*Para vivir en este mundo necesitas entregarte a esa idea o corazonada o sentimiento o afortunado encuentro que es la patria, porque, así como la promesa de alcanzar el paraíso te alienta, la sensación de pertenecer a un hogar común, a una nación que da sentido a tu compromiso con el Estado y el gobierno, te fortalece lo necesario para ponerte de pie cada mañana
Para Rosa y Roberto
Gregorio Ortega Molina
¿Qué significa para ti la patria? ¿Es una corazonada, un dolor, un anhelo, un sentimiento perdido? ¿Compartes lo que sientes por tu casa, tu país, tu México? Estas y otras muchas preguntas son motivadas por el inquietante libro La exquisita dolencia, ensayos sobre Ramón López Velarde. Emilio Uranga. Edición, Introducción y notas de José Manuel Cuéllar Moreno.
Tarde caes en la cuenta de que los conceptos distan mucho de ser inmutables, salvo aquellos que tienen que ver con la divinidad, la fe, la relación entre los humanos y Dios, y quién sabe, porque los fundamentalismos religiosos y el terrorismo islámico modifican a fondo los sentidos de pertenencia e identidad.
Tanto o más que lo han modificado la comunicación instantánea, su tiempo real y el mundo virtual que abrieron a las relaciones humanas y al conocimiento; tanto o más que la globalización estructural que todavía se ajusta a las pretensiones geopolíticas y de control económico de, al menos, el grupo de los siete y los poderes fácticos consolidados por los barones de la droga y los zares de la economía.
Los mexicanos podemos resumir las transformaciones de nuestra percepción de la idea de patria, a partir del triunfo aparente de la Revolución y la manera en que conculcaron las normas que se aspiró a establecer, con el propósito de, en algún futuro, lograr, entre otros sueños, la Tierra Prometida por la democracia; la creación de los libros de texto gratuitos; el TLC y la propuesta de incorporar a la nación al bloque de América del Norte; la búsqueda de una reforma del Estado con transición, que apenas alcanzó para alternancia y un fortalecimiento del presidencialismo, que hoy carece de fuerza legal y legitimidad para mandar como lo hicieron Plutarco Elías Calles y Lázaro Cárdenas del Río.
Es necesario preguntar de nuevo: ¿cuál es tu idea de patria? Hay una respuesta aportada por José Manuel Cuéllar Moreno: “Con la Revolución había nacido una patria <<hacia dentro… no histórica ni política, sino íntima… una patria menos externa, más modesta y probablemente más preciosa>>. <<Pero, ¿quién entenderá lo que con esas palabras se nos invita a pensar>>, se cuestionaba Uranga. Lo que en López Velarde había sido una genial corazonada, habría de convertirse, por obra de los filósofos, en análisis”.
Al seguir esta línea de reflexión, topamos con la necesidad de darle un verdadero sentido y rostro a la patria, análogo al que los fieles de las religiones diversas que nos convocan, se adhieren para dar cuerpo a su esperanza. Esa promesa, acá, es el equivalente a la Tierra Prometida, al Paraíso, al cielo.
Para vivir en este mundo necesitas entregarte a esa idea o corazonada o sentimiento o afortunado encuentro que es la patria, porque, así como la promesa de alcanzar el paraíso te alienta, la sensación de pertenecer a un hogar común, a una nación que da sentido a tu compromiso con el Estado y el gobierno, te fortalece lo necesario para ponerte de pie cada mañana.
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