Adrián García Aguirre / Santa María Chimalapas, Oaxaca
* Falsas promesas y cooptación de líderes campesinos.
* “Kotze Kang”, el tigre de la montaña grande.
* Tres preguntas al aire y sin respuesta.
* El muro de Estados Unidos está en la cintura de México.
* Región geoestratégica codiciada históricamente
Uno de los temas relevantes en el debate nacional son las llamadas “consultas populares” en torno a los megaproyectos ecocidas y etnocidas que aquejan a la región del Istmo de Tehuantepec, y una discusión similar se llevaría a cabo con el presidente del Comisariado de Bienes Comunales, un verdadero tigre de la montaña grande (“Kotze Kang”).
A los comuneros chimas se les ha engañado a través de la cooptación de los “líderes”, con el argumento de que el megaproyecto del Istmo no les afectaría en lo absoluto, por lo cual todos votaron en asamblea a favor de la consulta.
¿De dónde van a sacar el agua y los recursos minerales, forestales y genéticos para solventar esta serie de proyectos desarrollistas? ¿Y la mano de obra? ¿Sabían acaso que se está proyectando que será levantado con mano de obra barata de migrantes centroamericanos?
Y como apunta el antropólogo social Miguel Ángel García Aguirre en nombre de los chimas, el verdadero muro de Estados Unidos, sin tabiques, se está levantando en el Istmo de Tehuantepec, la cintura de México, y lo estamos pagando los mexicanos.
“Seguiremos siendo –dijo- el patio trasero de Estados Unidos, el Istmo será la ruta de trasiego de armas, minerales, drogas, petróleo, especies, trata de personas —es decir, los motores de la actual economía global”.
El científico social recordó el histórico suceso en que un general mexicano defendiera heroicamente en contra del ejército estadounidense en 1847, a la que desde tiempos prehispánicos y de la conquista española ha sido y sigue siendo la región geoestratégica más codiciada del continente americano: el Istmo de Tehuantepec (Tehuan o Tecuan: “Tigre, o Jaguar”; Tepetl: “Montaña Grande”).
Rufino Tamayo, afamado muralista y mentor de Francisco Toledo, dejaría algunas señales previas en su mural del Museo Nacional de Antropología e Historia conocido como “La dualidad”.
En él se observa a un jaguar (Tezcatlipoca) a punto de someter a una gran serpiente emplumada (Quetzalcóatl), y en un relato compilado por el escritor y fotógrafo español Francisco Sánchez, en Oxkintok, un sacerdote maya profetizó que cuando llegara una gran serpiente de hierro, sería el verdadero fin de la civilización maya.
El mal llamado Tren Maya y el Corredor Interoceánico en el Istmo impuestos por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador son un mismo proyecto interconectado, una gran serpiente de acero.
“Simplemente –advierte García Aguirre- hay que poner atención al emblema utilizado por la Secretaría de Turismo para el primero, y si algo ha de frenar a esas serpientes del capitalismo ecocida y etnocida, será el jaguar en todas sus manifestaciones.
En 2006 despertaron a los verdaderos pueblos del jaguar en Oaxaca, como son los comuneros de San Miguel y Santa María Chimalapa, o bien “los nunca conquistados” ayuuk (mixes), descendientes de los olmecas, ancestrales “hijos del Jaguar”.
Son ellos quienes necesitan ser consultados legítimamente y no con mañas y a modo, como sucedió anteriormente, al más puro estilo priista del pasado.
La reciente revocación de la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) para la empresa de filial canadiense Minaroum Gold en el Cerro de la Cristalina de San Miguel Chimalapa es una evidencia de que la historia de los pueblos se escribe con la resistencia y a favor de la vida porque son dueños del 25 % del territorio.
Y también guardianes del 80 % de la biodiversidad remanente en el planeta, por eso es imperativa la revocación del intento de despojo, saqueo y extractivismo por factores externos que buscan la desarticulación social, la desaparición de la propiedad social, y con esto entregar al capital la última riqueza: la biodiversidad.
La lucha en contra de la minería en los Chimalapas es otra raya más del tigre, y cuando de defender el territorio se trata, los comuneros chimas se comportan como lo que son: verdaderos tigres de la montaña grande.
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