Francisco Gómez Maza
Los denunciantes se equivocaron de ventanilla
Pero un viajecito a Washington nadie lo desprecia
La OEA está tan devaluada por ser únicamente un instrumento de propaganda de la democracia estadounidense y de control del Departamento de Estado de Estados Unidos, bajo el mando de Antony Blinken, que los opositores pripanistas tendrían que haber ido a la Casa Blanca a presentar sus quejumbres en contra del presidente Andrés Manuel López Obrador, y no ante el sirviente de la Casa Blanca, Luis Almagro, diplomático uruguayo muy devaluado por su servilismo ante el imperio. Uno de los lamebotas de Washington.
Van a denunciar que las elecciones del 6 de julio, en la que los tres fueron hechos papilla por el electorado mexicano, que los halló culpables de una vergonzante corrupción, fueron controladas por poderosos cárteles de la delincuencia organizada, dedicada al narcotráfico.
Pero los tres alegres compadres, copartícipes de los beneficios de la corrupción del expresidente Peña, tendrán que retornar con la cola entre las piernas. Almagro mismo sabe que no tiene el apoyo de la asamblea americana para calificar las elecciones mexicanas y menos para condenar al sistema electoral que es quien tendría que haber denunciado cualquier intervención del narcotráfico en el proceso electoral.
Pero no ocurrirá absolutamente nada. Los tres alegres compadres retornarán a México, después de haber gozado de las duras inclemencias del clima en la capital del imperio. Y quizá después de paladear una opípara comida y una espléndida cena en alguno de los restaurantes de George Town, lo más seguro que en el Pie de Cochon. Y no va a ocurrir nada. Los tres alegres compadres no tienen ninguna importancia para la inmensa mayoría de los mexicanos, son tan importantes como importante es Almagro en los pasillos del salón de sesiones de la OEA.
López Obrador debe de estar riendo sarcásticamente como lo hace cuando alguien le cuenta un chiste de sabandijas panteoneras en El Edén.
No se dan cuenta los “líderes” del autodenominado bloque opositor de que están haciendo el ridículo ante millones de mexicanos y ante millones de latinoamericanos, que no dan un tostón por el uruguayo, que es únicamente (dura palabra) lacayo de la Casa Blanca. Qué papel ejecutivo puede jugar éste individuo, si sólo hace lo que le ordena el Departamento de Estado, ahora comandado por el secretario de Estado Antony Blinken (@SecBlinken).
Pero qué se quería por un cacahuate. Ni al perredista Jesús Zambrano, ni al priista Alejandro Moreno, ni al panista Marko Cortés – una mezcolanza de intereses mezquinos- podría ocurrírsele una más seria interlocución. Ir a quejarse con el sirviente en lugar de hacerlo con el patrón es una tontería. La OEA ya emitió una certificación sobre estas lecciones y el organismo no señaló ninguna violación grave. La verdad es que el organismo washingtoniano no tiene ninguna autoridad para calificar los procesos electorales en sus países miembros. Califican los órganos jurisdiccionales electorales internos.
Marko Cortés, del PAN; Alejandro Moreno Cárdenas, del PRI, y Jesús Zambrano, del PRD, llegaron a Washington para denunciar, ante la Organización de los Estados Americanos (OEA), “la intervención del crimen organizado en el proceso electoral del 6 de junio”.
Les informaron mal. Las quejas se ponen en el INE o el TEPJF, si no es que la denuncia debe de ponerse en la Fiscalía de asuntos electorales. De este viaje de placer de los pripanistas a Washington, informaron a media mañana los periódicos de la Ciudad de México. Y no pasó nada. No se movió una hoja del limonero centenario de mi casa. Marko, Alito y Chuchito le importarán a la amargura antipejista.
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