Pablo Cabañas Díaz.
Carlos Armando Biebrich Torres, (1939-1921), fue gobernador de Sonora, de 1973 a 1975. Su gobierno concluyó el 24 de octubre de 1975, cuando envió al Congreso local una carta en la que renunciaba a su cargo, el cual se le había conferido dos años antes. Esa misma tarde llegó a Hermosillo, Sonora , procedente de la ciudad de México el senador Alejandro Carrillo Marcor y el 25, ante la legislatura sonorense, rindió protesta como gobernador interino.
El propio Carrillo Marcor, quien tres años antes, como uno de los siete precandidatos a la gubernatura había dicho que Biebrich sería un magnífico candidato “ y si triunfa, como Gobernador de Sonora calará hondo en nuestra patria chica”. Ahora el senador era el encargado de consignar a su antecesor por robo, peculado, incumplimiento de un deber legal y enriquecimiento inexplicable, en dos procesos que duraron ocho años.
Poco pudo hacer la defensa legal del depuesto gobernador, encabezada por el penalista y procurador de justicia durante el régimen biebrichista, Miguel Ángel Cortés Ibarra. Biebrich cavó su tumba política, un mes antes de su renuncia cuando concedió una entrevista de prensa en la que acusó a Augusto Gómez Villanueva, entonces secretario general del PRI, de haber orquestado los sucesos previos a su caída. Pero su epitafio político se hizo realidad al declarar: “Respeto la institución presidencial y respeto también a quien transitoriamente la ocupa. La historia habrá de emitir un juicio sobre el presidente Luis Echeverría”. A partir de esas palabras, el “sistema” como se decía en esos años, se le vino encima. Se hizo una auditoría sobre los gastos de su administración y Biebrich fue consignado, con apoyo en la averiguación previa número 4/75. Como resultado de la auditoría practicada a las arcas estatales, se detectó que entre el 25 y 26 de octubre de 1975 -Biebrich renunció el 24 de octubre-, se habían girado siete cheques por un valor total de dos millones 487 mil pesos. Se consideró ilícita la operación, porque al momento de extenderse los cheques, Biebrich ya había dejado el cargo de gobernador.
En su libro autobiográfico “Apuntes y Testimonios”, impreso en agosto de 1989 en los talleres gráficos del periódico El Nacional, del que fue director hasta antes de ser nombrado gobernador sustituto, Alejandro Carrillo Marcor relata: “Cuando la opinión pública sonorense se percató de que la nueva administración estaba procediendo con estricto apego a la ley, se multiplicó el número de acusaciones sobre indebidos manejos de los fondos públicos. Consideré necesario que se practicara una auditoría en la hacienda estatal, misma que aún antes de concluirse arrojó los siguientes resultados.
“Entre ellos el caso, quizás único en la historia del país, que el 10 de septiembre de 1973, ¡ la Secretaría General del Estado, sección Hacienda, aprobó un pago por más de siete millones de pesos al Comité Coordinador Estatal de la Campaña Electoral del licenciado Biebrich!.
Fui informado, asimismo, de un fraude cometido por una cuantiosa suma enviada por la Presidencia de la República al gobierno estatal, para auxiliar a un grupo de ganaderos cuyos hatos habían sido afectados por motivos climatológicos. La denuncia señalaba que el gobierno federal había enviado a las autoridades sonorenses la suma de veintiséis millones de pesos, de los cuales sólo seis habían pagado a conocidos ganaderos, con cheques de la Tesorería Estatal, habiéndose dispuesto de los veinte restantes mediante cheques al portador, girados contra la sucursal en Hermosillo del Banco Mexicano de Occidente y de los cuales no existían los recibos correspondientes”.
“Se presentaron otras denuncias graves. Una a una fueron quedando confirmadas a través de las investigaciones que ordené. Se llevaron a cabo las pesquisas en torno al asunto del licenciado Biebrich y arrojaron como resultado que, en el breve tiempo de 25 meses que fungió como gobernador, adquirió para su señora esposa y los puso a nombre de ella, 21 predios urbanos en la ciudad- según el dictamen de peritos valuadores, como consta en el expediente respectivo- y que en 1976 tenían un valor comercial de 6 millones 348,165 pesos. ¡Suma que equivalía a siete veces el total de los ingresos del ex gobernador durante toda su gestión!”. También Biebrich fue acusado de haberse apropiado de unas barras de plata conservadas en custodia por la Tesorería Estatal como prueba de un proceso judicial”.
Según los detalles de la averiguación integrada por las autoridades de esa época, la plata desaparecida estaba fundida en 11 lingotes seriados, 6 sin identificación y un paquete de virutas del mismo metal, todo con un peso total de 483,547 kilogramos y un valor de 804,395.63 pesos. La plata, que procedía de un robo, cuyo ejercicio se radicó en Guaymas, quedó en custodia de la Tesorería el 22 de noviembre de 1960. De acuerdo a la investigación de las autoridades judiciales, las barras de plata fueron trasladadas a la residencia de Biebrich en la Ciudad de México. El destino de esas barras de plata tiene implicaciones políticas que incluso hoy pueden dañar de manera profunda carreras y honras.
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