Pablo Cabañas Díaz.
Rafael Solana Salcedo ( 1915- 1992), fue hijo del periodista y cronista taurino Rafael Solana, conocido como “Verduguillo”. Estudió derecho en la Escuela Nacional de Jurisprudencia y Filosofía y Actuación en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Interrumpió sus estudios por una huelga estudiantil y suplió a su padre en la columna de toros del diario El Universal Gráfico (1929), donde inició su carrera periodística y colaboró durante cincuenta y cinco años. Sus primeros poemas fueron publicados en la revista literaria Taller Poético, de la cual fue director (1936-1938). Con Efraín Huerta, Octavio Paz y Alberto Quintero Álvarez fundó y editó la revista Taller (1938-1939). Fue oficial mayor y secretario particular de Jaime Torres Bodet en la Secretaría de Educación Pública (SEP) (1958-1964); director de teatro foráneo y prensa del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA); jefe de prensa y difusión del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS); secretario del interior de la Unión Nacional de Escritores; secretario general de la Federación de Uniones Teatrales; director de relaciones públicas de Telesistema Mexicano; fundador y presidente en tres ocasiones de la Asociación Mexicana de Críticos de Teatro; presidente de la Unión Mexicana de Cronistas de Teatro y Música; director de la Sociedad Mexicana de Escritores; coordinador general de Difusión y Relaciones del Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos y asesor de la unidad de información y relaciones públicas de la dirección de Radio, Televisión y Cinematografía (RTC) de la Secretaría de Gobernación (SG), entre otros cargos.
Escribió argumentos para radio, cine, teatro y televisión, medios de los que, en algunos, también fue empresario y director. Colaboró, desde 1929 hasta 1992, en diversas publicaciones periódicas, como en los diarios Excelsior y El Día; en las revistas Hoy, Tierra Nueva, Mañana, El Hijo Pródigo, América y Siempre! y en los suplementos “México en la Cultura”, de Novedades, “Revista Mexicana de Cultura”, de El Nacional, “Revista de la Semana” de El Universal y “Jueves de Excelsior”, entre otras. Su obra de teatro A su imagen y semejanza, fue traducida al alemán y representada en Alemania.
Cultivó todos los géneros literarios y escribió guiones para radio, cine y televisión. Publicó seis libros de cuentos, seis novelas, diez de crítica literaria y crónica taurina, siete de poesía y más de treinta obras teatrales. En Noches de estreno, agrupa cien crónicas teatrales de autores mexicanos y transmite su juicio acerca de dramaturgos, directores, actores y escenógrafos. En sus crónicas periodísticas, hace un análisis de los medios de comunicación; del acontecer cotidiano de la ciudad de México; de cine, del que fue uno de los iniciadores con su columna “La película de anoche”, de Excelsior; y de la obra de músicos como Giuseppe Verdi, de pintores como María Izquierdo y de escritores universales como Pierre Lotï (Louis Marie Julen Viaud); españoles como José Martínez Ruiz “Azorín”; mexicanos de la época virreinal y de los siglos XIX y XX; de este último siglo le interesaron la generación de los Contemporáneos, principalmente Jaime Torres Bodet, narradores como Mauricio Magdaleno, Juan Rulfo y Juan José Arreola, y dramaturgos como Emilio Carballido, Sergio Magaña, Vicente Leñero, Hugo Argüelles, Luisa Josefina Hernández y Víctor Hugo Rascón Banda, entre otros.
La trama de su novela, La casa de la Santísima, se desarrolla en una casa de citas durante los años treinta, en un antiguo barrio de la ciudad de México llamado la Santísima, a donde llegan un profesor universitario y un sacerdote, quienes creen que es un taller de costura, y al descubrir la verdad se involucran hasta comprender que el amor no se puede adquirir como una mercancía. En su obra teatral Las islas de oro, a través de una narración fantástica, expone los peligros de una vida perpetua, representada con un experimento practicado a una anciana, ya difunta y vuelta a la vida, suceso por el cual un médico y un sacerdote confrontan sus puntos de vista. En La Edad Media, los protagonistas abogan por la igualdad de los deberes y privilegios de los seres humanos. En varias de sus obras teatrales desarrolla situaciones relacionadas con el medio artístico, por ejemplo en Estrella que se apaga, La ilustre cuna y Lázaro ha vuelto, que representan las tragedias de actores y cantantes, quienes terminan labrando su propia ruina por su insatisfacción por su fama; buscan la inmortalidad y lo que encuentran es la decadencia y, en el peor caso, la muerte. En A su imagen y semejanza, un director de orquesta se enfrenta a múltiples conflictos al crear a su imagen a un hombre apuesto para que los sustituya profesionalmente. Debiera haber obispas, comedia religiosa, transcurre en un ambiente provinciano. Sin duda, fue un personaje de las letras y la cultura del siglo XX en México.
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