Aletia Molina
El fracaso de la Consulta Popular para juzgar a los expresidentes de México debe estar retumbando muy fuerte en Palacio Nacional y en las mentecitas de los líderes morenistas que, por más que intentaron, pues, no pudieron. Es una lástima que el primer ejercicio de este tipo termine en un triste remedo.
Y como Lopitoz nunca se equivoca, era de esperarse que se diga satisfecho por los resultados, porque fue un buen inicio de este ejercicio de democracia participativa. Aunque hay varias lecturas políticas, pero sólo la del presidente es positiva.
Más de 92 por ciento de los electores mexicanos dijeron un gran y mayúsculo NO a López Obrador. Pero no en defensa de los expresidentes. Que sólo participaran siete de cada 100 ciudadanos en posibilidad de hacerlo es un claro rechazo a la trampa presidencial de consultar lo que es su obligación por mandato constitucional: hacer cumplir la ley.
Es un principio muy facilito que un 18 años candidato no puede entender: la ley no se consulta, se aplica.
¿Por qué no lo ha hecho? Si hay elementos para juzgar expresidentes, exsecretarios de Estado, exgobernadores, exlegisladores, o a quien sea, que se les juzgue y ya.
Otro mensaje es que, de los 30 millones de votos que llevaron a López Obrador a la Presidencia de la República, no logró convocar ni a la cuarta parte. Esto puede ser engañoso, porque su verdadero apoyo se verá en marzo del próximo año con la consulta para la revocación del mandato.
Otra señal es que México necesita, urgentemente, un Presidente con visión de futuro, y no alguien anclado en el pasado. López Obrador sustenta su gobierno en un México que ya no existe.
Es una pena que la primera Consulta Popular constitucional haya sido un fiasco, porque se suma a la lista de la 4T. La caprichosa y absurda cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México en Texcoco, una obra de clase mundial, para sustituirla por el cuestionado proyecto de Santa Lucía. La venta del avión presidencial que nunca se logró, que está prácticamente arrumbado y que seguimos pagando. Luego, la rifa del avión sin avión. La entrega en efectivo de esos premios se quedó en las sombras del misterio. También se consultó para construir el Tren Maya y para cancelar la planta de Constellation Brands, en Baja California. Ambos resultados fueron al gusto del Presidente.
Es incuestionable que lo que quiere López Obrador es estar permanentemente en campaña. Lo ha estado desde hace décadas. Ahora comenzará la de marzo de 2022 para la revocación del mandato, y luego… ya verá.
@AletiaMolina
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