Ciudad de México, a 1° de junio de 2022.- Con las múltiples crisis que el mundo enfrenta, los mercados de productos básicos se transforman como consecuencia de la pandemia, la guerra en Ucrania y los efectos del cambio climático. Sin embargo, el conflicto entre dos grandes exportadores mundiales de productos básicos y recursos energéticos disparó aún más los precios de las materias primas. Debido a que, Rusia es el principal exportador de fertilizantes y gas natural, y el segundo exportador a escala global de petróleo crudo. Así, la crisis desatada por la guerra en Ucrania disminuyó la oferta mundial de gas, aumentó los precios, y también generó desafíos de abastecimiento. “No se sabe si los países van a poder contar con el gas que necesitan” comenta Alejandro Wagner, director ejecutivo de Alacero.
Lamentablemente, en un escenario de crisis sobre crisis, las inversiones en nuevos formatos de energía quedan en segundo plano, haciéndonos rehenes de los combustibles fósiles. El aumento del costo de la energía también hace que muchos países de la región necesiten importar más gas, lo que encarece la producción local y como consecuencia se pierde competitividad ante el mercado internacional.
Sin embargo, algunas iniciativas buscan diversificar las fuentes de energía y reducir la dependencia del gas ruso en 2/3 para finales de 2022, pero para lograrlo es necesario llevar a cabo los siguientes puntos:
Valorar la producción energética interna de cada país para no depender de mercados externos.
Fomentar la producción de energía limpia (y sus inversiones) como estrategia para suprimir la demanda de forma sustentable.
Mejorar los marcos regulatorios a través de reformas estructurales que reduzcan los impuestos y costos para producir energía limpia, mejorando así los costos de energía y combustibles para el transporte.
Fomentar la cooperación entre los países de la región para aumentar el comercio intrarregional y el apoyo energético entre los países de América Latina.
Priorizar la eficiencia energética.
La industria siderúrgica es, al mismo tiempo, consumidora y generadora de energía en su proceso productivo. Y en las últimas décadas ha atravesado un proceso de mejora de la eficiencia energética en sus plantas, promoviendo grandes reducciones de uso, lo que fomenta beneficios para el medio ambiente y para su competitividad económica.
Por su característica de infinita reciclabilidad, el acero tiene un amplio potencial de descarbonización. Según datos de Worldsteel, de los 1,8 millones de toneladas que se producen al año, se estima que 630 millones se utilizan como materia prima, lo que evita la emisión de 950 millones de toneladas de CO2. De esta forma, el mayor uso de fuentes de energía renovables es una forma de acelerar el proceso.
De acuerdo con Wagner, vivimos tiempos de cambio sin precedentes, que redefinen la agenda del sector. “En América Latina tenemos dos grandes temas: el cambio climático y la geopolítica, veo dos posibles caminos de solución: la innovación y las nuevas tecnologías, que son una oportunidad para acelerar procesos como la eficiencia energética y la descarbonización, que son fundamentales para que podamos atravesar el delicado escenario que estamos observando”, dice.
¿Cuál es el escenario en México?
México es uno de los tantos países cuya necesidad de importación de gas natural se incrementó en los últimos años, a medida que sustituye por dicho carburante el uso de otros combustibles más sucios para la generación de energía eléctrica, entre ellos el carbón, el combustible óleo o el diésel. En el país, el 72% de la oferta de gas es importada casi enteramente de Estados Unidos.
El año pasado las importaciones mexicanas de gas natural estadounidense se expandieron 7.2%, a un nivel récord de 5,950 millones de pies cúbicos diarios en promedio (mmpcd), pero representaron una proporción decreciente en las exportaciones estadounidenses, lo que complica su panorama para obtener mejores precios. En el marco del conflicto armado Rusia/Ucrania se prevé que Estados Unidos se convierta en el mayor exportador de gas natural licuado del mundo para fines de 2022.
¿Qué pueden hacer los países y los gobiernos?
En el mediano plazo, es decir, hasta 2030, es fundamental poner en valor la producción energética nacional para que no haya dependencia de los mercados externos, fomentar la cooperación entre los países de América Latina, aumentar la participación de las fuentes renovables en la matriz energética, utilizar el gas natural como combustible de transición y continuar el desarrollo de programas de eficiencia energética para aprovechar la revolución tecnológica y la digitalización.
Para ello, es necesario contar con incentivos y reglas predecibles de los gobiernos a favor del desarrollo de las energías renovables, y también es fundamental contar con tareas competitivas de gas natural para maximizar la competitividad de la matriz energética, además de financiamiento público y privado para impulsar el salto tecnológico y la eficiencia energética.
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