muchas veces terminó en problemas con la policía y las autoridades locales.
Varios escritores la han reivindicado en épocas contemporáneas incluso escritores indígenas mexicanos como Gregorio Regino, le han compuesto poemas a María Sabina en donde se reconocen las virtudes de la cantadora y curandera mazateca. Curiosamente pocos de los muchos interesados en la vida y obra de María Sabina han abordado el canto que ésta solía dar en las famosas veladas de curación que se realizaban en su casa.
El primero que los dio a conocer en español fue Fernando Benítez en su libro “Los hongos alucinantes” publicado en 1964. Fue María Sabina la que cuenta cómo le fueron revelados sus cantos en un trance con hongos: “todo mi lenguaje está en esos cantos que me fueron dados. Soy la intérprete. Ese es mi privilegio”. Aunque el lenguaje no es el mismo para los diferentes casos. Si estoy curando a un enfermo, uso un tipo de lenguaje, si el fin de tomar las cositas es para encontrar a Dios, entonces uso otro lenguaje. Eso es lo que María Sabina le dijo a Álvaro Estrada uno de sus biógrafos. Los cantos de María Sabina son de hecho cantos poéticos, que usaba en el clímax de sus veladas ceremoniales con hongos sagrados.
María Sabina tenía un altar personal con imágenes de santos, que estaba rodeado de floreros y veladoras. La palabra de María Sabina en ceremonias de curación era respetiva y cacofónica, pero en su canto siempre remata diciendo palabras al “espíritu” del hongo sagrado, que es el que le “hablaba” en el trance.
Miguel León Portilla y Earl Shorris en su libro “Antigua y nueva palabra” publicado en 2004, dicen: “En este canto, María Sabina utilizaba hongos alucinógenos y aguardiente para curar a un muchacho de una enfermedad que podría ser hidropesía. Durante la ceremonia hay varios cantos. El canto de María Sabina reproducía las letanías de los rezos cristianos.