*Mario Benedetti tuvo los ojos abiertos y fue capaz de formular la pregunta adecuada: ¿De qué se ríe…? La voz de Nacha Guevara nos permite enterarnos que se burlan de nosotros
Gregorio Ortega Molina
Habría sido tarea de Julio Mayo y ahora de Pedro Valtierra, quizá de alguno de los Casasola, obtener una sucesión de imágenes de los presidentes de México sonrientes. A ellos, los vivos, corresponde darnos el contexto, para saber de qué se ríen… tal como lo preguntó Mario Benedetti y lo cantó Nacha Guevara.
Todavía recuerdo algunas imágenes de Enrique Peña Nieto riendo a mandíbula batiente, o con el ceño adusto cuando declaró: ningún chile les embona… ¿a quién le dirigió el reclamo y cuál era el tema? Ni quien lo recuerde. Lo que no olvidan los gobernados son las humillaciones, los agravios reiterados, sobre todo los proferidos con la sonrisa en los labios, el sarcasmo que emana de los ojos, y a diario, parado en la cima del poder político.
Adán Augusto López, secretario de la Gobernación, afirmó -durante su comparecencia en el Senado- que México no merece este clima de crispación. Se equivocó de auditorio. El tema debió tratarlo con Andrés Manuel cuando le ofreció el cargo, porque es el presidente de los mexicanos el que vuelca sobre sus gobernados todo el resentimiento, la frustración y quizá también odio y envidia acumulados durante su difícil ascenso al poder político.
Absurdo es pensar que llegó por su propio pie. Debió establecer acuerdos, pactos, compromisos, quizá algunos inconfesables, aunque ahora podemos deducir cuáles pueden haber sido, sólo hay que ver la postración económica de la patria, la cancelación de proyectos de desarrollo que pudieron haber producido riqueza, el descenso de las inversiones, tanto extranjera como nacional, y la demanda creciente de recursos para responder en tiempo y forma a los programas sociales ofrecidos.
¿De qué se ríe Andrés Manuel, cuando se burla y ofende? ¿De su acierto en la palabra exacta para denigrar, de su ingenio, de la satisfacción por la venganza alcanzada después de tantos años pospuesta?
Leo las encuestas y pienso en los ancianos venidos a menos, que sólo logran éxito entre el sexo débil por el dinero que muestran y están dispuestos a compartir. ¿Sería tan alta su aceptación sin las tarjetas bienestar, sin sembrando vida, sin construyendo el futuro? Evoco la imagen de un hombre delgado, de setenta años, vestido de lino, que abre la puerta de un Ferrari a una hermosa modelo que se queja porque cuando ella desea salir de noche, el galán ya está fatigado y dormido.
Dicen los que saben que el poder es un afrodisiaco insustituible y seguro, pero de qué sirve cuando es una enorme fuerza condicionada al saludo a Consuelo Loera, a la liberación de Ovidio, a la innegable presencia de los barones del narco en alrededor del 35 por ciento del territorio nacional por ellos administrado, o la subordinación al gobierno de Estados Unidos en materia migratoria.
Mario Benedetti tuvo los ojos abiertos y fue capaz de formular la pregunta adecuada: ¿De qué se ríe…? La voz de Nacha Guevara nos permite enterarnos que se burlan de nosotros, de los que viven al día y de los que atestiguamos la deconstrucción del proyecto de patria.
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