Por Edgar González Martínez
CIUDAD MÉXICO.- Los esfuerzos de los países desarrollados para salir de la crisis económica que nos deja la pandemia, resultaron positivos en muchos renglones, pero insuficientes; por el contrario, en las economías emergentes, como México, la recuperación se mantuvo frágil por la ausencia de programas amplios de vacunación y un espacio monetario y fiscal limitado.
La acelerada recuperación de la demanda (especialmente en bienes) se conjugó con disrupciones en el funcionamiento de las cadenas productivas; los precios se aceleraron más de lo esperado ante el desbalance de oferta y demanda, con crecientes precios en el transporte de bienes, insumos y energéticos; y nuevas variantes del virus siguieron limitando la recuperación económica.
Hacia 2022, analistas de Intercam Banco ven que varios de estos factores persistirán y representarán la mayor fuente de incertidumbre en el entorno económico global.
Por ejemplo, la inflación. Y está no es solo de los países emergentes, por el contrario, los industrializados están contaminando al mundo con un alza generalizada de los precios. En Estados Unidos la inflación cerrará 2021 en su nivel más alto desde los años ochenta, mientras que en Europa está proyectada a cerrar en niveles históricos. Una dinámica similar sucede en economías emergentes, como en Brasil, Rusia o México, donde la inflación ha alcanzado su mayor nivel en 20 años. Las presiones inflacionarias son incluso más evidentes en los índices de precios a productores, pues son las materias primas las primeras que vieron incrementos acelerados en sus precios.
El alza de precios -no hay duda- estuvo relacionada con la demanda reprimida durante la pandemia, los estímulos monetarios y fiscales, y un cambio en los hábitos de consumo a nivel global (mayor demanda de bienes, menor de servicios).
Esta condición de alta demanda se conjugó con limitaciones en la oferta por persistentes disrupciones causadas por la pandemia, como la escasez de mano de obra, escasez de insumos (que presionaron al alza precios de materias primas, incluidos energéticos), congestión de puertos, crecientes precios en el transporte de bienes, retrasos en entregas, menor producción o bajos niveles de inventarios. En 2022, existen dos riesgos dignos de consideración con respecto a la inflación que deben ser tomados en cuenta y que, de materializarse, tendrían como resultado escenarios completamente distintos.
El primero de ellos es que las disrupciones en la oferta no se resuelvan a lo largo del año, al tiempo que la demanda se mantenga firme, ejerciendo presiones persistentes al alza sobre los precios. Si el procesamiento de cargamentos en los puertos se sigue retrasando, los precios del transporte de bienes se mantienen en niveles altos y las empresas siguen enfrentando escasez de insumos (semiconductores y materias primas en general) y trabajadores, la dinámica de inflación podría comenzar a extenderse a grupos más amplios de bienes en la economía.
Eventualmente, el mayor riesgo es que esto genere cambios en las expectativas de inflación a mediano plazo y afecte las negociaciones salariales a nivel global, lo que convertiría un problema temporal de disrupciones en las cadenas de producción global, en un problema estructural de inflación. Para 2022 será esencial observar indicadores de salarios y expectativas de inflación, que nos darán sensibilidad sobre la materialización (o no) de este riesgo.
Sigue cayendo el IGAE, contrario a lo esperado.
Contrario a lo esperado, el Indicador Global de la Actividad Económica (IGAE), sigue cayendo. En octubre, cayó 0.2% a tasa mensual, y la tasa anual pasó de 0.9% a (-)0.7%. Analistas de INVEX nos dicen que las actividades primarias (principalmente agropecuarias en el caso del IGAE) retrocedieron 1.2% con respecto a septiembre; las secundarias (minería, construcción y manufacturas) avanzaron 0.6%, mientras que las terciarias cayeron 0.5%. Al interior de esta última categoría destacaron las caídas de los servicios profesionales y de apoyo a los negocios (-2.6%), así como los servicios educativos y de salud (-0.7%). El comercio se mantuvo estancado (0.0% al por mayor, 0.1% al por menor).
La llegada de la variante ómicron a México desde hace un par de semanas parece no tener el mismo efecto que en Estados Unidos o Europa, donde los casos se han disparado a causa de esta nueva cepa. Al parecer, la economía mexicana no se verá significativamente afectada en diciembre por este tema. Habrá que estar atentos a lo que pudiera ocurrir en el primer trimestre del próximo año. Por otra parte, y a pesar que las manufacturas se mantienen firmes ante el avance de la industria global (principalmente la norteamericana) ajustamos de 6.0% a 5.7% nuestro estimado para el crecimiento del PIB en 2021 debido a la relativa debilidad que muestra el comercio con todo y el avance del empleo. Nuestra proyección para 2022 se ubica en 3.2%.