*Por eso la Guardia Nacional regresa a sus orígenes, mientras los militares, de mar y tierra disponen de sus uniformes de gala para apoyar al proyecto de dictadura
Gregorio Ortega Molina
Con cada mañanera, con toda decisión tomada, con la suma de las consecuencias, constatamos día a día la verdadera estatura moral del presidente de la República. Está empeñado en destruir incluso las instituciones que lo beneficiaron. Sin el Instituto Electoral del entonces Distrito Federal ni siquiera hubiera llegado a primera base.
En un momento de ingenua juventud pregunté a mi padre la razón o razones por las que Luis Echeverría, una vez alcanzada la presidencia de México, separó de su entorno a dos personas que atestiguaron, con sinsabores y buenos momentos, el ascenso a la silla del águila.
“Porque no quiere testigos -respondió de inmediato-, imagínate en cuántas humillaciones, regaños, reclamaciones, gritos, estuvieron presentes mientras su jefe agachaba la cabeza”. Es cierto, por eso los Yáñez orbitan en otros círculos de poder, y sus hijos hacen negocios, y sus otros familiares viven de la sombra protectora de hálito del águila.
Está empeñado en destruir al INE, porque de no hacerlo y dejarlo funcional, otro llegará a desplazarlo de su hábitat en Palacio, por esa misma razón no quiere a los Pluris, precisamente porque ese esquema de representación equilibrada que le permitió mangonear hasta ahora al Congreso, a partir del 1° de septiembre representa una dificultad.
Comprenderlo es requisito para saber lo que se nos viene encima. Leonardo Padura, en La neblina del ayer, aporta motivos de reflexión para entender al tabasqueño de origen ibérico: “Éste es un país condenado a la desproporción… (enfermo) de cansancio histórico. De tanto vivir lo excepcional, lo histórico, lo trascendente, la gente se cansa y quiere la normalidad. Como no la encuentran, la buscan por el camino de la anormalidad…
“… la prisa de la guerra contra el pasado y, sobre todo, está esa gente ilusionada en un cambio, desbordada de júbilo, diría que hasta muy contenta con lo que confían recibir por su fervorosa credulidad, sin pensar que pronto les llegarán las exigencias terribles de la fe sin cuestionamientos que ahora profesan… Demasiadas gentes sin nada que hacer o perder. Demasiadas gentes sin sueño ni esperanza. Demasiado fuego bajo una olla tapada, que más tarde o más temprano reventaría por la atmósfera de presión acumulada”.
El problema real es que hicieron todo a la trompa talega, olvidaron tener a mano las instituciones, instrumentos o personas para sustituir lo que desplazan, lo que ponen de lado, lo que mandan al basurero de la historia, porque esa etapa de lo que fue el México de la Revolución fue abortada por los que hoy reclaman espacio para restablecer no un presidencialismo imperial, tampoco un neo Maximato, sino un neo porfirismo, en el que únicamente los científicos de las 4T son capaces de ordenar el futuro, restituyendo el pasado.
Por eso la Guardia Nacional regresa a sus orígenes, mientras los militares, de mar y tierra disponen de sus uniformes de gala para apoyar al proyecto de dictadura.
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