Pablo Cabañas Díaz,
Julio Scherer García (1926-2015), fue un periodista, que se destacó por sus libros de entrevistas y reportajes:La piel y la entraña, semblanza del pintor David Alfaro Siqueiros, a quien entrevistó cuando éste estuvo en la cárcel, retratando sus facetas de político, de artista y de hombre. A partir de su propia experiencia como periodista, narra sus encuentros con los presidentes de México, Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría, José López Portillo y Miguel de la Madrid, en Los presidentes, obra en la que resalta la personalidad de cada gobernante, así como las características del presidencialismo mexicano; El poder. Historias de familia descubre los vínculos secretos de la familia gobernante y de un sector corrompido de la prensa, durante el sexenio de José López Portillo; Estos años narra sus experiencias como director de Proceso durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, así como sus consecuencias, en Salinas y su imperio; aborda la corrupción carcelaria en nuestro país en la trilogía Cárceles, Máxima seguridad y Máxima seguridad. Un libro importante en para comprender la realidad de Chile, es el que lleva por título: Pinochet. Vivir matando, recrea la vida del dictador chileno, donde se oyen las voces de su hija y de sus compañeros de armas, pero al mismo tiempo la de Salvador Allende y los desaparecidos en el golpe de Estado de 1973; Parte de guerra I y Parte de guerra II, son relatos documentados de lo que vivió en el movimiento estudiantil de 1968.
Julio Scherer fue parte de un ciclo en la historia del periodismo en México, cuyo quehacer forma parte incontestable de la memoria colectiva nacional. Su obra se inscribe dentro de la mejor tradición periodística mexicana del siglo XIX y milita junto a las de Ignacio Ramírez, El Nigromante (1818-1879); Ignacio Manuel Altamirano (1834-1893), quien escribía en El Correo de México a la usanza de la época con el seudónimo de Próspero; Guillermo Prieto (1818-1897) como Fidel; Alfredo Chavero (1841-1906) y de Manuel Peredo (1830-1890) como Bonifacio, quienes confrontaron al presidente Benito Juárez.
Probo e insobornable, Scherer García, al igual que Altamirano en el XIX, se ufanaba de su austeridad y se vanagloriaba de su vieja máquina de escribir. Creó una filiación periodística crítica pero leal a los principios, que supieron resistirse a los redundantes intentos de soborno y amenazas urdidos desde el poder. De sus amigos cercanos lo fue Vicente Leñero, su primazo Enrique Maza, Rafael Rodríguez Castañeda, Samuel del Villar, Fernando Benítez. El uruguayo Carlos Quijano, director de la revista Marcha, quien luego de la prisión y la tortura de la dictadura recaló en la ciudad de México. No se arredre, dijo Scherer a Quijano cuando el golpe de Luis Echeverría a Excélsior.
De Alejandro Gómez Arias, el novio de juventud de Frida Kahlo, a quien Scherer visitaba durante su enfermedad terminal hasta que decidió no hacerlo más, afectado por la forma en que el amigo había perdido la lucidez. De ahí nació un pacto entre él, Leñero y Maza: los tres se retirarían antes de que los venciera la vejez. En 1996 renunciaron a la reporteada y a sus cargos directivos en el semanario. Pero nunca hicieron efectivo su retiro. No dejaron de ir a la revista, ni dejaron de escribir, dirigir y reportear. Tampoco perdieron la lucidez.
Cuestionó la tormentosa gestión presidencial del entonces presidente Felipe Calderón en el encuentro del alcázar de Chapultepec. Gabriel García Márquez le decía mi duodécimo hermano. Y a Scherer se le henchía la piel. De Abel Quezada: De José Revueltas recuerda su respuesta cuando en Lecumberri le preguntó por el encierro: La llave es tu libertad; la llave son tus cojones. Muchos más amigos: Carmen Lira, Carmen Aristegui, los Carlos Monsiváis y Montemayor, Octavio Paz y Carlos Fuentes, Hero Rodríguez Toro, Rosario Castellanos.
En el poder tuvo muchos enemigos. Pero uno fue el que más daño le hizo. Y el que obsesionaba a Scherer. Así lo confiesa, cuando el director de la revista Rafael Rodríguez Castañeda le pidió un texto para el 30 aniversario de Proceso, en 2006. Tuve presente que para mí no habría más tema que Echeverría. Fue el protagonista del atentado contra el periódico. Mató, traicionó, fue hombre vil. El ex presidente le sobrevive.
De los demás mandatarios, quizá Carlos Salinas de Gortari mereció una obsesión similar: Siempre he querido saber algo más de Salinas, y de su hermano Raúl. De Vicente Fox, dice en Tiempo de saber: Nunca lo entendí… A una campesina la felicitó porque no leía periódicos. La mujer era analfabeta. En ese instante de ceguera atroz, Fox se dio gusto haciendo a un lado el valor supremo de la letra impresa. A Felipe Calderón le dedica dos libros, El dolor de los inocentes (2011) y Calderón de cuerpo entero (2012), una serie de conversaciones donde aborda el origen ilegítimo de su Presidencia, su alcoholismo y su intemperancia, su deshumanización, la galopante corrupción en las filas del PAN y de su grupo. El primer libro deja abierta una pregunta: Habrá que aguardar un futuro ya cercano para ver qué responsabilidades se fincan ante la pérdida de tantos inocentes.
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