Roberto Vizcaíno
Ninguna de las tres dirigencias nacionales de las tres fuerzas políticas principles de México, se salva.
Todos -desde Mario Delgado, Marko Cortes a Alejandro Moreno– viven reclamos diarios de renuncia por parte de sus disidencias internas.
A todos ellos los suyos los acusan de ilegítimos, de “impresentables” y de ausentes de legitimidad para conducir a sus partidos a las elecciones a gobernador del próximo año en Coahuila y Estado de México y mucho menos para las federales y locales de 2024.
Ninguno de estos reclamos es nuevo. Todos provienen desde su propio ascenso como dirigentes de sus partidos. Sólo que los tiempos y tamaños de las siguientes contiendas aceleran y dan magnitud y perspectiva histórica a sus reclamos.
Frente a los embates internos todos ellos –Marko Cortés, Mario Delgado y Alejandro Moreno-, esgrimen su condición de presidentes legítimos y legales de sus respectivos partidos, apoyados tanto por el INE bajo la ratificación del Tribunal Electoral y por sus consejos políticos nacionales.
Hoy el conflicto más trascendente no es el de Alejandro Moreno quien pareciera estar acorralado por los expresidentes de su partido, sino el abierto por los radicales de Morena que encabezan John Ackerman y Paco Ignacio Taibo y otros muchos de ese tamaño y origen, contra Mario Delgado.
El pecado de Delgado y de Citlalli Hernández fue haber lanzado la convocatoria al Tercer Congreso Nacional Ordinario de Morena donde se deberán renovar todas las dirigencias territoriales en estados y secciones locales menos la dirigencia que ellos encabezan.
Ackerman y el resto de los radicales advierten que ese movimiento de Delgado y la senadora Hernández tiene como objetivo deshacerse de sus enemigos internos y colocar a sus compadres, amigos, ahijados y socios en esos cargos en lo que se supone un “golpe de estado técnico con fines de perpetuarse en el poder”.
Agregan: “la clara intención es la de consolidar el control autoritario de la cúpula del partido y desaparecer a la militancia más digna y congruente que lo construyó… buscan atropellar los derechos de los militantes fundadores, acallar la dirigencia local y efectuar una purga ideológica al interior del partido”.
¡TRAIDORES!
Antes que buscar un acercamiento y escuchar reclamos, Mario Delgado les respondió que no sólo no habrá marcha atrás en la renovación interna de congresistas y comités ejecutivos estatales anunciada por él, sino que se iniciarán de inmediato denuncias por traición a Morena.
“… quien busque dividir al partido por no coincidir con las decisiones de la dirigencia se le acusará de traición”.
Interrogado respecto de si esta decisión alcanzaría a Ricardo Monreal quien se queja de exclusión y sectarismos dentro de su partido, y reclama el establecimiento de procesos democráticos de selección de dirigencias y candidatos, Delgado dijo:
“No hay excusas, no hay pretextos, nadie puede salir con cuentos de exclusión o de marginación y está claro que a partir de esta convocatoria cualquier intento de división es traición. Es el momento de la unidad, es el momento de confiar en la gente, de confiar en el pueblo”, lanzó Delgado.
Ante la insistencia de si el mensaje es igual para Monreal, Delgado insistió: “está dirigido a quien no se ajuste a las reglas y quiera dividir.
“La división es traición. No quiere decir que estemos coartando la libertad de expresión, si algo tiene Morena es su pluralidad y somos respetuosos de los diferentes puntos de vista y se vale tener opiniones diferentes, pero eso es distinto a dividir.
“El partido no va a dar ningún pretexto para divisiones justificadas, nosotros vamos a conducirnos de manera imparcial, porque es nuestra responsabilidad, sabemos lo que está en juego. Entonces, bienvenidas las críticas, las sugerencias, los distintos puntos de vista, pero división es traición”, insistió.
Y en obvia respuesta al zacatecano quien en su intervención del domingo en Coahuila pidió piso parejo en el proceso interno hacia el 2024, dijo:
“Hay piso parejo para todos y no puede haber favoritismos, ni dados cargados, ni cartas marcadas para nadie”, e insistió en que el método final de selección del candidato presidencial de Morena será vía encuestas.
“ALITO”, VENGAN, PLATIQUEMOS EN PÚBLICO
En el PRI, ante la insistencia de los 11 expresidentes que antes se reunieron con él en privado de volverse a ver, Alejandro Moreno les dijo que cómo no, pero ahora debería ser ante el Consejo Político integrado por unos 350 militantes.
Esta respuesta responde a una serie de entrevistas de los 11 expresidentes quienes en cada una indicaron a medios que ellos pidieron la renuncia al dirigente y que éste se negó a aceptar esa exigencia.
“Eso no está a discusión… yo termino mi mandato el 18 de agosto de 2023”, les dijo.
Moreno advierte que los expresidentes pretenden obligarlo participar con voz y voto en las negociaciones dentro de la Alianza Va por México, sobre todo en la selección de candidatos a gobernador y a Presidente de la República.
Quieren, dice “Alito”, meterse en la foto para la historia de este momento en que los dirigentes del PRI, PAN y PRD –Alejandro Moreno, Marko Cortes y Jesús Zambrano– han logado avanzar una alianza que bien puede ganar las elecciones presidenciales del 2024 de acuerdo a los porcentajes de votación obtenidos en 2020, 2021 y 2023.
Y amenazan con una ruptura interna.
“Pues adelante”, les responde ahora rodeado de un grupo importante de exgobernadores del tricolor.
Una circunstancia muy similar enfrenta Marko Cortés en el PAN.
¿Es una crisis ficticia de partidos?
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