MIGUEL ÁNGEL FERRER
Son muy claras y bien definidas las líneas de acción de la derecha mexicana en su esfuerzo por sacar a la Cuarta Transformación de Palacio Nacional. Una, el constante ataque mediático; y dos, el propósito de mantener y consolidar la alianza electoral de los partidos conservadores PAN, PRI y PRD.
Pero a lo largo de los tres últimos años es claro que el duro golpeteo mediático no ha dado resultado, pues el respaldo popular al gobierno obradorista se mantiene por arriba del 70 por ciento. Así lo demuestran las constantes y sucesivas encuestas que miden la aprobación o desaprobación del quehacer gubernamental.
Una de éstas, muy reciente, sobre la opinión ciudadana respecto a la reforma eléctrica revela que casi dos tercios de los encuestados están a favor de ella. Y lo mismo puede afirmarse de la refinería de Dos Bocas, del aeropuerto Felipe Ángeles, del tren Maya y del Banco del Bienestar.
El apoyo popular a las obras públicas emblemáticas del obradorismo son una medida indirecta del respaldo ciudadano a López Obrador y a la Cuarta Transformación.
En breve plazo habrá elecciones generales en seis entidades federativas. Y coincidentemente todas las encuestas pronostican el triunfo del obradorismo en cinco de ellas.
La enseñanza es clara: el golpeteo mediático no ha logrado alterar la proporción entre respaldo y rechazo, ecuación visible desde la pasada elección presidencial que es de dos a uno favorable al obradorismo.
La derecha, sin embargo, no puede cambiar de estrategia por la sencilla razón de que no encuentra alternativa. ¿Qué hacer? Carece de una oferta electoral atractiva y de figuras políticas prestigiadas o jaladoras. Y seguir el mismo camino sólo garantiza obtener los mismos resultados.
Sin buenas perspectivas electorales, en lo inmediato la derecha está dedicada a impedir la aprobación de la reforma constitucional en materia eléctrica.
Si lo consigue habrá obtenido una buena victoria. Pero tampoco es fácil. Es dudosa la entereza moral y política de sus diputados y senadores. Antes que pensar en el bien del pueblo pensarán en su propio futuro político.
Personalmente ¿qué les conviene más? Clásicos convenencieros, formados en el agandalle, en la doctrina del primero yo, en el avance político y en el enriquecimiento económico a toda costa, antes que nada pensarán en la futura conservación del hueso. Futuro político y riqueza personal antes que convicciones. Lo mismo los del PAN que los del PRI que los del PRD que los de Movimiento Ciudadano.
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