Pablo Cabañas Díaz.
José Alvarado Santos (1911-1974), fue un periodista importante entre los años 40 y 60 del siglo XX. Escribió cuentos, ensayos sobre Filosofía Griega, Teoría del Conocimiento, Filosofía de la Historia y Filosofía de la Cultura. Considerado como uno de los mejores escritores políticos de México, sus artículos versaban sobre temas de política internacional, de filosofía, de literatura, algunos de ellos son crónicas taurinas o críticas de cine. Sus cuentos y ensayos fueron publicados en revistas especializadas. Dueño de una prosa fluida y agradable publicó solamente dos breves obras narrativas: Memorias de un espejo (1953), en el que un espejo narra lo que en él se reflejó durante la Revolución de 1910, y El personaje (1955), cuento que prefigura a Juan Preciado, de la novela Pedro Páramo, de Juan Rulfo, cuyo argumento explica la aventura de un hombre que llega a un pueblo inexistente. Su narrativa advierte una fina percepción, sutil ironía y buen estilo.
Su labor como periodista abarcó diversas modalidades: fue reportero, columnista, editorialista y cronista. Después de la muerte de Alvarado sus compañeros y amigos han recopilado sus artículos y ensayos en antologías temáticas. Tiempo guardado recoge sus escritos sobre “Literatura y poesía”, “Ciencia y filosofía” y “Ciudades”; una edición posterior incluye algunos cuentos y novelas cortas, en los que se da una visión amarga de la vida, con personajes solitarios y fracasados en un ambiente urbano y hostil. Luces de la ciudad reune algunos de sus artículos sobre asuntos políticos y urbanos. En Alvarado, el joven (textos, 1926-1933) se agrupan artículos publicados en El Estudiante, Revista Estudiantil y Rumbo, en los que se advierten sus primeras preocupaciones políticas sobre el país hacia la tercera década del siglo XX y su compromiso con la vida universitaria. Imagen del reportero está conformado por trece textos publicados en el periódico Excelsior y la revista Siempre!, entre 1957 y 1974. En ellos alude a su noción sobre el periodismo y los periodistas ejemplares. José Alvarado supo manifestar su pensamiento y su ideal revolucionario con fuerza, claridad, honradez y sentido del humor.
Perteneció a la Asociación Estudiantil Revolucionaria, una fracción radical del vasconcelismo, y formó parte del Consejo universitario, en 1933. En 1936 y durante más de veinte años fue profesor de Filosofía y otras materias en la Escuela Nacional Preparatoria (ENP). A fines de los años cincuenta Alvarado ingresó a Excelsior, en donde publicó crítica literaria, especialmente sobre libros mexicanos, en el suplemento “Diorama de la Cultura”, bajo la columna “Correo menor”, y en su página editorial, con la columna “Intenciones y crónicas”. Escribió editoriales para el semanario Siempre hasta su muerte. Realizó viajes por Europa, Asia, África, los Estados Unidos y Cuba.
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