Por Pablo Cabañas Díaz
Mathias Goeritz. (1915 -1990) tuvo estudios en Filosofía y Letras especializados en Historia del Arte, con los maestros Romano Guardini, Whilhelm Pinder, Graf Rothkirch, entre otros.En 1936 realizó su primer viaje a París, donde entró en contacto con la llamada Escuela de París, entre los que se encontraban los artistas Marc Chagall y Pablo Picasso. En 1940 obtuvo su doctorado en Historia de Arte, en la Universidad de Berlín. De 1940 a 1941 fue subdirector de la Nacional-Galería –Museo para la pintura del siglo xix– de Berlín.
Ante los rigores de la Segunda Guerra Mundial se estableció en Tetuán –en el Marruecos español–, en donde de 1941 a 1944 fue catedrático en el Centro de Estudios Marroquíes de la Universidad de Tetuán. De 1945 a 1946 vivió España, en donde ejerció como escritor, editor y continuó cultivando la pintura. Acerca de cómo llegó a México, Ida Rodríguez Prampolini alguna vez expresó: “Cuando nos encontrábamos en una de las torres de la iglesia de Notre Dame llegó Nacho Díaz Morales de Guadalajara. Yo no lo conocía, pero Josefina [Muriel] sí. Nos dijo que había ido a buscar un maestro porque iba a fundar la Escuela de Arquitectura de Guadalajara, y quería a alguien que supiera historia del arte. Josefina y yo, de inmediato, dijimos: “pues aquí está la persona ideal. Además tiene un doctorado. Se trata de un alemán refugiado en España”. Le presentamos a Mathias; se cayeron muy bien, y lo contrató. En compañía de su esposa Marianne Gast se embarcó hacia México, arribando por Veracruz, y en octubre de 1949 llegó a Guadalajara.
Al principio impartió la cátedra de Historia del Arte en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Guadalajara, simultáneamente a su labor magisterial, desplegó toda su enérgica actividad artística: la pintura, el diseño gráfico, la escultura y la impartición de conferencias, entre ellas la que tituló “Sobre la libertad de creación”.
Así diseñó un folleto homenaje a José Clemente Orozco, dedicándole una escultura que fue muy atacada por Juan Víctor Arauz, por considerarla irreverente y que fue retirada de la Rectoría de la Universidad de Guadalajara, con gran disgusto del rector Jorge Matute Remus, a quién finalmente se la obsequió.
Ante las envidias y suspicacias que suscitaba su obra entre los artistas de Jalisco y para ampliar sus horizontes, en 1953 dejó Guadalajara. Se estableció en la Ciudad de México e ingresó como profesor en la UNAM. En la UNAM dirigió el Taller de Educación Visual, y en la Universidad Iberoamericana de México fundó y dirigió la Escuela de Artes Plásticas, donde abrió los primeros talleres de diseño industrial.
Los títulos de algunas de sus obras son: La ciudad sin final en 1960; las Torres de Automex –en colaboración con Ricardo Legorreta– en 1963; las Torres a la entrada de la Sinagoga Maguen-David de la Ciudad de México en 1964; la ruta de la amistad, con esculturas propias y las de otros trece escultores del mundo, ubicadas a lo largo del periférico de la Ciudad de México en 1968; el conjunto de siete columnas titulado La Osa Mayor en la explanada del Palacio de los Deportes, junto con los arquitectos Félix Candela, Castañeda y Peyri, en 1968; La pirámide de Mixcoac en el conjunto urbano Torres de Mixcoac, en colaboración con Abraham Zabludovsky y Teodoro González de León en 1970; El laberinto de Jerusalén en Israel de 1973 a 1980; la escultura El Coco frente a la torre Manhattam, en Tecamachalco en 1975; en unión a otros artistas realizó el espacio escultórico sobre la lava volcánica en el campus de la UNAM, en 1979; y su mural Poema plástico en la Facultad de Arquitectura de la UNAM, en 1987.
Los títulos de sus libros son: Catálogo de la Galería Nacional [de Berlín] (1940), Johann Elias Riedinger (1941), Ferdinand von Rayski –el arte del siglo xix (1942), Sueño del torero y Ángel Ferrant, ambos en 1948, y publicó numerosos artículos y ensayos especializados en temas de arte. Fue miembro honorario de la Academia de Arte de Berlín desde 1973 y de la Real Academia de La Haya, Holanda, 1975. Los reconocimientos que recibió fueron: el Premio Elías Sourasky de 1980, el Premio UNAM de 1986 y la Orden de las Artes y de las Letras de Francia, también en 1986.