Carlos Galguera Roiz
Algunos científicos, me voy a permitir entrecomillarlos, expertos de la ONU dicen las crónicas, marcan terribles pronósticos para la Humanidad, en una declaración en la que zanjan el debate: “no hay dudas que el cambio climático que predomina hoy en el Mundo, es causado por los humanos…”
Este dogma, “inequívoco” dice el documento, me parece una irresponsable conclusión, que no tiene más base científica que la extrapolación cortoplacista de unos sucesos con largo recorrido, en realidad indemostrables, ante nuestras realidades y escalas temporales, que la Ciencia rigurosa nos pone sobre la mesa…
Examinar una problemática de la magnitud que nos ocupa, exigiría una visión de muy largo alcance; unas pinceladas en este sentido nos pueden ayudar a centrar esta espinosa cuestión, que se ha puesto en cabeza de la atención ciudadana en el mundo entero.
El Universo, del cual formamos una minúscula parte, mil millonésima podríamos decir, es una Entidad gigantesca, aunque en cierta medida, con los instrumentos hoy día disponibles, medible…
Bien, en este panorama un insignificante satélite de un Sol, ubicado en La Vía Láctea, galaxia sin connotaciones especiales, es La Tierra, también sin características destacables, pero representa el único hábitat conocido para la Raza Humana…
Así, el Universo que se mueve a velocidades vertiginosas, partió, hace aproximadamente 13.800 millones de años, de un punto en el que una misteriosa, potentísima, inexplicable explosión, el BING BANG, abrió la existencia de este conjunto, en cuyo desarrollo estamos involuntariamente implicados…
En este gigantesco galimatías, donde nos encontramos inmersos, los humanos hemos descubierto cosas; hay dos líneas, al menos, que marcan pautas para interpretar la gran Sinfonía que implica el desarrollo de nuestra residencia en cuestión: la Entropía es una de ellas, mediante la cual el desorden tiende a prevalecer entre los componentes de cualquier Sistema, que conforma las realidades de nuestro mundo…
Por otro lado, hemos de considerar una formidable línea de interpretación, que priva en el Universo: la Evolución. En virtud de la cual los mecanismos de adaptación actúan desde nuestras intrincadas profundidades, para influir en condiciones de supervivencia y mejora, largo plazo, contemplando los procesos, transmisibles para sucesivas generaciones…
Pues bien, ambas líneas, Entropía y Evolución están ligadas por sutiles mecanismos que dan por resultado un mundo manejable y coherente, con una certeza
que domina el fondo del tablero: la muerte, un suceso absolutamente inevitable, aunque, eso sí, tiene un pequeño margen de movilidad…
En realidad el humano vive una infinitesimal fracción de tiempo, incrustado entre dos territorios temporales, dimensiones y contenidos inabordables, el Pasado y el Futuro…
Bueno, en este contexto de pinceladas, apenas esbozado, se ha encaramado sobre las mesas del Poder, una problemática con aires de tragedia griega y dimensiones cuasi cósmicas; el Cambio Climático ha hecho sonar sus trompetas en el mundo – cuando lo verdaderamente impensable y terrible, sería el “estancamiento climático” – a través de una serie de sucesos, interpretados por “científicos” y coreados por políticos, que avisan de una apocalipsis dantesca, acercándose a nuestro hábitat, absolutamente irremplazable…
Mi versión es otra. La Tierra, una insignificante brizna del Universo y el Ser Humano inmerso en ella, con capacidades pensantes desarrolladas, fruto de procesos evolutivos, pero con dimensión, potencialidades y duración minúsculas, está incapacitado para influir de manera significativa en el Cambio Climático, como aseguran ciertas cuadrillas de “científicos”, ampliamente respaldados en púlpitos con difusiones millonarias.
Solo contemplar capacidades, tamaños, duración de los seres humanos, jugando en medio de millones y millones de variables, descalificarían estas teorías que atribuyen al ser humano tan perversos resultados en sus actuaciones…
Por otro lado, la capacidad de adaptación humana, con los procesos evolutivos jugando a su favor, también harían suponer que los resultados finales deberían ser considerablemente benéficos para el ser humano, protagonista de la historia, con las limitaciones que representa asumir la losa que hemos de cargar siempre, la inevitabilidad de la muerte…
Así que los agoreros de la culpabilidad humana en el Cambio Climático, disfrazados de científicos “inobjetables”, deberían abandonar sus tribunas, dejarnos en paz y re-estudiar de paso algunos conceptos científicos de calado… sería mejor para todos.
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