Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés); la conversión de bosques en tierras agrícolas y las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) han mostrado una disminución en los últimos 20 años. Lo cual se opone a las emisiones que proceden de las actividades no agrícolas en etapas previas y posteriores a la producción de alimentos. Cobrando especial relevancia en los países industrializados, según un nuevo estudio que dirigió la FAO y que fue publicado en la revista “Environmental Resource Letters”.
El informe fue titulado “Greenhouse Gas Emissions from the Food System: Building the Evidence Base” (Emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de los sistemas alimentarios: constitución de una base empírica); estiman que las emisiones de los sistemas alimentarios totalizaron 16 mil millones de toneladas de CO2. Representando un 8% superior al año 1990 y se traducen en el 33% de GEI causados por el hombre.
El Sr. Francesco Tubiello, autor principal del informe; es estadista superior y especialista en cambio climático de la FAO, y destaca que el sistema mundial de alimentos brinda:
“Una oportunidad única para reducir en mayor medida los GEI, en comparación con las estimaciones anteriores, que no puede ser ignorada en los esfuerzos para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París”.
My heartfelt congratulations to colleagues, Francesco Tubiello and Martial Bernoux for this prestigious honour! https://t.co/b4hzTdOv8U
— FAO Chief Scientist (@FAOScienceChief) April 27, 2021
En la actualidad, los gobiernos de todo el mundo se están comprometiendo a reducir sus emisiones de GEI y a perseguir la neutralidad con respecto a las emisiones de carbono. Muchos se encuentran ya en la activación de planes nacionales en lo que respecta al sector agrícola. Sin embargo, carecen de medidas en los sistemas alimentarios, más allá de la agricultura. Por ello, es de vital importancia analizar las tendencias de las emisiones; bajo una amplia perspectiva que proporcione una visión complementaria a un abanico de posibles soluciones en las cadenas de producción y alimentación.
Otra vertiente del estudio propone que las repercusiones del cambio del uso de la tierra disminuyen a medida que las economías se desarrollan. Manifiestan las importantes diferencias existentes entre países: las emisiones per cápita de los sistemas alimentarios, con economías desarrolladas casi duplican las emisiones de las economías en vías de desarrollo.
Además, el informe ofrece una guía operacional que identifica componentes pertinentes a la alimentación en los planes nacionales; relativos a las emisiones que son notificadas a la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC). Actualmente, los países miembros notifican los datos a nivel nacional, pero no disponen de una cuantificación adecuada de las emisiones que proceden de los sistemas alimentarios.
Por ello, el equipo de investigación de la FAO, realizó un estudio integrado por expertos de la Universidad de Columbia y la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de los Estados Unidos de América (NASA); junto a varios organismos de las Naciones Unidas y numerosos centros de investigación que prestan especial atención a las políticas relativas a la emisión de GEI.
¿En qué concluye?
En 2018, las emisiones de GEI procedentes de los sistemas alimentarios totalizaron más de 16 000 millones de toneladas de CO2 equivalente, en su mayoría por países en desarrollo.
Las emisiones mundiales per cápita, que en el período comprendido entre 1990 y 2010 disminuyeron de 2,9 a 2,2 toneladas de CO2 equivalente, están caracterizadas por importantes diferencias entre las economías desarrolladas y las economías en vías de desarrollo.
En tierras agrícolas, los GEI de procesos relacionados con cultivos y ganadería en explotaciones agrícolas, superan los 10,4 Gt de CO2; que equivalen al 80% de las que se habían producido en países en desarrollo. Lo cual supone en un descenso del 3% respecto a 1990, debido al cambio en el uso de la tierra, la deforestación o degradación de tuberías.
De igual forma, la conversión de bosques a tierras de cultivo o pastizales, que es un indicador de la deforestación; continuó siendo en aquel período la principal fuente de emisiones de GEI (3 mil millones de toneladas de CO2 al año). A pesar de haber reducido significativamente, el análisis incluye estimaciones de datos detallados por países sobre el transporte interno de alimentos. Cuyo sector genera emisiones que ascendían en 2018 los 0,5 Gt de CO2 equivalente a nivel mundial; que ha aumentado en casi un 80% desde 1990.
La FAO indica qué hacer:
Evaluar los datos y tendencias desde los sistemas alimentarios genera vías para actuar inmediatamente: mejorar la eficiencia en el uso del nitrógeno y la producción agrícola y ganadera; reducir la eliminación de residuos sólidos; optimizar la energía en las explotaciones agrícolas y la aceleración de los esfuerzos que mejoran la gestión de tierras agrícolas (protegiendo los ecosistemas naturales).
De igual forma, el uso de la energía se convertirá en un destacado componente en las emisiones de GEI en los sistemas alimentarios las próximas décadas. Por lo tanto, es posible que la emisión relacionada a la alimentación se vea beneficiada bajo una perspectiva sistémica con planificación a nivel nacional.
“El objetivo consiste en contrarrestar las emisiones actuales de las tierras agrícolas con una eliminación considerable de carbono, sobre la base de una mejor ordenación territorial y una producción más eficiente, para así promover sistemas alimentarios neutrales respecto del carbono”, afirma Tubiello.
Checa la entrevista respecto al informe de la FAO a Francesco Tubiello.
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